6 de marzo
Pudimos disfrutar tras superar una moderada ventisca
Con raquetas desde el Portalet hasta la entrada del aparcamiento de Sarrios en Formigal
Todos los años realizamos un paseo con raquetas y vamos alternando los valles en función del estado de la nieve y de las condiciones atmosféricas reinantes. En principio el pasado domingo día seis teníamos planificado realizarlo por la zona francesa del valle de Aneou, al otro lado del paso del Portalet, pero el sentido común se impuso y lo hicimos por terreno español.
Al cruzar, sobre las ocho y media de la mañana, por el alto de Monrepós no se veían las cumbres pirenaicas, nubes bajas las cubrían por lo que, a regañadientes, hubo que volver a dar la razón a nuestros «hombres del tiempo» que habían pronosticado «tiempo revuelto». Para un montañero, que ante todo es un admirador de los paisajes naturales, llegar a la cima del puerto y no poder contemplar el extraordinario panorama pirenaico que nos proporciona esta atalaya, supone la primera decepción mañanera pero surge entonces esa firmeza montañera, y oscense, de «no reblar y alante».
Al parar el autobús en la zona francesa nos encontramos con un aparcamiento vacío, el valle francés camuflado entre la niebla y la nieve zarandeada en todas las direcciones por unas rachas fortísimas de viento. Los treinta y dos senderista tardamos poco en decidir que si caminábamos en dirección sur, hacia Formigal, el viento lo tendríamos de aliado a nuestra espalda y no de enemigo azotándonos la cara.
Primero fue preciso ajustar varias raquetas, que habían sido alquiladas, a las botas de los que debían llevarlas, mostrarles cómo funcionaban los cierres de cremallera, velcro o correas y sin más a dar los primeros pasos.
Esquivando las dos máquinas quitanieves que limpiaban los aparcamientos de los establecimientos comerciales que hay en la frontera y sin huella visible, ni la hubo en todo el recorrido como clara consecuencia de las oleadas de nieve que movía la ventisca, nos elevamos hacia las laderas del Petruso buscando la mayor comodidad para avanzar sin perder ni ganar altura.
Al principio el viento soplaba con violencia pero sabíamos que en cuanto perdiéramos altura se dulcificaría y además veíamos el paisaje soleado por delante de nosotros. Pasando por enfrente del aparcamiento de Espelunciecha, dominado al fondo por el piramidal pico de Anayet, comprobamos que varios remontes funcionaban y algunos esquiadores se deslizaban por las pistas. ¡El ánimo crecía, sin duda todo iba mejorando!
En una zona de grandes piedras encontramos acomodo y protección contra el viento para almorzar un poco y decidir si acortábamos el paseo bajando a la carretera que teníamos a nuestra derecha o girábamos a la izquierda en dirección al Puerto Biello de Sallent. Se optó por unanimidad por esta segunda posibilidad.
Atravesando la amplia vaguada que teníamos por delante empezamos a gozar de verdad pues la nieve polvo acarreada por el viento permitía a las raquetas hundirse casi un palmo con ese crujir tan característico que hace al romperse la primera capa de nieve virgen, ¡Una gozada!
Aquí debemos reconocer el considerable trabajo de Sergio y Jesús que fueron abriendo huella y todos sabemos el esfuerzo extra que este menester supone. En un momento determinado nos apeteció atacar una de las laderas y tras varias lazadas, en algunas enfrentándonos al viento, ganamos un centenar de metros de altura. Alcanzada la cresta los que ya teníamos experiencia en raquetas contentos y felices y los primerizos pensando cómo demonios harían para descender por las fuertes pendientes de aquellas blancas laderas ya que la carretera de acceso al Portalet se veía muy, pero que muy, por debajo nuestro.
El caminar con raquetas de nieve es sencillo salvo que haya que caminar por laderas muy inclinadas ya que al apoyar cada pie a distinto nivel exige mucho equilibrio y fuerza en los tobillos. Algo parecido ocurre cuando hay que descender por pendientes muy pronunciadas porque nunca sabes si al echar el pie hacia delante y apoyar la raqueta se hundirá cuatros dedos o medio metro. La gran ventaja es que te permite llegar sin grandes dificultades a paisajes y lugares a los que no se puede acceder sino es con esquíes.
Pues poco a poco, alternando zonas donde la nieve acumulada sobrepasaba el metro de profundidad con zonas donde la ventisca había desenterrado las piedras y tan apenas quedaba nieve, fuimos descendiendo hasta el desvío que en la carretera permite el acceso a la zona de Sarrios, dentro del amplio complejo esquiable que es Formigal. Allí nos recogió el autobús para trasladarnos a la Residencial de Búbal donde nos habían preparado la comida.
Los navegadores de montaña proporcionaron los siguientes datos: seis kilómetros y medio de recorrido en un tiempo neto de tres horas y cuarto, salvando un desnivel positivo de 180 m y 350 m. de descenso.
Para el próximo domingo día 13 Rutas por la Provincia ha preparado su travesía por las ermitas de Chiriveta y el Congost terminando en Montañana