Desde que el año pasado ascendimos el pico Lecherín ya hacíamos planes para ascender también los Mallos de Lecherin, de un aspecto casi inaccesible, con paredes verticales en todo su entorno.
Como todas las fortalezas, siempre hay un punto más débil, en este caso un poco menos difícil, ya que esta montaña no tiene otra manera de ser ascendida que escalando, en este caso por su cara más amable, el corredor Faus, nombre de la persona que lo subió por primera vez, un intrépido pastor que con unas cuerdas lo ascendió.
La dificultad es en términos montañeros P.D. o de II y III grado, incluyendo en su descenso tres rápeles de unos 25 a 30 metros, haciendo un total de escalada de unos 100 metros que hizo las delicias de los 26 montañeros de este grupo del club Peña Guara llamado Travesías Pirenaicas.
Comenzamos la aventura desde el aparcamiento del Rigüelo a unos 1500 metros de altitud, habiendo salido de Huesca a las 6.00. Una hora y cuarto después nos disponemos a realizar, después de comprobar todo el material (cuerdas, mosquetones, arnés y descensores para los rápeles) el tan deseado Mallo de Lecherín 2452 m.
El principio se hace por el mismo camino que se accede al Aspe, que es el pico de más envergadura de la zona del valle de Aisa y poco después nos ponemos de espaldas a él y comenzamos a subir hacia el collado de la Magdalena a unos 2000 metros de altitud contemplando las curvaturas con forma de serpiente que descienden del pico Rigüelo.
Una vez en el collado descendemos un poco en dirección hacia el refugio López Huici y poco después ya por un canchal de piedras nos dirigimos directamente hacia nuestro objetivo, una canal escondida entre dos paredes que da acceso al corredor Faus.
Una vez ya en su pared y tras colocarnos los arneses comenzamos a trepar la primera pared que nos hace extremar la precaución ante la gran cantidad de piedras sueltas que no paran de caer.
Después de esta pared nos metemos en un corredor con una sima en el centro y con algún paso comprometido. Ya al final del corredor está la cima deseada, que poco después se divide en otras cuatro cimas, formando una fortaleza que parece más un castillo que una montaña. Pasamos un gran rato recorriendo sus cimas y deleitándonos del paisaje vertiginoso de nuestro alrededor.
Una hora después de hacer cima los primeros del grupo comenzamos el descenso con las cuerdas que hemos dejado instaladas en el ascenso, realizando los tres rápeles antes citados.
Ya todos abajo sin incidencias de importancia excepto alguna piedra que va cayendo nos dirigimos por el mismo camino hacia el aparcamiento donde nos espera el autobús.
Han salido unos 1100 metros positivos y unas 8 horas de actividad, en esta ocasión la cara de satisfacción de los participantes se hace ver con gran notoriedad pues el pico ascendido no está al alcance de cualquiera si no se es montañero experimentado.
Sergio Vivas Jal