Larga travesía por la sierra Gabardiella
El pasado domingo día siete nos dejaba el autobús a cuarenta y ocho senderistas en el desvío a Santa Eulalia de la Peña, Santolarieta para los de la comarca, para continuar caminando por la pista de Belsué hasta el mirador de la cara sur del siempre espectacular Salto de Roldán donde nos hicimos la primera foto de grupo.
Un poco más adelante tomamos un camino descendente que sale a nuestra derecha y ya en pleno descenso, en otra bifurcación, seguiremos el de la derecha pues el de la izquierda nos llevaría al pantano de Belsué.
El largo y cómodo descenso atraviesa algún pinar, alguna canchalera caliza, cruza el barranco de Sabuco, con escaso caudal, y nos deja en un pequeño y perdido valle lejos del mundanal ruido. Tras almorzar continuamos por la senda que desciende con suavidad hasta dejarnos a la orilla del Flumen, la cual durante un tramo seguiremos corriente abajo hasta encontrar unos pivotes de acero que sostienen las pasarelas de madera que nos permitieron cruzar con facilidad a la otra orilla, que ahora tomamos rio arriba hasta encontrarnos con el barranco de Valleclusa.
Este tramo resultó encantador porque combinó el murmullo del agua, el colorido del variopinto arbolado y los blancos y altos penachos de los carrizales y juncos que cubrían todo el cauce y tan apenas permitían ver el caudal del rio.
El barranco tiene dos partes muy diferenciadas. La primera es una umbría total por donde la senda asciende alternando fuertes repechos con algún tramo más suave sin más visión que los bojes y el suelo que pisas. Luego sale, poco a poco, a campo abierto, y va alternando bosque de bojes, carrascas, quejigos y hayas, pero sigue con sus buenos repechos que nos llevaron a subir bien de pulsaciones y a la grandiosa Cueva de Monrós.
De proseguir por esta senda llegaríamos al collado de Collizierco, paso natural que atraviesa la sierra de Gabardiella para acceder a los valles de Belsué o Nocito, pero nosotros tan pronto tuvimos ante nosotros la imponente mole calcárea del Picón (Peña Mediodía) cambiamos de dirección.
Tomamos una senda a la derecha que desciende de forma muy pronunciada, en algunos trechos hay que hacerlo con mucho cuidado por lo inclinado y resbaladizo del terreno, hasta llegar al barranco de Las Gorgas, ya en el final de la ladera boscosa del Picón, al cual fuimos rodeando por un tupido y cómodo sendero cubierto por las hojas caídas de las numerosas hayas que pueblan la ladera. Cuando estuvimos bajo su cara sur, la silueta inconfundible que se ve desde Huesca, la ladera tendrá otro bonito colorido, el de las pequeñas hojitas anaranjadas de las numerosas seneras contrastando con el verde oscuro de los abundantes erizones.
Rodeado el Picón descendimos hasta enlazar con el sendero por el que se asciende al pico y así llegar al collado del Frontón de Supialla con una impresionante vista de la comarca de La Hoya.
Teniendo a la vista San Julián de Banzo, donde nos esperaba el bus, debíamos salvar antes otro obstáculo y cumplir una obligación. Sabíamos que cruzar el barranco que baja de San Martín de la Val d’Onsera era sencillo, pero cruzar el de la Cobeta exigía una trepada ayudándose de las manos, pero … ¡¡sorpresa!! el eficiente Alfonso se fue el sábado al lugar y colocó una cuerda doble con lo que todo resultó más fácil. ¡¡Gracias Alfonso!!.
¡Ah!. La obligación también la cumplimos, por el camino paramos a comer.
El recorrido de unos 16 km., salvando un desnivel positivo de algo más de 800 m., lo realizamos en unas 6 horas caminando.
Para el domingo día 14 los compañeros de Rutas nos han preparado un recorrido por Salas Altas, Santa María de Dulcis y Colungo.