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LA CARA OCULTA DEL BISAURÍN

¿La Picoapico al Bisaurín?

 -Aquí hay truco, yo por si acaso. Me apunto.

Éste comentario compartido por algunas personas centró la conversación del grupo durante la comida. Mientras, cortinas de lluvia se precipitaban desde el cielo gris a nuestro alrededor acompañando con la música de fondo de un continuo concierto de truenos. Todo este magnífico espectáculo  nos amenizaba la comida. El paisaje era cambiante en todas direcciones pero soberbio como siempre. Montañas difuminadas por la lluvia se volvían nítidas un tiempo después, a la vez que otras desaparecían en un instante de nuestra mirada. Y nosotros allí con una relativa tranquilidad comiendo con un ojo en el bocata y otro en el cielo, sabemos todos que aún nos queda rato, desnivel y distancia por delante y que nos mojaremos seguro. Pero estamos a 2,669 metros de altura y comemos y bebemos y reímos, puesto que también estamos felices al haber acabado de completar una bonita y fácil escalada para culminar la original ruta que nos ha llevado hasta la cumbre del Bisaurín.

El Bisaurín además de ser una gran montaña, es realmente la primera gran montaña al oeste del Pirineo. Las rutas habituales hasta la cima atraviesan parajes por Foratón, Fetas ó Mistresa, donde solamente el hielo, la niebla ó el viento hacen complicado un recorrido que en condiciones normales no entrañan ninguna dificultad más allá de las propias de cada época del año. Cima asequible e ideal para iniciarse en esto del montañismo en cualquier época del año. Y mira por dónde que para allí que se fueron los de la Picoapico este pasado domingo 28. Pero claro, conforme a nuestro especial espíritu, hemos ido por otro itinerario distinto mucho menos frecuentado y conocido.

Pasan unos minutos de las ocho de la mañana, el cielo está despejado pero con un velo de bruma generalizada y nosotros nos ponemos en marcha desde el aparcamiento del refugio de Gabardito. Tras seguir un trecho la GR11 que lleva al collado de Foratón, nos desviamos para bajar al poco caudaloso cauce del barranco de Aguerri, justo allí donde lo cruzamos confluye el barranco del Salto de la Vieja que está seco.  Remontamos suavemente y hacia el este el valle hasta que este gira hacia el norte y comienza realmente la subida. Al poco nos vamos acercando a las cimas de la sierra de Secús enfrente, mientras vamos dejando atrás a nuestra izquierda la mole del Aguerri y a nuestra derecha la sorprendente cara oeste del Bisaurín. Un poco más y estaremos en el valle de Tacheras.  Poca gente conoce este lugar, la majestuosidad de la verdadera cara norte del Bisaurín. Si es la roca caliza la que predomina en la cara sur, con un muy diferente aspecto, la roja Arenisca de Marboré modela y colorea su vertiginosa y oculta cara norte. El desconocido, precioso, y aislado valle de Tacheras es sin duda una de las joyas de la zona. Tras una  breve parada continuamos con nuestra ruta y nuevamente hacia el este remontaremos por inmaculados neveros hasta el collado de Secús, la magnífica huella trazada por Óscar ha cruzado varias veces las huellas de los sarrios que nos observan desde las alturas. Estamos a 2,400 mts. de altura y nos queda la parte más técnica del día, día que de momento aguanta.

Doscientos disfrutones metros de desnivel en vertiente puramente norte, con una pendiente media del 50%, donde se suceden canales de nieve y tramos de roca, terreno fácil pero que demanda concentración y orientación, ascensión que se nos hace breve y divertida. Pendiente que se va suavizando hasta dejarnos mismamente en la arista cimera. El paisaje se torna de 360 grados, nos queda muy poco para la cumbre, y recorremos los últimos metros bajo el rumor de la tormenta. Todo es lluvia a nuestro alrededor menos en la cima que incluso durante un breve tiempo podemos ver el sol.

Bajaremos por la ruta habitual hasta el collado de Foratón donde una fina lluvia nos recibe y prácticamente ya no nos dejará mientras caminemos por la GR11. Fina lluvia que no nos importa porque la esperábamos y es el momento de disfrutarla mientras transitamos praderas de un verde intenso y bosques de hojas brillantes. La vuelta hasta el refugio de Gabardito no se ha hecho larga, pese a que hemos recorrido unos 19 kilómetros con 1,400 metros de desnivel en poco más de ocho horas.

Marcos Bielsa Ordás