ENTREVISTA A JOSÉ AZOR ALEN
Por Antonio Arazo Mestre
José Azor Alen pertenece a ese privilegiado grupo de personas afables que a sus noventa y cuatro años, conserva sus constantes vitales en buena forma y al que sólo le fallan un poco las piernas, valiéndose de un andador para desplazarse más seguro fuera de su casa. Con tan sólo doce años entró a formar parte de la plantilla en la acreditada Ferretería Vallés, donde aprendió un oficio que le ha acompañado en su vida laboral y fuera de ella, habiendo aprendido también otras disciplinas, es decir, “un manitas”.
Estoy convencido de que hasta 1.983, cualquiera que se acercara por la antigua sede de Peña Guara en los dos locales que dispuso en el Casino de Huesca, tuvo que conocer a José Azor. Él siempre estaba allí haciendo diligentemente todo tipo de cometidos y con cariño lo recordamos toda aquella juventud que a mediados de los sesenta del pasado siglo, entramos como socios en las secciones de montaña y esquí.
¿José, cómo entraste a formar parte de Peña Guara?
Cuando la pequeña sede del Club estaba en el Coso Alto, frente al Olimpia, se hacía anualmente en Bonés un concurso de paellas y el grupo de “hojalateros” de mi empresa nos presentamos y ganamos el primer premio. Luego en el mesón de La Foz de Arguis había baile con músicos de Huesca y… así fue como tomé contacto. Estaba de presidente D. Saturnino Baquer y el entonces secretario Julio Nogués, me convenció para realizar labores en el Club, que como sabes fui desempeñando hasta que en 1.983 y por circunstancias familiares me tuve que desplazar a Lérida.
Tú que estuviste al cargo del exiguo material ¿Qué impresión te produce cuando ves ahora el almacén?
Es una impresión muy buena ya no solo por la cantidad y calidad de cuanto se dispone, sino por lo bien organizado que lo tiene Jesús Martínez, mi sucesor, quien compartió conmigo muchas horas y desde hace bastantes años es él quien se responsabiliza.
¿Qué actividades deportivas has desarrollado en el Club?
Exclusivamente montañismo, por la sierra y el Pirineo en todo aquello que programábamos en el Club y acompañado en muchas ocasiones con mi mujer Basi. Pero la primera excursión la hice con Carlos Puyal y Pepe Blanch a Peña Forca acompañados de un guía. Un autobús hasta Puente la Reina, otro hasta Hecho y de allí a Oza con el vehículo mixto de Miguel por aquella difícil pista de tierra. Igual que ahora ¿no? También muchas marchas y campamentos con otros clubes en preciosos emplazamientos y en los que hicimos buenos amigos. Se fueron dejando algunas facetas, pero afortunadamente nacieron otras que siguen teniendo mucha aceptación a juzgar por el volumen de socios actuales. No hay más que ver el número de programas deportivos que recibimos cada año todos los socios.
Durante años formaste parte en las distintas juntas directivas como Vocal de Refugios ¿cómo los recuerdas?
Por supuesto que con mucho cariño, puesto que les dediqué muchas horas de trabajo e incluso días de vacaciones, intentando ponerlos en buenas condiciones. Formábamos un buen equipo y cada uno ponía lo mejor de sí mismo. El que menos faena nos dio fue el de Arguis (a escasos metros de la presa del pantano y derruido para hacer la actual carretera).
El de Vadiello ha llevado siempre más trabajo, debido también a su envergadura y que ha sido el más utilizado. Plantamos árboles en el pradico cercano e hicimos un azud con sus tajaderas para el riego. Hice muchos viajes con la moto para regarlos y acondicionar la acequia y demás, pero de lo que sí estoy orgulloso es de haber podido llevar entubada el agua hasta el refugio, desde una balsa superior que regaba en su día los huertos de una familia de Santa Eulalia. El tubo era de hierro y había que limpiar la balsa en primavera para que en verano pudiésemos disponer de agua en condiciones. Años más tarde hicimos un depósito y la fontanería me la hice yo solo, eso sí, con materiales regalados por diversas empresas e incluso el transporte hasta el refugio.
En el de Belsué sustituimos el tejado, tabiquería, fontanería, etc. y entre los miembros del equipo que íbamos los fines de semana, estaba también el actual presidente Manolo Bara. Lo pasamos muy bien con el guarda del pantano, que vivía en el refugio y con el que compartimos buenas comidas.
Todo lo que te comento y mucho más está escrito de mi puño y letra en estas cuartillas –son muchas las que deposita encima de la mesa- y que me gustaría verlas pasadas a ordenador por mi nieta, que ya me ha hecho importantes transcripciones.
En el actual local de Vicente Campo, recuerdo haberte visto trabajando aun cuando estabas en Lérida.
Efectivamente, pero como entonces conducía no tenía ningún problema en desplazarme. En el nuevo local hice toda la fontanería en general, válvulas de desagüe, etc. así como la instalación de las puertas metálicas de la salida de emergencia, que hicimos en Talleres Beyfe, de Antonio Bernad, quien puso el material y un operario.
Como José Azor, ya de nuevo en Huesca y con una privilegiada memoria, me comenta muchas anécdotas de excursiones, desplazamientos en tren, autobuses, turismos y motos, acampadas, nombres de socios ya fallecidos y muchos otros detalles que no caben en esta sencilla entrevista.
Por ello, cualquiera que tenga interés en ampliar conocimientos sobre la reciente historia del Club, no tiene mas que buscar a José, cualquier día que “haga bueno”, en algún banco de la Plaza Santa Clara desde las 12 a las 13,30 horas. Estará junto a su moderno andador y encantado de charrar un rato sobre Peña Guara a la que no en vano considera como su segunda familia.
Está en posesión de la Medalla de Plata de Peña Guara y de la Federación Española de Montañismo. Qué menos.