Un bosque otoñal, le bois de Sansenet
La verdad es que no nos pudimos quejar, íbamos a una de las zonas más lluviosos de Pirineo, en época de lluvias y con pronóstico de lluvia, y el tiempo nos dio la razón, una lluvia fina nos acompaño durante casi todo en recorrido. A pesar de la incomodidad de ir con los paraguas mereció al pena el paseo, no solo por el espectáculo de los girones de nubes enredándose en las copas de las hayas y los abetos, velando y desvelando las paredes rocosas cercanas, insinuando los perfiles de sus cimas, sino también porque el agua de la lluvia daba brillo a todo aquello que mojaba. Y más aún en la cabecera del Aspe, dentro del bosque de Sansenet con el color de las hayas en el cambio de hoja, bajo su copas el suelo cubierto por la hojarasca recién caída entre las que sobresalían grandes helechos, los musgos que tapizan las rocas de un verde intenso y unas pocas plantas más.
Aquí las plantas luchan por la luz, los arboles interceptan la mayor parte de los rayos solares y solo permiten bajo ellos la existencia de plantas adaptadas a niveles muy bajos de luz y una alta humedad ambiental. Entre los árboles también hay competencia, el árbol grande hace sombra al chico y dificulta su crecimiento; al final el abeto es el único que hace sombra a todos los demás y domina el bosque.
La luz suave filtrada entre las nubes y el efecto mojado de las rocas y las plantas, creaba un paisaje de vivos colores que unido al silencio, pues daba la impresión de ser los únicos que estábamos en esta parte del Parc National des Pyrénées, nos hacia estar convencidos de que estábamos en el lugar y en el momento adecuado; solo había que mirar la expresión de los participantes para saber que iban a guardar un grato recuerdo de este paseo por la naturaleza.