Balsas de Basacol y Abrigos de Quizans
Un domingo más un numeroso grupo de sesenta y un personas entre niños y adultos subimos al autobús para dirigirnos a Alquezar, población de sobra conocida por nosotros, ya que todos los años hacemos alguna excursión en su entorno y sin embargo pocos conocen los lugares a los que nos dirigimos en esta ocasión.
Tras almorzar un poco para coger fuerzas para el día y bordeando la población, nos dirigimos al camino señalizado hacia San Lucas y Ruta de Chimiachas. Desde que salimos de Alquézar el camino es ascendente, aunque de una forma suave, hasta que llegamos al Collado de San Lucas, desde aquí contemplamos ya el Cañón del Vero y el camino que sube desde el puente de Villacantal (por este camino ya hemos subido en otra excursión) y en el horizonte el Pirineo, con el macizo de Cotiella en primer plano. El día ha salido despejado, aquí ya nos quitamos la ropa de abrigo, el sol nos acompañará todo el día y una suave temperatura primaveral nos calentará durante el recorrido.
Como siempre los pequeños encabezando la marcha son los que nos marcan el ritmo de la excursión, aunque su ritmo en ocasiones hay que frenarlo y tenemos que ir haciendo paradas para reagrupar la larga columna que nos desplazamos por el camino, incluso los pequeñines del grupo, de apenas cinco años, no dan muestras de cansancio
En apenas cincuenta minutos desde que salimos de Alquézar llegamos a las Balsas de Basacol, que antiguamente daban servicio al pueblo y el esconjuradero que han construido al estilo de los que podemos contemplar en la zona pirenaica. Aquí hacemos la primera parada obligada, el bello entorno acondicionado como zona recreativa y las vistas que podemos contemplar desde aquí invitan a pararse, así como para observar el avance de las rapaces que sobrevuelan la zona, aunque a los niños lo que les gusta es ver y jugar con los peces que hay en el agua de las balsas.
De nuevo nos ponemos en marcha por la pista señalizada hacia los abrigos, que pronto se convierte en fácil camino, aunque sin dejar de subir. Vamos contemplando varias cabañas pastoriles y las paradas que hacemos para visitarlas nos ayudan a descansar y reagruparnos; los pequeños se entretienen mirando y buscando fósiles, los famosos dineretes y en poco más de una hora desde que hemos salido de las balsas, llegamos a los abrigos de Quizans.
Contemplamos las pinturas rupestres tras la verja que las protege y aprovechando la explanada junto al abrigo nos disponemos a comer tranquilamente al sol. Tras la comida a los adultos les cuesta ponerse en marcha, aunque los pequeños hace rato que están jugando por los alrededores.
Después de hacernos la foto de recuerdo de este día iniciamos el camino de vuelta, primero hasta las balsas por el mismo camino que hemos venido. De nuevo allí parada obligada para que los niños jueguen y a partir de este lugar tomamos un camino diferente, ahora volveremos por la zona del barranco de la Puyala, que tras una bajada empinada cruza un pequeño puente para después sin apenas desnivel transcurrir horizontalmente, en un pequeño tramo por unas pasarelas metálicas nuevas y casi todo el trayecto junto a una pequeña acequia que este día no lleva agua.
Sin apenas darnos cuenta llegamos a Alquezar y decidimos que sólo falta para completar el día el tomar un refrigerio y los más pequeños un helado antes de subir de nuevo hasta al autobús que nos llevará de vuelta a Huesca saboreando los recuerdos de este día y por supuesto el dulce premio con el que acabamos la jornada.
La excursión de hoy han sido casi once kilómetros y algo menos de quinientos metros de desnivel, que apenas ha supuesto esfuerzo ni a los más pequeños del grupo, que animados han ido encabezando la excursión. Un día que sin duda nos ha dejado un bonito recuerdo de otra jornada de convivencia en la naturaleza con la familia de Peque Guara.
Javier Lázaro
