Pico a Pico
26 de julio de 2020
Picos Frondellas (3.055 m- 3.071 m) y Aguja Cadier (3.022 m.)
No era la ascensión planeada en nuestro programa de Pico a Pico pero en plena pandemia de la Covid 19 que nos ha tocado vivir, las recomendaciones, la prudencia y, por qué no, el miedo, nos motivaron a cambiar los planes iniciales de ascensión al Balaitous desde el refugio de Larrivet en dos días por la ascensión a los picos Frondellas desde La Sarra en el día. Así evitábamos la estancia en el refugio francés minimizando los riesgos de contagio.
A punto estuvimos de tener que improvisar otra excursión por la sierra cuando en Arguis se averió el autobús, pero pronto nos lo sustituyeron por otro y así pudimos llegar a La Sarra, aunque con cerca de una hora de retraso. Fue buena idea haber madrugado tanto porque, a pesar de todo, a las ocho de la mañana pudimos comenzar a caminar en dirección a los lagos de Arriel.
Pasados los Llanos de Cheto, el camino que hasta allí transcurre suavemente entre bosques de hayas, se empina decididamente en dirección al Circo de Piedrafita y el refugio de Respomuso. Dejamos este camino en un desvío perfectamente señalizado y subimos por un sendero que en constantes zigzags trepa la ladera siguiendo el curso de un riachuelo que es el desagüe natural de los ibones de Arriel.
El día es perfecto y a pesar de que se nos ha hecho un poco tarde, la temperatura es ideal y podemos caminar sin agobios. Cuando llegamos a los ibones de Arriel, aparece ante nosotros la magnífica pirámide del Pico Palas y la gran mole que forman el Balaitous y las Frondellas. A nuestras espaldas, el pico Arriel cierra este pequeño circo. Más al sur podemos distinguir la familiar silueta del Anayet así como las lejanas cumbres del Aspe, Collarada y Bisaurín que se asoman por detrás de las cumbres del Soques y el pico Soba.
Dejamos el marcado camino que nos llevaría al Col Noire y comenzamos a subir por la vertiente suroeste de las Fondellas siguiendo una línea de mojones. Como en tantos picos pirenaicos, hay gran proliferación de diferentes caminos marcados con mojones que no se sabe muy bien quien ha puesto (qué buena idea sería quitar muchos de estos mojones y dejar marcado únicamente el camino más adecuado). En cabeza, Jesús y Mariano van encontrando el mejor camino hacia la cumbre.
Por fáciles neveros, finalmente, llegamos a la canal que sin más complicaciones nos permite alcanzar la cresta cimera del Frondellas. Ascendemos a las tres cumbres, la occidental, la central y la oriental, y dejamos la ascensión a la Aguja Cadier para otra ocasión porque la avería del autobús nos ha retrasado demasiado y todavía nos queda un largo descenso.
Como siempre, echamos un bocado, nos hacemos la foto de grupo en la cumbre y comenzamos a descender. Lo hacemos por la ruta normal hacia Respomuso y así completamos la circular a la montaña. Pero esta ruta normal, sin ser difícil, tampoco es fácil para un grupo numeroso como el nuestro. Destrepamos una canal con algún tramo de roca descompuesta donde ponemos una cuerda fija para facilitar el descenso. Al final de la canal, un nevero empinado nos obliga a ponernos los crampones y, así, lentamente pero sin más complicaciones, llegamos a los canchales de rocas por los que perdemos altura en dirección a Respomuso.
Disfrutamos del magnífico paisaje que tenemos enfrente, los picos de Los Infiernos, Argualas y Garmonegro que se alzan sobre el conjunto de lagos del Circo de Piedrafita. Más hacia el norte, destaca, majestuoso, el Vignemale, la Gran Facha, las Crestas del Diablo,… y a lo lejos el macizo de Monte Perdido y muchas otras montañas que después de tantos años ya nos son familiares.
Disfrutando de este espléndido paisaje no puedo evitar recordar a Ángel Lorés, el “Relojes”, (¡maestro de tantos alpinistas!) que nos dejó hace unos días. Él nos trajo por primera vez al Circo de Piedrafita cuando teníamos quince años. Ángel nos enseñó lo que es la montaña. Para nosotros Ángel era “El Abuelo”; claro, como tenía treinta y cinco años… Aunque la mayoría de los que han venido a esta travesía no lo conocían, puede que incluso ni siquiera hayan oído hablar de él, Ángel, como a mí me gustaba repetirle, era el culpable de que algunos nos dediquemos a este inútil empeño de subir montañas. Y que, con el afán de devolver lo que otros hicieron con nosotros, sigamos enseñando estos rincones a las nuevas generaciones de montañeros. ¡Un abrazo allí donde estés, Ángel!
Y así, ensimismados cada uno en nuestros pensamientos, vamos descendiendo el valle, cansados, pero contentos, hasta llegar de nuevo en La Sarra y completar así la travesía del Frondellas.
Para los amantes de las cifras; han salido 1.750 metros de desnivel y once horas de travesía. No está mal, para ser domingo.
Lorenzo Ortas