Travesía 408 – Moncayo

20 de mayo de 2018  

Con niebla pero sin viento en el Moncayo 

Partiendo desde la fuente de los Frailes y tras pasar por el Santuario llegamos al pico

 

El pasado domingo, por fin tras algún intento fallido, sesenta y cuatro senderistas coronamos el Moncayo o Pico de San Miguel. Antes de llegar a Tarazona hay que desviarse para por el Monasterio de Veruela y Agramonte llegar a las estribaciones de la sierra y aparcar en la fuente de Los Frailes, a 1.350 m de altitud, ya que de aquí no pueden pasar los autobuses.

El Pico visible desde numerosos lugares pertenecientes a distintas comunidades autónomas, en días claros desde el mismo Loarre, es una constante invitación a subirlo. Dada su peculiar situación y su altura, supera los dos mil metros, en sus faldas se produce una llamativa transición de pisos forestales. Empezamos a caminar por la pista entre hayedos para desviarnos en el primer cruce (GR 90.1) y seguir el antiguo camino de subida  al Santuario por un extraordinario bosque que combina acebos y pinos rojos repoblados a principios del siglo pasado y que al crecer al mismo tiempo se han esforzado por subir bien derechos  y paralelos en busca de la luz. Como el camino es cómodo de piso y sube con suavidad, en menos de una hora nos dispusimos a almorzar en los alrededores del Santuario de la Virgen del Moncayo diseminados entre las fuentes del Chorro y San Gaudioso.

Desde este punto continuamos al ascenso, recorriendo primero un bosque de pinos silvestres y abetos que poco a poco dejarán paso a los pinos negros, ascendiendo sin dificultad por senda bien marcada, aunque en algún tramo algo exigente máxime al tener que cruzar algunas lenguas de nieve. Al salir del bosque debíamos ver a nuestra derecha el majestuoso Circo de San Miguel, un enorme anfiteatro de paredes verticales, y a nuestra izquierda el Circo de San Gaudioso pero lo que había era una espesa niebla y por ello visibilidad prácticamente nula.

La senda gana altura alternando cortos pero fuertes repechos con tramos más llevaderos, siempre entre canchales de piedra suelta, al principio con algún que otro achaparrado pino negro, brezos, chinebros y piornos rastreros, pero en su tramo final carente de vegetación. Alcanzado el cordal cimero estamos en el collado de las Piedras, donde entre las grandes lajas de piedra pizarrosa han elevado un hito troncocónico de casi dos metros de altura que es una maravilla digna de admirar.

Entre los girones de niebla que se van sucediendo se acierta a contemplar a nuestra izquierda las tierras sorianas  de Agreda y al frente, todavía lejana, la cumbre del Moncayo a la que llegaremos veinte minutos después tras atravesar el cerro de San Juan y su consiguiente hondonada. En el vértice geodésico (2.314 m.) nos hicimos la foto de rigor y observamos que en lo alto del monolito faltaba la imagen de la Virgen del Pilar. Poco tiempo estuvimos en la cima pues decidimos volver por el mismo camino ya que regresar por el collado de Castilla, como estaba proyectado y marcado, no nos pareció prudente dada la climatología del momento y la que se presagiaba.

A buen paso pero con frecuentes paradas para reagruparnos descendimos la pedregosa senda para a las tres de la tarde comer donde habíamos almorzado, ahora sí, la niebla se iba levantando, contemplando la comarca del campo de Tarazona.

En total salvamos un desnivel de 980 metros, en unos 13 km., con un tiempo neto de caminar de algo menos de 5 horas. La próxima travesía de TAA discurre por el refugio de Lizara, pico Mesola para terminar en Jasa cerca de Aragüés del Puerto.

Moncayo marcada