Este año hemos vuelto a las estepas de Monegros y Bajo Cinca al inicio de uno de sus mejores momentos, la primavera. En ella podremos encontrar una serie de plantas que solo las podemos ver en este momento, después la sequia hará que desaparezcan de nuestra vista y esperen la siguiente primavera, se trata de evitar la escasez de agua desapareciendo, como las plantas no pueden desplazarse entran en un letargo en forma de semillas o bulbos bajo el suelo. Pero hay plantas más bravas que no solo desafían la sequia sino que son abundantes y domina ciertos lugares de manera que hacen su hogar donde otras no pueden vivir. Y para ver alguna de estas plantas nos fuimos al barranco de la Valcuerna, Candasnos, donde crece un endemismo monegrino que solo se da en esta zona donde coinciden las tres provincias aragonesas y Lérida. Sus hojas son pequeñas y están cubiertas de unos pelos rígidos que le dan aspereza de ahí su nombre común de asprón, que contrasta con sus flores en forma de cruz y de un delicado amarillo limón. Esta parte del Valle de Ebro tiene una de las floras más interesantes no solo del Altoragón sino de Europa, lo que ocurre que son especies de pequeño porte escondidas en la grandeza de los espacios de estas comarcas, y su aspecto a no ser que te pares a observarlas con un poco de interés tampoco es espectacular, pero son plantas raras que llegaron aquí durante la Era Terciaria y aquí se han mantenido desde entonces.
Acabamos el paseo en la Salineta de Bujaraloz, contemplando las plantas que crecen en lugares salinos; y como esta laguna estaba orlada por una costra blanca de sal y el agua de su interior tenia un color rosa-anaranjado por las bacterias que viven en estas, más que aguas saladas podríamos decir, salmueras.
Estas lugares siempre nos enseñan que la vida es posible más allá de lo imaginable.