EL ASOMBROSO CIRCUITO DE SAN MARTÍN DE CAPELLA
Jorge nuevamente tiene razón al observar en silencio y yo me siento a su lado. Estamos con la espalda apoyada en los muros de los corrales de Monclús y Larruy y delante de nosotros un paisaje inmenso. Sobre las sierras de Torón, Ferrera, Campanué y Sis, asoman en el horizonte las cimas de Guara , las blancas cumbres del macizo de Monte Perdido, Cotiella, Eristes, Espadas y Posets, y sobre la mole del Turbón, las Maladetas, Aneto, Tempestades y Besiberris. En primer plano el valle del Isábena con Capella a nuestros pies. No debe engañarnos la geografía del relieve montañoso ya que Capella practicamente comparte latitud y altura sobre el nivel del mar con Yéqueda. Pero este asombroso lugar sorprende y confunde con su panorámica. Es uno de los mejores miradores de la provincia afirma sentado Jorge. Y allí sin decirnos nada más contemplamos y bebemos juntos de este espectáculo. De esta parte del antiguo condado de la Ribagorza, lugar donde se encuentra la mayor densidad de edificios románicos de Aragón, castillos, torres, iglesias, monasterios y hasta una catedral, y también puentes. Como el de Capella, donde empezó nuestra última excursión.
Veintiseis éramos los que cruzábamos dicho puente la mañana de este pasado domingo, seguíamos la pista dirigiéndonos hacia el sur cuando una amistosa « rabosa » nos salió al encuentro, darle de comer y entrarnos hambre fué todo uno. En el desvío del camino de la ermita, que no seguimos, atacamos el desayuno y con renovadas fuerzas emprendemos el sendero que rápida y comodamente remonta los 400 primeros metros de desnivel del día. La cima de una fantástica aguja de roca y un paso por una aérea faja nos descubren una parte vertiginosa de esta sierra del Castillo de Laguarres. Una vez coronada la sierra nuestro camino continúa por pista en la vertiente de Torres del Obispo, hasta que una senda nos devuelve a los precipicios en el promontorio llamado tozal del Soldado. Toca comer de nuevo en una fantástica pradera tras lo cual comenzamos el descenso por una tenue senda en roca para atravesar el singular paso de la Canal, breve ambiente de barranquismo y la senda que nos deja en un cruce que tomamos a la izquierda, ahora en horizontal vamos dándole la vuelta a la montaña para de repente, encontrarnos con la asombrosa ermita/fortaleza de San Martín. Ante semejante aparición, alguien opina que es ideal para un decorado de Juego de Tronos. Desde la organización de Pequeguara no nos hacemos responsables de los comentarios y/o/u opiniones expresados por peques y pataslargas participantes en nuestras salidas. Al abrigo de las peñas y colgada sobre una roca las ruinas del conjunto son espectaculares. Completamos el recorrido visitando el antiguo aljibe por un vertiginoso paso y también los curiosos, bien conservados y mantenidos para fines no ganaderos, corrales de Monclús y Larruy.
Y las vistas desde su banco.
Continuaremos la excursión bajando por la ruta habitual de la ermita y que se ha hecho famosa gracias al trabajo artístico y desinteresado de Joaquín « Quinón » Sesé. Figuras de animales y personas decoran originalmente este tramo que nos devolverá hasta el puente donde comenzamos los 10 kilómetros y seiscientos metros de desnivel de esta fantástica excursión.
Marcos Bielsa Ordás