20 febrero 2022
Largo paseo por la zona del Cinca Medio.
Por lo alto de Las Ripas de Alcolea a la ermita de Chalamera pasando por las excavaciones arqueológicas de La Codera y regresando por debajo de los paredones de Las Ripas.
A las nueve y cuarto de la mañana del pasado domingo nos dejaba el bus en el Saso de Alcolea de Cinca y nos dirigimos por pista hasta la Cruz que preside el pueblo y un amplio panorama del valle del Cinca que se veía fosco pues había algo de niebla que poco a poco se fue levantando hasta quedar un luminoso día.
Mientras almorzábamos en el magnífico mirador, Javier nos fue contando algunas de las peripecias que su “paisano” protagonizó en este mismo lugar (leer “El Milagro de las Ripas de Alcolea” “Vida de Pedro Saputo” de Braulio Foz) y en las que se pone de manifiesto la agudeza, ingenio y picaresca de este personaje para resolver los problemas cotidianos que le planteaban.
Durante una hora caminamos paralelos a las imponentes paredes “cortadas a cuchillo por el Cinca” según las describe Ramón J. Sender, destacando el Tozal Redondo, en ocasiones por la linde de campos, en otras junto al acantilado o bien por camino que nos permite contrastar la diferencia entre la zona hortofrutícola del valle a nuestra izquierda y el suelo estepario y árido de rala vegetación (matorrales espinosos, tomillo y abundante esparto) que pisamos y que se extiende a nuestra derecha por las vaguadas áridas de las estepas monegrinas. Un altivo y artístico hito nos advierte de donde parte la senda que debemos tomar para descender de Las Ripas.
La senda desciende con brusquedad y hay que hacerlo con precauciones hasta alcanzar una plataforma por encima de una antigua escombrera que está junto a la carretera. Si descendemos a ella podemos regresar al pueblo por debajo de Las Ripas y así dar un paseo mañanero. Nosotros continuamos en dirección a otro majestuoso hito por el que descendimos a La Codera.
El Conjunto Arqueológico que corona el cerro presenta restos que abarcan desde la Edad del Bronce a la época Ibérica en un periodo de tiempo que abarca un milenio. Hoy día las excavaciones están paralizadas pero situados allí (está a doscientos metros de la carretera) y con la información que se puede obtener en internet la visita puede resultar muy interesante.
Continuamos junto al quitamiedos de la carretera hasta desviarnos por el primer camino a la derecha para encontrarnos con la GR-261 (Camino de Santiago catalán) que tomaremos en dirección a Chalamera. Un cuarto de hora después estuvimos frente a la ermita de Santa María de Chalamera magnifico edificio románico de finales del siglo XII que perteneció a la Orden de los Templarios. Se termino de restaurar hace diez años y se puede acceder en coche. Un buen complemento a la visita a La Codera.
Tras comer decidimos iniciar el regreso a campo través. Nos dirigimos hacia la ribera del rio Cinca por lo que tuvimos que atravesar tres pequeñas barranqueras caminando siempre por terreno irregular entre esparto, aliagas y tomillo, teniendo como referencia el soto del rio y unas pilonas hasta que cruzamos la carretera para proseguir por el Cordel de Barbastro o senda de Las Ripas.
La sinuosa senda discurre paralela y a unos treinta metros de la base de las verticales paredes de arcilla y arenisca de unos 90 m. de altura, coronadas por estratos rocosos que la protegen de la erosión. En unos tramos llama la atención el colorido de las fajas multicolores: rojizas, ocres, incluso azuladas; otras veces son las hendiduras, chimeneas, oquedades causadas por las filtraciones de agua, o las caprichosas formas que al secarse el barro que se escurría por la pared ha dejado a modo de celosías o cortinillas, etc., etc. ¡Su interés geológico y paisajístico es innegable!
A las cuatro y cuarto entrábamos por las calles del pueblo por las que correteó el más grande escritor aragonés del siglo XX: Ramón J Sender.
Recorrido de unos 15 km., en 5 horas caminando y salvando un desnivel acumulado de algo más de 300 m.