Nº17 – Revilla

Si tuviéramos que definir el recorrido de hoy seria diciendo: “el otoño en todo su esplendor”, con los árboles de hoja caduca sin acabar de desprenderse del colorido de su follaje. El principio ya fue inmejorable, nada más bajarnos del vehículo un quebrantahuesos posado en un risco cercano nos vigilaba, lo bastante cerca como para distinguirlo sin prismáticos, después al marchar nosotros alzo el vuelo y acompaño a los otros cinco que había volando en ese momento.

La bajada al rio Yaga no revistió ningún problema, por los dos barrancos que había que cruzar corría el  agua pero permitía cruzarlos con facilidad, atravesamos un bosquecillo de bojes con los troncos cubiertos de musgo señal de la humedad habitual de la zona, y el musgo que cubría los troncos  de varios grandes quejigos estaba exultante de verdor, remontando un corto trecho la orilla del Yaga y aprovechando un pasamanos pudimos contemplar la badina de la cascada con un gran tronco de un fresno caído recientemente como indicaba los helechos que aún sobrevivían en su tronco.

Concluimos el día con el recorrido de los miradores, ninguno de los asistentes había estado en ellos, por lo que  la novedad del recorrido se sumo a su espectacularidad, pasamos junto a la “piedra del teléfono” desde la que los habitantes de Revilla podían comunicarse con el cercano (si voláramos sobre la garganta) Escuaín,  los discretos restos de la ermita de san Lorenzo con sus espectaculares esgrafiados a base de cruces, asteriscos y fechas en la pared cercana; y por fin después de cruzar un bosquecillo de pinos el mirador desde el que se ve  en el interior de la garganta los  Bibers do Campillon, la surgencia del Yaga, el agua que ha caído en lo alto del puerto se infiltra rápidamente bajo la roca y después de un viaje de más de un kilómetro de desnivel por el interior de la montaña aflora por aquí.

La vegetación muestra así mismo una disposición particular; las hayas que las asociamos a las zonas altas de la montaña se encuentran aquí en el fondo umbrío y húmedo del la garganta, mientras que las carrascas y sabinas negras como la que crece en el mirador ocupan las zonas superiores de sus cortados, más soleadas y secas; cada grupo de vegetación en el lugar más propicio aunque no sea donde nosotros esperábamos. En fin un recorrido sencillo cómodo pero espectacular donde los haya.