POR LAS ESTEPAS DE MONEGROS
El recorrido se desarrolló por uno de los territorios con más carácter y mayor interés científico de Aragón, y me atrevería a decir de Europa, pero sus espacios llanos y secos no ayudan a resultar atractivos a primera vista. Aunque el clima de la zona es seco, incluso árido en verano, la escasez del árboles es consecuencia de la intensa utilización de este territorio por el hombre, y tanto las sabinas que vimos creciendo entre los campos de cultivo, como el sabinar de la Retuerta de Pina de Ebro que se insinuaba lo lejos nos daban una idea de lo que podría ser este monte negro de Monegros.
Pudimos ver como la vegetación natural existente se organiza según cada tipo de suelo. En las zonas más altas donde la erosión ha descarnado el suelo dejando las manchas blancas de las rocas de yeso a la vista, encontramos los romerales con matas separadas de este arbusto entre las cuales aparece el suelo mineral muchas veces cubierto de líquenes, cuando llueve, el agua no tiene donde quedar retenida y escurre rápidamente. En las hondonadas donde por gravedad se acumula algo más de suelo y humedad se desarrollan los albardinares, que forman un tapiz que frenan el viento y retinen el polvo y la arena que este transporta, por lo que contribuyen a acumular suelo, su fertilidad se ve manifiesta por el gran número de plantas más pequeñas que crecen al amparo de las macollas de albardín. Las lagunas están rodeadas de una orla de plantas especializadas “amantes de la sal” de tallos carnosos, estas plantas se van rarificando según nos adentramos en la laguna pues la salinidad es excesiva incluso para ellas . Y este precisamente es el lugar donde crecen dos de las especies que son unas de la joyas botánicas de la zona pues su origen se encuentra en los saladares del Asia Central y entre medio solo las encontramos distribuidas en escasas localizaciones alrededor del Mediterráneo, a pesar de ser anuales y de su pequeño tamaño son capaces de soportar la mayor salinidad de entre todas las especies de plantas de Monegros.
Pero sin lugar a dudas lo que más llamo la atención de los excursionistas fue un pequeño crustáceo de un centímetro de longitud y de color rojo, llamado artemia, que habita en los pozos de agua salada de la laguna de La Playa, en ellos se alimenta filtrando microorganismos que son los que le aportan su llamativo color. La artemia es la parte más visible de un ecosistema muy particular ligado a estas aguas mineralizadas, normalmente temporales y sometidas a un exceso de rayos ultravioletas, en ellas habita otro crustáceo exclusivo de algunas lagunas de Monegros y sobre todo variadas colonias de microorganismos que son las responsables desde el color del agua hasta la superficie gelatinosa del fondo de estas lagunas; en estas colonias de microorganismos los científicos pueden estudiar como se origino la vida en nuestro planeta.