Entrevista a Javier Olivan, “Suli” por Lorenzo Ortas Pont
Alpinista en sus primeros años de actividad, abrió varios corredores en Telera y escaló montañas míticas como el Nevado Alpamayo por la vía Ferrari o el Corredor del Diamante en el Monte Kenia. Por no hablar de sus aperturas en las paredes de Riglos. Autor de 3 guías de escalada de Vadiello. Pero desde hace unos cuantos años, su actividad veraniega se centra en la escalada deportiva siendo un prolífico equipador (en buena parte hay que atribuirle a él la actual fama que entre los escaladores tiene Vadiello) aunque su actividad invernal se ha centrado en el esquí, durante unos años esquí de fondo y en la actualidad el esquí fuera pista (freeride) y de esquí de montaña, y todo con pasión y, si no fuera por el trabajo, con total dedicación.
-¿Cómo fueron tus comienzos con esto de la montaña?
Comencé salir a la montaña con 14 años, principalmente a subir picos en el Pirineo. A los 16 años realicé junto a unos amigos un curso de escalada organizado por Peña Guara, y desde entonces no he dejado de escalar. Es decir que llevo escalando con una continuidad de 34 años. Ya os podéis imaginar con la cantidad de amigos que he compartido cuerda y las zonas de escalada que he visitado.
-Suli, acabas de estrenar los cincuenta años. ¿te sigues apasionando por lo que te gusta?
Siempre he sido un apasionado de la montaña, y siempre me he tomado la actividad con constancia y motivación. En la juventud con la escalada, el alpinismo y el viajar para conocer nuevos lugares donde escalar sus paredes. Ahora, en la madurez, sigo dedicándome a la escalada en roca y en los meses invernales a esquiar; freeride y esquí de montaña.
-Podemos decir que eres un fanático de la escalada, entrenas y escalas con asiduidad y te mueves por los séptimos y algún octavo. Hasta cuándo crees que una persona normal puede evolucionar y progresar con el grado?
La fuerza se desarrolla en la juventud y con los años es difícil de conseguir grandes logros. Pero la técnica, el factor psicológico y la continuidad se pueden desarrollar con bastantes años. Yo siempre digo que el músculo mas importante es la cabeza, si te propones algo puedes conseguirlo. El primer octavo que encadené fue a los 36 años y hasta mediados de los 40 seguí encadenando vías de ese grado. En esa época escalaba intensamente durante todo el año y entrenaba en nuestro rocódromo particular con mucha constancia. Con los años la recuperación muscular después de escaladas intensas es más lenta y se tiene que tener suerte con las lesiones.
-Qué opinas de las restricciones, prohibiciones y travas que la Administración pone para escalar en nuestras paredes? ¿La ves justificada? ¿Deberían los escaladores formar algún tipo de lobby para poder tener más influencia en estas decisiones? ¿Qué papel tienen en esto los clubs?
Cada día somos más escaladores y necesitamos más sectores para practicar nuestro deporte. Somos un colectivo muy individualista y estamos vistos por la Administración como deportistas alternativos de muy bajo consumo. Es decir no somos turistas que llegamos a la montaña para gastar. Las limitaciones casi siempre son infundadas. Siempre es más fácil prohibir que limitar. Con el diálogo entre escaladores, clubes y administraciones se llegaría a consensos aceptables donde todos saldríamos beneficiados.
–Durante muchos años fuiste alpinista e incluso tuviste ocasión de hacer importantes ascensiones como el Corredor del Diamante en el Kenia. Echas en falta este tipo de actividades?
Mis primeros años fueron de alpinismo y escalada en roca. En esa época era lo que realizábamos la mayoría del colectivo. Pero a finales de la década de los 80, la escalada en roca vivió una verdadera revolución, primero con el freeclimbing y posteriormente con la escalada deportiva. Muchos alpinistas nos pasamos a ser escaladores deportivos. Donde nuestro objetivo era evolucionar en la dificultad sin el temor a la caída. Se equiparon muchas nuevas rutas donde el equipamiento era correcto y así la evolución en el grado estaba asegurada.
-¿De qué actividad de las que has realizado te sientes más orgulloso?
Con 19 años escalé el espolón Rabadá Navarro al Firé en los Mallos de Riglos, fuimos los primeros oscenses en escalar esta mítica y expuesta ruta, temida por el colectivo de escaladores oscenses. En escalada deportiva cuando encadené mi vía más dura (8a+) en los Mallos de Aguero a los 42 años, después de bastantes días de ensayos. También estoy muy contento con mi labor equipadora. Desde hace más de 30 años he creado cientos de líneas repartidas por Riglos, Vadiello, Rodellar, Olvena, Loarre,… También ha sido muy gratificante la publicación de las Guías de Escalada en Vadiello (publicadas en 1986, 1993 y 2010).
-¿Qué ascensión o escalada te hubiera gustado hacer?
Reconozco que como escalador me quedó pendiente escalar en Yosemite (California). En la década de finales de los 80 y primeros de la 90 fue un destino mítico para todos los escaladores. Pero reconozco que he visitado bastantes zonas de escalada fuera de nuestra frontera y me siento afortunado, siempre es muy satisfactorio escalar en lugares míticos y emblemáticos de la escalada.
-Últimamente te dedicas al “freeride” con la pasión que tú siempre pones en tus actividades. Crees que las estaciones deberían cuidar o potenciar esta actividad como ocurre en algunas estaciones de los Alpes o consideras que prefieren prohibirlo y potenciar más?
En los Alpes y en el Pirineo francés el fuera pista está bien visto, aquí somos vistos como unos imprudentes. A mí me llegaron a quitar el bono de temporada en Formigal por esquiar fuera de pista. A nivel personal reconozco que contra menos promoción del freeride, menos masificación y a los asiduos más nieve nos toca para trillar. El promocionar y dar facilidades conlleva más gente y más probabilidades de que ocurra un accidente.
-Qué lugar de Huesca recomendarías a un foráneo para escalar?
Los Mallos de Riglos es un sitio espectacular, buscando la época idónea y la dificultad adecuada nos dejará un grato recuerdo. En escalada deportiva Rodellar es internacionalmente conocido pero también muy masificado. Como alternativas más tranquilas están Las Devotas, Bielsa, San Martín, Alquezar y Vadiello.
¿Y un buen descenso para disfrutar de nieve en polvo?
Para mí, mi sitio preferido para esquiar es La Grave, en los Alpes franceses, verdadero paraíso del freeride. Lo he visitado durante varios años y cada vez me gusta más. Un teleférico y 2200 metros salvajes de desnivel sin preparar, ni marcar, para bajar por corredores, amplios vallones y un entretenido bosque. Aquí en casa, Astún es nuestro tesoro. Las bajadas desde la cima de la Raca a la carretera de Candanchú son muy buenas; El Ruso, La Olla y los Tubos de la frontera. Muchos días es un constante bajar a la carretera por muy diversos descensos. Para practicar esquí de montaña Las Maladetas nos regalan un descenso largo y continuo en un paraje impresionante.