Sin reblar ante las inclemencias del tiempo
Circular desde San Bartolomé hasta el refugio forestal de Gavín al pie de la sierra de Tendeñera
Con el cielo totalmente despejado en Huesca partíamos, el domingo día dieciséis a las ocho de la mañana, casi cuarenta senderistas para realizar una travesía por la ladera sur cercana a Peña Sabocos. Ese extraordinario mirador que es el puerto de Monrepós nos mostraba densas y oscuras nubes que impedían ver la Cordillera y numerosos bancos de niebla en los valles. Al pasar por la localidad de Biescas saltaron las alarmas cuando los limpiaparabrisas de autobús comenzaron a funcionar, por ello, al pasar por la localidad de Gavín se impuso una pequeña reflexión: continuar nuestra programa o volver hacia el sur y realizar un recorrido alternativo por la zona de Arguis.
Como la lluvia era aún un sirimiri se decidió seguir con los planes previstos y así a las diez nos poníamos a caminar partiendo de la ermita de San Bartolomé de Gavín presidida por su esbelta y magnífica torre cuadrangular. Cincuenta metros más abajo sale a la izquierda de la carretera una estrecha senda que a media ladera penetra en el pinar. Pronto descubrimos que en tiempos fue un camino de herradura muy utilizado ya que a base de lazadas y con algún repecho corto pero duro va ganando altura hasta que se cruza con la pista que sube desde San Bartolomé y que está cerrada a la circulación. La senda cruza la pista y la vuelve a encontrar al cabo de cinco minutos pero nosotros vamos a continuar por una trocha que gana altura en dirección norte hasta encontrar un ramal de la pista principal.
De momento el sirimiri continuaba y observábamos que teníamos muy cerca ya los pinos cubiertos de nieve. Un breve descanso para comer algo rápido y a las once y cuarto tomábamos el antiguo camino que subía a los pastizales altos antes de construir la pista. El amplio camino es una delicia por su densa vegetación pero sobre todo por su variada flora. Al ir adaptándose a las varias barranqueras que ha de atravesar, en cada una de ellas las condiciones climáticas han hecho preponderar unas especies sobre otras y así se pasa de hayedos a pinos y abetos, a acebos, a arces, etc. y siempre flanqueados por bojes de dimensiones llamativas y todo el camino adornado por la nevada de los días pasados. Ahora ya no llueve, nieva con dulzura, de forma suave y vamos caminando sobre un blanco manto de cinco o seis centímetros de nieve. El túnel arbóreo que nos cubre sólo en algún tramo nos permite ver la ladera izquierda del barranco del Infierno que está adornada de los mejores colores otoñales. El camino, con mínimos desniveles, obvia tres o cuatro trochas que suben hacia la izquierda hasta llegar a un profundo barranco que forma parte de los llamados Canales del Infierno.
Cruzar la barranquera exige cuidado pues el lecho es de piedra algo resbaladiza y de bastante inclinación aunque el caudal de agua no es abundante y de ello debemos dar gracias a que en la zona en los últimos días más que llover ha nevado. Tras un duro repecho que cruza el hayedo salimos a la pista que sube hasta el puerto de Gavín llegando hasta la misma falda de Peña Sabocos.
Tras haber superado dos barranqueras, que cruzan la pista por vados hormigonados que quedaban ampliamente barridos por la fuerte corriente, llegamos al refugio forestal. Eran casi las dos de la tarde y entonces la nevada era copiosa, la visibilidad pobre y en los tramos planos de la pista el suelo estaba encharcado por lo que se hacía penoso el caminar.
Durante hora y media recorrimos, a buen paso, la pista mientras la nevada se convertía en agua nieve y finalmente en fina lluvia pero se levantó una suave y heladora brisa que se notaba especialmente en las manos. Dos tramos de la pista se habían convertido en dos enorme barrizales provocados por el trabajo de dos máquinas, allí aparcadas, de las que hacen tiraderas para extraer pinos del bosque.
Cuando la pista empieza a descender de forma clara hacia San Bartolomé tuvimos opción de bajar por la senda que habíamos subido pero entendimos que ofrecerían cierto peligro algunos tramos pedregosos que al estar cubiertos por hojas mojadas son muy resbaladizos. Ello significaba otra buena ración de pista aunque ya habíamos decidido llamar al autobús para que nos subiera a buscar a la ermita con lo que acortábamos la travesía que en principio debía acabar en el pueblo de Gavín.
A las tres y media pudimos cambiar nuestras mojadas ropas y botas por las secas que siempre se quedan en el autobús.
Los navegadores de montaña daban los siguientes datos: cuatro horas y cuarto netas de caminar, habiendo salvado un desnivel de casi seiscientos metros y una distancia de casi dieciséis kilómetros.
La próxima travesía de Turismo por el Alto Aragón, la número 345, es la última del año y transcurre por la zona de Secastilla, La Puebla de Castro y Olvena.