El pasado domingo 15 subimos a los autobuses a hora temprana para acercarnos hasta Echo y comenzar nuestra excursión; Las noticias del tiempo no anunciaban mal día, pero situaban la nieve en cotas cercanas a nuestra ruta, por lo que algo de incertidumbre había y desde que nos asomamos por el Monrepós comenzamos a escrudiñar las cumbres para tratar de imaginar cómo podía ir la jornada.
Tras completar el grupo recogiendo a un amigo en Jaca, llegamos, amenamente conducidos por Luís “Piedra”, al punto de comienzo de la andada en el Puente de la Torre (790 m.); Este puente está junto a la carretera poco antes de llegar a Echo y lleva siglos viendo pasar bajo su arco apuntado el río Aragón Subordán, es una preciosa obra pétrea que parece inamovible y que bien merece una visita de vez en cuando para contemplar su porte y belleza.
El día promete bueno, nos agrupamos tras pasar el puente y giramos a la izquierda para incorporarnos a la pista señalizada como GR 65 3.3 que es ya el Camino de Santiago, el sector de “La Cartería” en la cola del grupo marcaba estilismo con sus prendas uniformadas de color verde …… que son la envidia de todos y quedaban al cargo para que el redil no se desparramara por dertás, desde allí la pista se convierte en una cómoda senda bien señalizada que comienza por zonas de verdes pastos entre algunas bordas y poco a poco se introduce ascendiendo suavemente en el bosque de la sierra que se hace cada vez más frondoso hasta cerrarse por completo; Cuando pasamos bajo la peña Artoléz el panorama se abre en un mirador que permite contemplar todo el valle con Echo al fondo y Peña Forca y el Bisaurín en lo alto con sus cimas nevadas, tras las fotos de rigor seguimos la senda ascendente con ritmo suave para que el grupo aguante y se mantenga unido, mientras, aumentan las zonas con nieve dura y árboles derribados de cuajo por el peso de la nieve de las pasadas semanas, ésta será nuestra compañía hasta llegar al collado.
En el collado de la Sierra de los Dos Ríos (1.150 m.), el panorama es enorme y el día acompaña ofreciéndonos luz y un tibio sol que aprovechamos para hacer la foto de grupo y disfrutar plenamente del monte y la compañía, sin olvidarnos claro del almuerzo, del que damos cuenta con gusto, buena gana y con la vista puesta en el paisaje que nos ofrecen ahora los dos valles el de Ansó y el de Echo.
Reiniciamos la ruta que está bien señalizada, tomando una senda amplia que atraviesa una zona boscosa ahora en el valle de Ansó y que desciende suave hacia el río Beral, donde encontramos pacos con nieve dura, buena para caminar y siguen apareciendo árboles derribados por el enorme peso de la nieve caída hace unas semanas, éstos árboles han quedado cruzados en la senda y nos dificultan el paso, por lo que tenemos que cortarlos con sierra (Inalámbrica) para facilitar el paso de nuestro grupo y de los que puedan venir; Tras un tramo de ésta senda aparece bien señalizado un desvío a la derecha que hace la senda más sinuosa, estrecha y pendiente pero muy bonita, sabemos que el camino es largo todavía y llevamos paso suave para que nadie quede descolgado, tras un buen trecho la senda desemboca de golpe en una zona de pastos, en éste punto los estragos de algunas pistas han confundido el camino original que se entrecorta y casi desaparece por lo que hay que pasar unos campos de pasto junto a las restos de una antigua ermita casi derruida y habitada por la vegetación, conocida en la zona como de “Las Cien Mil Vírgenes”, a saber de dónde ha salido semejante nombre, (Nuestro sabio particular Cuchí nos corrige y dice que está dedicada a los santos Julián y Basilisa de Navasal, y si él lo dice, pues será).
Dejamos la ermita y algunas edificaciones medio derruidas del entorno y seguimos la pista, que en un corto tramo, nos lleva hasta la Borda Capeta, preciosa construcción de piedra que lleva fama de ser la última borda deshabitada de la Jacetania, la casa principal y las otras construcciones son testigos de una forma de vida pegada a la montaña, dura como pocas, la familia de esta borda se fue a vivir a Echo y ahora da un poco de pena ver la casa abandonada, con el tejado y chimenea casi hundidos y los otros edificios asaltados por árboles y maleza.
Aprovechamos éste sitio para descansar un instante, hacer fotos y agruparnos, después tomamos la senda que baja por los antiguos campos de cultivo de la borda hasta el barranco de Miguel, para tras salvar el citado barranco retomar la senda que asciende un poco difusa hasta un pequeño collado; Viendo éstos tramos cuesta pensar que realmente éste es todo camino de Santiago, pero algún entendido comenta que es más camino de vuelta que de ida, hecho para acortar, (Vamos de cuando no había trenes/buses/coches… para volver a casa), de todas formas algunas borrosas marcas de GR siguen jalonando la senda por lo que se puede seguir con facilidad.
Como el día acompañaba la senda resultó preciosa, siempre por el bosque y con tramos de todo tipo pero limpios y desbrozados, aunque siguió apareciendo algún árbol derribado que tuvimos que cortar; Más adelante el bosque se abrió en un claro y apareció completa la vista de la Foz de Biniés con la Pardina Cillas junto al río, Berdún al fondo, y nuestro destino Biniés pueblo y su castillo; No hubo dudas aprovechamos el sitio para comer e hidratarnos convenientemente con el sol de cara, sin prisas y todo el panorama delante; Durante la comida la “Cartería” de nuevo marcó el inalcanzable nivel que acostumbra, nos envolvió con el aroma de su cocina portátil, y nos abrumó con su variedad de platos, postres, licores y generosidad.
Tras la comida y un poco de reposo nos pusimos en marcha de nuevo bajando la senda ahora por un bosque más seco que se estrecha en una cortada entre rocas conocido como “el Achar”, al pasarlo se abre un precipicio y la vista se amplía todavía más sobre la Foz de Biniés, la senda gira a la izquierda y poco más adelante desviándonos unos pasos del camino a la derecha llegamos a un mirador donde se pudo disfrutar de toda la Foz vista hacia el norte con las montañas nevadas de fondo, una maravilla.
Tras contemplar la panorámica y tirar de carrete, retrocedimos para recupera la senda y la marcha hacia Biniés disfrutando en varios puntos con nuevas vistas de la Foz el río Beral y el castillo de Biniés en lo alto; El itinerario ya no tiene pérdida, la senda que baja hacia el río Beral combina el bosque cerrado con claros y nos orienta fácilmente para acabar llaneando junto al río, paralela al azú del pueblo, para finalmente desembocar en un camino próximo a la carretera con la preciosa vista del Castillo de Biniés en lo alto (Datado en el año 893)
Haciendo el último esfuerzo subimos hasta el pueblo pasando por la vieja fuente “Nevera” para refrescarnos un poco y después llegamos a Biniés (681 m.) con sol y a buena hora donde ya nos esperaban los buses junto a la iglesia, al final habíamos hecho poco más de 20 km. en unas 6,5 horas de andar con un desnivel acumulado de +720 m. y –810 m.
En Biniés no pudimos ser mejor tratados, nuestros amigos Esperanza y Fernando junto a otros vecinos tenían el bar abierto para nosotros, allí pudimos descansar e hidratarnos convenientemente que la jornada había sido larga, incluso tuvieron la gentileza de dar una oportunidad a Félix, nuestra joven promesa de la hotelería, para practicar detrás de la barra sirviendo alguna caña, todo un detalle, al mismo tiempo el que quiso tuvo tiempo para acercarse a ver el castillo que está pegado al pueblo y ver las buenas casas que tiene el lugar, no se puede pedir más.
Hermosa día, hermosa tierra y mejor gente, os esperamos la próxima jornada, ventura para todos.
Fco. Javier Albás Garzo