Domingo 03 de abril de 2022
Saliendo de Laguarta vimos el nacimiento del rio Alcanadre, contemplamos una amplia visión de nuestro Pirineo y comimos en el santuario de Albella
Con un cielo totalmente despejado, una atmósfera diáfana y una temperatura de seis bajo cero nos recibió Laguarta el pasado domingo a las nueve de la mañana. Con guantes, gorro y bien tapados comenzamos partiendo por detrás de la iglesia por un camino, que como todo el trayecto, está perfectamente balizado en todas las bifurcaciones. Iniciábamos una de las etapas del Camino de San Úrbez.
Este camino histórico-religioso, dedicado a un Santo muy venerado por pueblos y gentes del Alto Aragón y abierto gracias a la fe y a la constancia de un grupo de compañeros, une en varias etapas el Pirineo (Ermita de S. Úrbez en Añisclo) con Huesca (S. Pedro el Viejo) y cruza transversalmente las Sierras Prepirenaicas, teniendo en Nocito su ermita más afamada.
Tras pasar cerca del nacimiento del rio Guarga, que da nombre a la comarca, proseguimos por una pista bajo unas pilonas que sustentan una conducción eléctrica de alta tensión. Hacia el sur se aprecia toda la cara norte de la sierra de Guara, el pueblo de Matidero y se adivina la trayectoria del rio Alcanadre hasta introducirse bajo el Cabezo de Guara en Gorgas Negras.
Dejamos la pista para tomar una senda ascendente entre erizones y luego a media ladera por bosques de pinos y entre bojes y chinebros que nos llevó de forma cómoda a uno de los parajes más llamativos de la sierra Galardón, el nacimiento del rio Alcanadre (1.620 m).
Allí almorzamos sorprendidos ante la laboriosidad de los jabalíes en la búsqueda de raíces pues estaba la zona como si hubiera sido labrada.
Tras pasar por el más alto de los numerosos manantiales llegamos a la Mallata de Albella (extensos y ondulados prados salpicados de matas de bojes circulares) para admirar una de las mejores vistas de nuestro Pirineo. La perfecta claridad del día nos permitió contemplar desde Collarada a nuestra izquierda hasta el Macizo del Turbón a nuestra derecha y en medio, como al alcance de la mano, el macizo de Las Tres Sorores. ¡¡ Panorámica inolvidable !!
Iniciamos el largo descenso por un pinar hasta encontrar la cueva de Espicalaforca con una capillita dedicada al Santo. La senda entra en una profunda y oscura umbría realizando numerosísimas lazadas entre enormes hayas y espesa vegetación pero en el descenso nos encontramos como una veintena de pinos tronzados o arrancados que impedían el paso y que hubo que eludir bien reptando o saltando por encima de ellos. Estos obstáculos al tener que salvarlos un grupo de más de treinta personas provocaron algunas retenciones. No obstante hay que señalar que el recorrido está bien trazado y bien cuidado.
A la senda sucedieron trochas madereras y caminos y a los pinos, cajigos hasta ver a lo lejos el pueblo de Albella en cuya ermita dedicada a San Úrbez llegábamos a comer a las tres y cuarto. Tras la comida nos quedaba un corto paseo pues debíamos cruzar el rio Ara por el puente colgante de Lacort donde nos esperaba el bus. Eran las 16:40 h.
El recorrido de 16 km. Lo realizamos en un tiempo neto caminando de 5:15 horas, salvando un desnivel positivo 600 m y más de mil metros de descenso.
Para el domingo día 10 el programa de Rutas nos ofrece un agradable paseo que partiendo de Calasanz y tras pasar por Peralta de la Sal terminará recorriendo el llamativo y singular barranco de Gabasa.