AGUARALES DE VALPALMAS
Primera excursión tras el verano y las previsiones del tiempo y la prudencia, nos hacen que aplacemos la ascensión al Pelopín que estaba prevista para este pasado domingo. De todas formas, algunos de los que inicialmente íbamos a ir, decidimos pasar la mañana fuera de casa y nos dirigimos en esta ocasión con los coches a un lugar cercano aunque ya en la provincia de Zaragoza: Los Aguarales de Valpalmas o también llamados de Valdemilaz, ya en la Comarca de las Cinco Villas.
Es este un paisaje diferente, un lugar erosionado por el agua que nos ofrece ante los ojos un paisaje casi lunar, con formas que dan rienda suelta a nuestra imaginación, una pequeña Capadocia a escala, un árido cañón que evoca el lejano oeste, con la imaginación, que a los niños no les falta, evocamos caras, chimeneas de hadas, fantasmas incluso un mar de pináculos de catedrales góticas, además de canales y túneles de formas peculiares difíciles de describir, para otros un paisaje galáctico en el que únicamente faltan las naves estelares. Todo es posible con la imaginación ante las sorprendentes formas que tenemos a la vista.
El agua, a lo largo de miles de años ha logrado crear estas formas y en constante evolución, es un paisaje vivo y cambiante, que el agua y el tiempo continúan modelando estas caprichosas formas en las arcillas, arenas y limos, mientras el tomillo y romero aromatizan la visita. Una gran araña se convierte en el foco de atención de todos, pequeños y mayores. Paseamos sin prisa por el entorno, observamos multitud de nidos de abejarucos, aunque no logramos ver ninguno. Después de pasear por el interior de los aguarales, recorremos el camino que los bordea por la parte superior. El paisaje continúa sorprendiéndonos, en algún lugar evoca el relieve de una cadena montañosa a escala, vemos pequeños cañones que el agua ha tallado entre las grandes formaciones.
Para la mayoría es la primera vez que están en este lugar, apenas conocido, y el paisaje y las formas que observamos nos dejan un grato recuerdo en nuestras retinas además de las muchas fotos que todos hacemos. Sin lugar a dudas es este un paisaje diferente, sorprendente, tanto para mayores como para pequeños, que sin duda ha merecido la pena visitar.
Cuando se acerca la hora de comer, nos despedimos hasta el mes que viene, en el que esperamos que el tiempo nos lo permita, nos sumergiremos en el otoño de los hayedos del Pirineo.
Ya de vuelta, observamos en un campo al lado de la carretera una gran cantidad de buitres en el suelo además de otros tanto volando en círculos, que suponemos están comiendo algún animal muerto y tras acercarnos un poco observamos el festín que se están dando con un gran jabalí, un espectáculo, sobre todo para los más pequeños.
El tiempo por la mañana estaba fresco y el cielo amenazante, pero a lo largo de la mañana se ha ido despejando y hace que incluso al mediodía haga calor. No sabemos si nos habríamos mojado de haber hecho la excursión prevista, lo que sí que es cierto es que aunque apenas hemos andado y no acabamos cansados, hemos contemplado un paisaje original y desconocido y todos, niños y mayores hemos disfrutado del día.
J.L.