7 DE ABRIL DE 2024
Largo paseo por la jacetana sierra de Albarún
Partimos de Baraguás para subir al pico Albarún y tras pasar por Bergosa acabar en Castiello de Jaca.
Con un cielo grisáceo, algo de viento y muy buena temperatura nos recibió el alcalde pedáneo de Baraguás, “que cada vez va a más”, para explicarnos y darnos algunos datos de la parroquial de San Esteban, de su Esconjuradero y de su hijo más ilustre, Martín de Sessé, médico y una autoridad en el campo de la botánica del siglo XVIII con notables estudios sobre la flora mejicana. Tras acompañarnos hasta el remozado lavadero con sus losas, canalizaciones y techumbre en perfecto estado, nos deseo un buen paseo. Gracias Javier.
Para ganar la cresta de la sierra se va pasando de un camino bien delimitado por paredes de piedra, a una pista bordeada de cajigos, luego serán pinos, pero siempre con excelentes vistas a la “Bal Ancha”, a los inconfundibles Capitiellos, a la mole de Peña Oroel y a la llamativa urbanización de Badaguás. No obstante, uno siempre busca al pasar por esta zona donde estará la divisoria de vertientes entre dos ríos de la categoría del Gállego y el Aragón.
Al alcanzar la cresta la visión hacia el norte nos permitió contemplar la cara sur de la sierra de la Partacua, desde Collarada hasta Telera, por desgracia un tanto difuminada, ya que no conseguimos ver ese cielo azul que otras veces enmarca este extraordinario panorama. Durante una hora caminamos por el amplio cortafuego, nos paramos a almorzar y terminamos ascendiendo al pico Albarún (1550 m.).
En el observatorio meteorológico que hay en la cima soplaba el viento con cierta fuerza y nos permitía contemplar con total nitidez los tres kilómetros que habíamos recorrido y los tres que nos quedaban por delante. Una visión que rara vez he podido apreciar en mis años de senderista. El cordal cimero es un larguísimo cortafuego de unos veinte metros de ancho totalmente despejados de vegetación, luego algunos pinos sueltos anteceden a las pronunciadas laderas cubiertas de pinares.
Una hora más tarde dejamos la pista que baja a la Garcipollera y atravesamos un bosque de hermosos pinos rojos que nos llevó a una senda que desciende con pronunciada pendiente y que nos dejó muy cerca de Bergosa.
La torre de la iglesia con su dominante espadaña cubierta de hiedra y los altivos cipreses que la rodean, se puede ver desde Castiello de Jaca, es inconfundible. Entrar por el pueblo exige cuidado pues está ruinoso, no obstante el ábside, el altar de la iglesia y algunos arcos que aún quedan en pié, merecen la pena verlos. En la era, presidida por un alto mástil en el que ondea una bandera de España, hay una placa en homenaje a todos los que llevaron a cabo trabajos vecinales, ya que en la parte alta del pueblo hay algunas construcciones modernas.
Un buen rato de descanso contemplando hacia el norte Collarada y el valle del Aragón y hacia el sur Rapitán, Jaca y hasta la sierra de San Juan de la Peña y comenzamos la senda que desciende con suavidad y muchas lazadas a través de un cerrado pinar hasta Bergosilla y el Puente Torrijos ya en la carretera que sube a Canfranc.
Como curiosidad: era domingo y los camiones y palas trabajaban a destajo en las obras del ferrocarril.
A las tres y cuarto llegábamos a Castiello tras recorrer un tramo del Camino de Santiago, eso sí, en dirección contraria a la lógica, y comprobar también que el rio Aragón todavía no se “ha comido la senda” que discurre junto a su orilla, pero todo llegará.
El recorrido de 15,5 km., salvando un desnivel positivo de 750 m., los realizamos en 4 horas y media netas de caminar.
El próximo domingo día 14 los compañeros de Rutas nos han preparado el paseo por el puerto de Bonansa, Alins y Espés Bajo.
Alfredo Zazo