18 de junio de 2.017
POR LAS CRESTAS DE LOS GABIZÓS
Las cinco de la mañana, esa hora en la que nos cruzamos por las calles, todos con ojos somnolientos y caras de poco dormir, los que vuelven tarde y los que vamos pronto. Hoy toca madrugón porque nos vamos al Pirineo francés, a descubrir alguno de los secretos de la vertiente norte, tan cercana y tan desconocida.
Siempre que cruzamos la frontera nos sorprenden el verdor y la frondosidad de los valles franceses, densamente poblados, que se precipitan abruptamente hacia las llanuras del “midi” tan a menudo cubiertas por un mar de nubes.
Para los habitantes del sur de los Pirineos, a menudo nos es muy difícil identificar las esbeltas cumbres que culminan estos valles. Hoy vamos a los Gabizós, unas de estas cumbres desconocidas que tan a menudo contemplamos cada vez que recorremos la vertiginosa carretera que une Laruns con Arrens por el puerto del Oubisque.
En una curva, sin apenas sitio para parar, nos apeamos del autobús y comenzamos a caminar por un empinado sendero medio escondido entre el bosque nos lleva a los prados más altos donde se abre el valle perfilado por las paredes de caliza blanca del Petit Gabizos al este y el Pic de la Latte de Bazen al oeste. A pesar de la altura y de que estamos en la vertiente norte, el sol calienta más de lo normal y se agradece cuando el sendero está en la sombra.
Los Gabizós son un conjunto de cumbres formadas por una larga cresta, de caliza blanca el Petit Gabizós, y de esquistos el resto de la cresta, hasta el Gran Gabizós. El conjunto, incluida la cresta hasta el Pic Louesque, se denomina Cresta de las Taillades Blanques. Todo siempre en un terreno muy descompùesto y aéreo que explican por qué esta travesía que queremos hacer es tan poco frecuentada.
Disfrutamos de los prados muy floridos en esta época del año, hasta que llegamos a las pedreras de la canal por la que subimos hacia la brecha que separa las cumbres de los Gabizós. A mitad de la pedrera nos metemos en una canal, apenas visible desde abajo, que en diagonal hacia la izquierda lleva hasta una brecha, Brecha Eduard, muy cerca de la cumbre del Petit Gabizós. La canal está muy descompuesta y tenemos que trepar por ella extremando las precauciones y buscando el mejor itinerario apenas señalado por algunos mojones. Desde la brecha, un tramo de cresta aérea y delicada nos deja en la cima del Petit Gabizós a 2.639 metros.
Alguna foto, un bocado rápido y destrepamos la diagonal hasta la canal para reemprender la subida hacia la cresta de esquistos que tenemos que recorrer para alcanzar la cumbre del Gran Gabizós.
Varias cumbres intermedias forman esta cresta por la que trepamos, destrepamos, escalamos, y hasta necesitamos utilizar las cuerdas en algún corto paso, mientras disfrutamos de unas espléndidas vistas de la vertiente norte del Balaitous, del Palas, Midi D’Ossau, del Vignemale… y de tantas otras cumbres que no conseguimos identificar. Al final de la cresta, el Gran Gabizós, coronado por un pequeño hito de piedras, parece burlarse de nosotros cada vez que llegamos a una cumbre intermedia y aparece siempre igual de lejano. Finalmente, con paciencia y después de un buen rato cresteando, llegamos por fin al Gran Gabizós (2.692 mts). La parada en la cima es breve ya que todavía nos queda por recorrer el resto de la cresta, ya mucho más fácil, hasta el pico Louesque y descender hasta la estación de Gourette donde nos espera el autobús.
Desde el pico Louesque tenemos que bajar, con mucha precaución, por los empinados prados hasta una brecha desde la que, con ayuda de una cuerda, bajamos hasta los prados que rodean al pequeño lago de Louesque y ya, sin ninguna dificultad, descendemos por un marcado sendero hasta la estación de esquí de Gourette.
Hemos invertido más de once horas en hacer esta travesía en la que nuestros altímetros han marcado 1.730 metros de desnivel acumulado. La belleza de este solitario paisaje ha compensado con creces el esfuerzo y regresamos satisfechos a casa.
Lorenzo Ortas