Recorrido por el valle del Aragón
Desde Canfranc a la majada de Gabardito para bajar hasta Villanúa
Desde el aparcamiento que hay, al otro lado de la carretera, frente al pueblo de Canfranc partimos sesenta senderistas, el pasado domingo día catorce, para nuestra dominical travesía. Unos metros más abajo, cartel indicador, se inicia una senda que sube de manera constante pero con gran suavidad pegada al barranco de los Meses. Al principio se atraviesa una zona que fue vivero de pinos con los que se repoblaron, a principios del siglo XX, las laderas que conforman la estación de Canfranc y así protegerla de los aludes. La senda cruza el barranco por encima de un dique y con abundantes lazadas va ganando altura por un frondoso y variado bosque que además nos permite ver entre la vegetación los saltos y rápidos que realizan las aguas entre los paredones rocosos por un trazado que recorren numerosos barranquistas.
Tras pasar algunos desvíos para acceder al cauce se alcanza un pinar y la pista que sube de Villanúa y por la cual descenderemos a la vuelta. La amplia y pedregosa pista en algunos tramos cruza sin dificultades una escorrentía y llega a una hermosa y cuidada fuente, la fuente de la Abetosa, que da inicio a un denso y oscuro abetal con ejemplares de considerable altura. Un bosque de pinos rojos, algunos muy llamativos por su envergadura y curiosas formas y dignos de ser fotografiados, precede a la Majada de Gabardito y su refugio forestal.
En esta amplia zona de pastos de montaña que se extiende a los pies de la sierra de las Blancas y del collado de la Magdalena, por el que se pasa al valle de Aisa, nos dedicamos a almorzar y contemplar el soberbio paisaje que lo rodea. Especialmente hacia el norte con las esbeltas siluetas de los Lecherines y hacia el este el profundo tajo de la entrada al valle de Ip enmarcado entre los picos nevados de la Moleta y Collarada.
Nos llamó poderosamente la atención las enormes gabarderas (zarzales) que van cubriendo los pastizales y como éstos parecían recién labrados como consecuencia de la acción de los jabalís en su búsqueda de raíces. ¡¡Cómo cambia el paisaje en unos años cuando la naturaleza actúa por su cuenta!!
Como en ocasiones se nublaba y corría un vientecillo fresco estuvimos menos de lo pensado y emprendimos el largo descenso de dos horas hasta Villanúa por la pista por la que habíamos subido. Llegados al desvío del barranco de los Meses (numerosos carteles indicativos jalonan todo el recorrido) proseguimos hacia abajo por entre pinos y verdes y floridos prados. La vegetación irá cambiando conforme vamos perdiendo altura y cuando la carretera de Jaca a Canfranc transcurre por debajo de nosotros y hayamos cruzado bajo el tubo que suministra agua a la central hidroeléctrica de Villanúa serán las carrascas, cajicos y chinebros los que delimiten el camino que termina en la carretera unos doscientos metros por encima del pueblo.
En el restaurante Monte Lierde comimos bien y rápido pues un grupo deseaba visitar la Cueva de las Güixas. En la visita la guía aparte de explicarnos los aspectos geológicos y morfológicos de la gruta nos dio una amplia información sobre la vida y costumbre de los actuales moradores de la cueva: los murciélagos.
El recorrido de poco más de doce kilómetros lo hicimos en un tiempo neto de tres horas y cuarto salvando un desnivel de seiscientos metros. Cuatro horas y media desde que bajamos del autobús a las nueve de la mañana.
La travesía de T.A.A. preparada para el próximo domingo nos llevará a la parte oriental de la provincia junto al pantano de Escales por los pueblos de Betesa, Santorens y Buira.