Nevando en las crestas del Posets
La cresta de Espadas y la del Pavots, recorridos de altura
Lola Mas
Cordillera de las Espadas, así es como aparece en mapas de montaña y eso es lo que parece por la vertiente de Viadós, una cordillera. En cambio, por la vertiente de Eriste, la del lago Llardaneta, no parece tal hasta estar metido en ella y entonces es una cresta, una de las más hermosas que encumbran al Posets. Es la arista de los pliegues perfectos, que parece que la levantan, y es que lo hacen, con rocas rojizas y grisáceas. Por alguno de esos pliegues, si hubiera sido posible, habríamos pasado volando ya que no queríamos convivir con la tormenta, aunque no hubiera sido “perfecta”, como la de la película.
Al final no fue para tanto, ya que no es excepcional que nieve en verano en la alta montaña pirenaica, se produce alguna entrada de aire frío en altura, se une a las masas de aire más cálidas de superficie y se organiza, y bien pasados los tres mil metros, nos nevó, y atacó el “matacrabas”, como se dice por estos lares. Así que el paso del funambulista, se convirtió en el acelerón por el mismo, que no había que dar ocasión a que todo lo que se estaba cargando en el ambiente, y que algunos nunca habían experimentado, siseo, la roca ferruginosa dando calambres, fuera a volverse violento.
El sábado, desde el aparcamiento de la cascada de Espigantosa ascendimos al refugio Angel Orús, punto de partida de la vía normal del Posets por la canal Fonda y de acceso al collado de Eriste o de la Forqueta que dá paso a Viadós, y a las crestas del Pavots y de las Espadas entre otras magníficas ascensiones.
El ambiente matutino era húmedo y templado, pero hacía sol cuando acaba de amanecer al pasar por el lago de Llardaneta, los 27 montañeros que con mucha expectación hemos iniciado el recorrido de esta forma magnífica de acceder al Posets. Traspasado el precioso y redondo lago, donde siempre acampan montañeros en esas fechas, en franca subida se va alcanzando el collado de la Forqueta. Allí, el cielo que se ha ido cubriendo aparece bastante gris, pero las nubes aún están altas y en verano igual que vienen se van y la previsión era de tormentas vespertinas por lo que con arnés puesto vamos trepando por los primeros pasos de segundo grado de los Pitones de Llardaneta, mucho cuidado, algo de tensión, los esquistos están muy fracturados. Todos se mueven con tiento conocedores de que se trataba de una ascensión algo técnica donde es muy importante no desprender piedras que pueden ir a parar a los compañeros. Se alcanza un característico techo que se rodea para trepar a la arista, donde se instaló una cuerda de apoyo. Trepar por un lado u otro de las agujas y se alcanza el Diente Royo y el Tucón Royo o Pico Pavots que ya supera los tres mil cien metros.
En el Royo donde ha salido el sol, foto de cumbre de la primera cresta, algunos continúan la jornada en el Forau de la Neu, otros reinician la segunda parte, la cresta de las Espadas. El día va comportándose con nubes y claros, en los macizos circundantes empiezan a ganar más terreno las nubes. A este trasiego por el cielo se une el trasiego de trepadas por la arista en un sube y baja que se mantiene a tres mil metros sin perder nunca mucha altura, con los grandes pliegues enfrente, tan fotografiados, los que conforman las Espadas a 3.225 metros de altitud. La suma de las dos crestas es larga, el famoso paso del funambulista entre las Espadas ha requerido una cuerda de apoyo al destrepe y pasarlo asegurado para ir lo más rápido posible, y se alcanzan la Tuca de Llardaneta y la Tuqueta Roya, hitos en el camino que al alcanzarlos han perdido protagonismo tomándolo la tormenta que tenemos encima. El ascenso final a la cumbre traspasado el collado Jean Arlaud, no deja tiempo a dudar de lo que hay que hacer, alcanzar la cumbre del Posets lo más rápido posible porque a esas alturas la salida de la cresta es por allí, por la cima, para tomar al Sur la loma de la Espalda del Posets y dirigirse a la canal Fonda para descender por la vía normal.
La tormenta es de verano y tan rápido como llega parece que se va, se dirige al Este, abajo, sigue tronando por allí, después de haber pasado por las cimas, con una pasajera manta de nevada y de granizada y un momento de ambiente electrificado, una experiencia en grupo, con apoyo, que sirve para hacer las previsiones que sean precisas en función de la rapidez y capacidad técnica personal en otras ascensiones.
El sol se apodera por un rato de la cumbre para satisfacción de todos, dejando hacer la foto a 3.375 m. junto al vértice geodésiso y observando desde las alturas este macizo de los “posets”, los hoyos, los “pocetes”, con sus cuencas glaciares en el hueco que recogen las aristas del gran macizo de los Llardanas, con el vistazo de futuras ascensiones como la del Perdiguero.
Como hemos ascendido en dos etapas más de 1.700 metros, hay que descenderlos, con un alto en el refugio, para continuar camino por los escalones boscosos que se suceden por la Aigüeta de Eriste donde se descuelgan cascadas como la de Espigantosa. En la zona de aparcamiento de vehículos los carteles del Parque Natural Posets-Maladeta indican que se sustituye el acceso por trayectos en autobús a partir del día 1 de agosto. Se han sumado más de doce horas, con sus reagrupamientos, en este magnífico recorrido de las crestas del Pavots y de las Espadas, que celebramos citándonos para la próxima ascensión convocada para septiembre.
Lola Mas
Huesca, 02/08/2016