Por Antonio Arazo Mestre.
Para los que llevamos más de medio siglo perteneciendo a la gran familia de PEÑA GUARA, es una delicia conversar con gente que conocimos en aquellos años y que nos precedían haciendo actividades en montaña. Tal es el caso en esta ocasión, de la amena charla que mantengo con MANUEL ESTAÚN DOMINGO, “Lolé”, como cariñosamente es conocido en todos los ámbitos deportivos que ha venido practicando a lo largo de los años. Accede muy gustoso a colaborar en esta edición de la revista digital del Club y a tal efecto le pregunto:
Manolo ¿cuándo comenzaste tu andadura en Peña Guara?
Exactamente en 1.953 como socio núm. 121 y el 60.126 de la Federación Española de Montañismo (meticulosamente archivados me muestra los carnés y otros documentos con datos y fechas concretas). Yo de hecho con quince o dieciséis años comencé a salir al monte con amigos. Íbamos a Vadiello, Roldán, Picón, Águila, Gratal, etc., es decir, lo que estaba más cerca de casa, porque muchas salidas las hacíamos andando ida y vuelta desde y hasta Huesca. Al salir de trabajar el sábado nos desplazábamos caminando por la noche, con linternas, a distintos parajes. Luego ya lo hicimos con bicicletas prestadas o alquiladas y lógicamente fue más asequible realizar los primeros pinitos por la sierra. Una noche en Chibluco no nos querían dejar dormir en una pajera por temor a que fuésemos “maquis”. Anécdotas te contaría a montón. Fueron años emocionantes. Los posteriores viajes en tren a Riglos, Villanúa y Canfranc teníamos que disponer del oportuno salvoconducto, pero las circunstancias eran las que fueron y…
La cuestión es que cuando la sede de Peña Guara estaba frente al teatro Olimpia, observé en el escaparate unas fotos de escalada en Vadiello y me entró el gusanillo de aquello. Me di de alta en el Club y hasta ahora. Comencé a escalar en Vadiello con Julio Nogués y de la mano del “maestro” Emilio Cabrero, que todavía vive en el Sao Paulo brasileño. Tengo recuerdos de subidas a Guara con nieve por su cara norte haciendo vivac en el collado. Luego en Los Pepes, la Patata, segunda en la Mitra a colocar la cruz haciendo noche en la plataforma. Por cierto, en la tercera a la Mitra, Julio Nogués dijo que ya no escalaba más debido a la peligrosidad de la roca. Había una entrañable amistad en todas las cordadas viviendo ese espíritu montañero que tanto se ha comentado.
Después dimos el salto a Riglos conociendo a renombrados escaladores y haciendo cordadas muy significativas con Pepe Díaz, Rabadá, Cintero, etc. en la peña Don Justo y el Fire con Ángel Lorés y Luis Palacio.. Con el “Chapas” hicimos el Pisón por la directa Pany Hauss. A las cuatro de la mañana estábamos ya en la pared, para estar abajo de nuevo a las cuatro de la tarde. Escalábamos con unas abarcas especiales que nos hacía el guarnicionero Albert y que alternábamos con aquellas botas de baloncesto que tenían un círculo de cuero en el tobillo. Las botas nos las hacían en Casa Reula. El resto del material (mochila, cuerdas, clavijas, etc.) era muy pesado, pero eso lo he visto después a juzgar por los nuevos materiales que han ido apareciendo en el transcurso de los años.
También he estado en el Aneto, Maladetas y en muchas de las cumbres más emblemáticas de nuestro pirineo, alternando esta apasionante actividad en montaña con otros deportes como fútbol, baloncesto, caza y pesca. En cambio fíjate, no me ha dicho nunca nada el esquí.
Veo que dispones de amplia información, archivada y plastificada, sobre el equipamiento en Vadiello de la Canal del Palomo.
Efectivamente. La equipamos Emilio Cabrero, Marcelo Plaza, Ángel Lorés, Luis Palacio y yo. Sería muy largo de describir, pero resumiendo te diré que instalamos doscientas cuarenta clavijas y cinco grapas. Utilizamos 56,75 metros de hierro de 13 milímetros con 15,50 metros de perforación en roca y treinta ramplús a martillazo limpio. El instalar cada clavija suponía mil doscientos cuarenta martillazos, así que multiplica y te harás una idea aproximada de las jornadas que invertimos en tal menester.
Formaste parte también en la Junta Directiva del Club.
Fue durante la presidencia de Julio Nogués y Manolo Bara de secretario. Durante esos años conocí y viví intensamente muchas cuestiones relacionadas con las distintas actividades de Peña Guara y la relación con la Federación Aragonesa de Montaña. Como vivencia más importante no cabe duda que fue la conquista del Everest en 1.991. Quisimos ir a Katmandú a recibir a nuestros héroes, pero nos tuvimos que conformar con recogerlos en Barcelona. Muchos oscenses tienen que recordar el fabuloso recibimiento que se les hizo en la ciudad.
También quiero reseñar, que mano a mano con Julio Nogués, catalogamos el archivo fotográfico, que a esas fechas ya era mucho e interesante .
Y hablando de fotos ¿qué nos dices de tu entusiasta afición a la fotografía?
Pues que desde los “tiempos más remotos” me ha gustado mucho y la he practicado con muchísima ilusión. Primero con una Agfa de fuelle prestada por un compañero de trabajo y luego ya con equipo propio. Yo diría que he fotografiado todo aquello que se ponía ante mi vista, desde paisajes, flora pirenaica, pueblos y sus gentes, puentes y pozos, hasta de heráldica –que tengo 2.005 fotos-. Setenta mil diapositivas analógicas hasta la fecha. La digital no la he tocado y aun dispongo de algunos carretes que no sé si los acabaré de hacer. Tengo dos habitaciones con estanterías llenas de álbumes y creo que ya no me caben más.
Pero lo mejor que me viene sucediendo en este aspecto fotográfico, es compartir con Fernando Biarge salidas y vivencias por todo el pirineo y multitud de pueblos, etc. aportando algunas de mis fotos a los distintos libros que ha publicado Fernando. He aprendido mucho con él y sin él, para mí ahora ya no sería lo mismo.
Muchas gracias Lolé por tu tiempo y disposición, pero por favor, no dejes de seguir fotografiando. Seguro que te queda algún hueco en las estanterías.