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Entrevista a Carlos Puyal

POR ANTONIO ARAZO MESTRE

 

La tarde-noche en que nos reunimos para establecer la entrevista, me comenta Carlos que hoy ha estado en el Pusilibro y que mañana se va a Las Calmas. Y es que desde mediados de los años cuarenta del pasado siglo viene haciendo montaña ininterrumpidamente. Los veteranos de Peña Guara saben muy bien de sus innumerables salidas al Pirineo y a la sierra, así como de las muchas aficiones que le vienen acompañando a lo largo de los años.

 

¿Cómo fueron los inicios en aquellos tiempos de escaseces?

 

Éramos un grupo de jóvenes amigos empeñados en hacer montaña y no veíamos algunas carencias, porque crecimos con ellas y nos eran familiares. Nos desplazábamos a la sierra normalmente  en bicicleta y en bastantes ocasiones con camiones de gasógeno, porque autobuses había pocos. Lo pasábamos muy bien ya que a parte la camaradería entre nosotros, éramos como investigadores en muchas facetas, cuando la gente que iba por los caminos y senderos eran precisamente los habitantes y pastores de muchos de los pueblos que ahora o están deshabitados o se han abandonado. Ya no te digo nada cuando salíamos para tres o más días, o formábamos parte de campamentos veraniegos en los distintos valles. La verdad es que fueron unos años como para no olvidar nunca.

Fuimos de los primeros en formar parte de Peña Guara al final de los cuarenta y me estoy dando cuenta de que la mayoría ya no están con nosotros.

 

Tú has hecho mucha montaña por tu cuenta pero ¿en qué actividades deportivas has participado con el Club?

 

Pues sin ningún afán de protagonismo y mucho menos de competición he hecho lo que ahora llamamos senderismo, espéleo (hablaríamos mucho rato de la Grallera de Bastarás), escalada, esquí en Candanchú (comenzando en esa estación cuando todavía no había remontes), así como salidas de alta montaña  hasta recalar en “Turismo por el Alto Aragón” y “Pico a Pico”. Lo último “fuerte” que he hecho ha sido Garmo Negro, Argüalas y Arnales (los tres con un guía mano a mano).

 

 

¿Y en qué otras actividades has colaborado?

 

Pues con arreglo a mis posibilidades, en todas las que el Club me ha pedido y como voluntario, desde hace años, participé en las acampadas y en los campos de trabajo en la ermita de Sis, que “La Provincia Paso a Paso” llevó a cabo, transportando intendencia y materiales,  así como haciendo de “pinche de cocina” con Manolo Bara. Jornadas inolvidables en sitios inverosímiles. He transportado con mi coche a mucha gente participante en  carreras de montaña,

 

 

 

etc. etc. y ya “me tienen cogido” para colaborar en el Gran Trail Trangoworld Aneto-Posets 2.014 a realizar a finales del próximo mes de Julio.

 

Por si alguien lo pone en duda, o no lo sabía, posiblemente eres la única persona en el mundo que más veces ha ascendido el emblemático pico de Guara. ¿Cuántas crees haber hecho?    

 

No las he anotado, pero seguro que son muchísimas y tampoco le doy ninguna importancia. Ahora lo que sí te puedo decir, es que me conozco hasta las piedras y vegetación que hay a lo largo de los recorridos por Santa Cilia o por Bentué de Nocito. La primera vez que subí por La Fueva –en una Semana Santa-, me impresionó sobremanera el paisaje y la variada floración. Hemos subido con nieve para dormir en la cima y porteando hasta fajos de leña para templar el ambiente y aunque bien equipados, no se parece en nada la vestimenta de entonces a la actual.

 

 

¿Y qué nos dices de tu archivo fotográfico? 

 

No es nada especial, salvo el testimonio etnográfico obtenido con las primeras fotos en blanco y negro de aquella provincia de entonces. Tener, tengo muchas y lógicamente también en color, así como multitud de diapositivas. Pero si de algo me siento orgulloso es de haber conocido a mucha gente de toda la escala social que habitaba en los pueblos y discurría por sus caminos naturales, ahora rebautizados algunos como G.R. o P.R. Date cuenta que todo ello es consecuencia de tener “algunos” años.

 

Sabemos que eres muy aficionado a la aviación en general y que lejos de conformarte con conocer la provincia a ras de suelo, la sigues queriendo ver desde el aire.

 

Efectivamente hice algunos cursos de vuelo a vela.  Es fascinante porque, a poca velocidad y altura, compartes espacio aéreo con los buitres y te empapas de detalles que de otra manera pasarían desapercibidos. Recuerdo con cierta nostalgia aquellas seguras avionetas “Dornier” con las que hacíamos preciosas incursiones por la sierra. Lo que sí lamento de veras, es ver cómo el inoperante aeropuerto de Huesca se está “cargando” el vuelo deportivo practicado desde hace tantos años, en lo que fue aeródromo de Monflorite  y conocido a escala mundial.