TRAVESIA 356 — 21 junio 2015 – SALIDA C/ Almudévar 7:00 h
Por el valle de Trigoniero despedimos la primavera
Antes del parón veraniego recorrimos un paraíso de agua hasta alcanzar su ibón o su refugio
Pasado Bielsa, tres kilómetros más arriba de Parzán en lo que fue la antigua aduana, nos dejó el autobús a cincuenta y dos senderistas para iniciar la travesía nº 356 que pone fin a la primera parte del programa que continuaremos en el mes de septiembre. Eran poco más de las nueve y media cuando cruzábamos el puentecito que salva el río Barrosa y por una empinada y oscura senda, la PR-HU-180 con marcas amarillas y blancas, penetrábamos en al valle. Pronto cruzamos una acequia que recoge el agua de los barrancos superiores y la conduce a la mini central hidroeléctrica de Barrosa.
A partir de aquí el camino se dulcifica y va alternando repechos con falsos llanos hasta llegar a unos antiguos campos de cultivo donde aprovechamos para almorzar y ultimar los recorridos a realizar. Un grupo de quince compañeros tenían interés en acceder al ibón que corona el valle lo que supone salvar un desnivel extra de más de cuatrocientos metros, muchos de los cuales son auténticos “revientachulos”, por lo que eran requisitos imprescindibles caminar rápido y sin descansos. El resto llegaría sólo hasta el refugio y además de un paso más cómodo se podrían detener a fotografiar las maravillas que el río va mostrando a lo largo de su recorrido. El barranco de Trigoniero, que bajaba con un abundante caudal, es en su tramo final meta para barranquistas experimentados pero en su tramo medio y superior es para los senderistas una auténtica delicia contemplar como sus espumosas y blancas aguas provocan rápidos, cascadas y pozas. Unas veces contempladas desde lo alto de la senda cuando el río discurre por su angosto y profundo cauce aunque al final se pueden contemplar a pie de agua.
Y como todo buen pastel tiene su guinda pues el valle también. Cuando comienzan a escasear los pinos negros y se sale del bosque, una palanca de hierro nos permite cruzarlo (hace cuatro o cinco años había que cruzarlo descalzándose) y deja ante nosotros una de las más bellas cascadas de nuestro Pirineo: la cascada de la Tremolosa. No voy a intentar describirla sino invitar a visitarla. A paso normal dos horas, no llega a quinientos metros de desnivel, sin pasos complicados ni delicados y con buen piso, además en esta época con abundantes flores y fresas silvestres. ¡No os defraudará, seguro!.
La senda con múltiples lazadas salva el espolón rocoso de donde procede la cascada entre pequeños pinos, algunos de los cuales un alud ha arrancado de raíz, para llegar en menos de diez minutos a un inmenso praderio que muestra al fondo el refugio de la Plana el Cabo. Antes de comenzar a recorrerlo los que desean acceder al ibón, cuyo desagüe es bien visible frente a nosotros, deben ir siguiendo los hitos por la empinada ladera herbosa que queda a la derecha para luego realizar una larga diagonal en dirección al desagüe por donde se accede al ibón que todavía tenía nieve en sus orillas.
Casi quince minutos nos costará llegar al refugio recorriendo el amplísimo y floreado llano por el que serpentea el cauce del barranco, sin apenas desnivel a superar sólo vadeando algunas escorrentías, y nos encontraremos ante un imponente edificio en fase de rehabilitación ya que el tejado falta o está poco seguro en algunos tramos y el interior está lleno de materiales de obra.
A través de los walkys nos manteníamos en contacto con el otro grupo y mientras ellos decidieron comer a orilla del ibón, nosotros nos bajamos hasta la cascada de la Tremolosa y allí al sol o a la sombra, metiendo los pies a refrescar y admirando una y otra vez la monumental cascada y el discurrir del río valle abajo, comimos.
Cuando observamos que nuestros compañeros emprendían las últimas rampas del descenso hacia el llano arrancamos pues de esta manera el camino de regreso lo haríamos más tranquilos contemplando ahora con más detenimiento los variados tipos de bosques que enmarcan la senda. A destacar las genistas todas floreadas de ese inconfundible color amarillo dorado conformando grandes arbustos tal y como las vemos hoy día en las medianas de las autovías provinciales.
A las cinco menos diez estábamos todos en el autobús consultando los navegadores de montaña que nos indicaban que habíamos superado 670 m. de desnivel hasta el refugio en un tiempo bruto de casi siete horas.
El próximo domingo día 28 nuestros compañeros de Rutas por la Provincia realizarán un recorrido por la Fuente de los Ingenieros en los alrededores de la estación de Canfranc.