Travesía 372 – Puerto de Navarra – Peña Ezcaurre – Zuriza

Entretenido recorrido por la muga con Navarra
Coronamos Peña Ezcaurre y por la orilla de su ibón regresamos  al valle de Zuriza

 

Treinta senderistas partíamos el domingo pasado para realizar una travesía por el valle de Ansó, el más occidental de nuestra provincia. Las previsiones de tiempo inestable anunciadas toda la semana sin duda desanimaron a más de uno.

En lo alto del puerto que une los valles de Hecho y Ansó se veía todo el horizonte muy encapotado, cubriendo las cimas de los picos de ambos valles. Pocos metros antes del camping de Zuriza una carretera parte a la izquierda hacia Isaba en el vecino valle navarro de Belagua; apenas un kilómetro después un gran cartel anuncia el límite provincial, allí, en el Puerto de Navarra o collado de Arguibiela aparcó el autobús y comenzamos a las diez menos cuarto nuestra andadura.

El amplio camino que sale unos metros más abajo muestra las marcas rojas y blancas de la GR-11 que une el Mediterráneo con el Cantábrico y cruza nuestra provincia de este a oeste por los collados más altos del Pirineo. El espeso bosque, en principio de pinos, rezuma humedad que aumenta al internarnos por un umbrío hayedo. La senda sube de forma decidida, en realidad lo hace por donde baja el agua, por lo que los repechos son duros y continuos pero la temperatura es excelente y llevando un paso suave y con abundantes paradas se hace llevadero.

Cuando la senda se dulcifica y empezamos a ver la mole grisácea de Punta Abizondo estamos caminando  por un hayedo muy joven que pone sus recién nacidas hojas a la altura de nuestros ojos y que genera una agradable sensación consecuencia de la luminosidad de los rayos de luz al colarse entre las verdes hojitas de las estilizadas hayas. En el collado de Abizondo decidimos parar a almorzar a resguardo del ligero pero fresco vientecillo que soplaba.

La evidente senda, en dirección sur, comienza a ascender en diagonal por un terreno calizo que obliga en muchas ocasiones a superar escalones algo incómodos, cuestión menor si os digo que en esos momentos comienza a llover con ganas, y hasta en algún momento con bolitas de granizo incluidas. Estaba anunciado en la web. ¡Era el chaparrón de las once y media!.

Afortunadamente duró un cuarto de hora aunque a partir de entonces la niebla y un suave sirimiri nos iban a acompañar una larga hora hasta que otro chaparrón, el anunciado en la web a las doce y media, nos dio el último remojón.

La senda, con suavidad por terreno kárstico  y dejando a los lados dos grandes dolinas cubiertas de nieve, llega al cordal superior para mostrarnos un panorama insólito. Muchas, pero muchas personas, se han “entretenido”, o “cumplido promesas”, en transportar lajas y piedras, algunas de más de medio metro de altura, y encastarlas en las hendiduras y fisuras que se producen en los lapiaces como consecuencia de que el agua disuelve con facilidad el carbonato cálcico de la roca y las deja con formas de enormes filos de cuchillo y con estrechos huecos y grietas intermedias por donde el agua penetra profundamente para dar lugar a simas o grandes grutas tan habituales en las zonas kársticas. Si no ha visto una fotografía del lugar, imagínese un amplio cementerio lleno de desperdigadas lápidas con numerosos hitos de más de un metro de altura.

De las hermosas vistas que se pueden contemplar desde la atalaya que es Peña Ezcurre, pues eso, para la próxima vez que subamos.

Siguiendo la muga, la GR-11 se dirige hacia el único ibón, es de pequeño tamaño y profundidad, que hay en el pirineo navarro, el ibón de Ezcaurre. Antes de situarnos en su orilla disfrutamos de dos momentos álgidos de la travesía.
A saber, primero el chaparrazo de las doce y media y segundo, cuando vemos el ibón reposando en una idílico cuenco rodeado de  hierba, hermoso contraste con el color grisáceo que domina todo el entorno, está muy por debajo nuestro por lo que la canal y chimenea que hemos de destrepar presenta algún tramo, cuando menos delicado, y otros que exigen ayuda para facilitarnos el descenso. En resumen una hora en tensión hasta poder hacernos una foto a la orilla de ibón.

A partir de este momento el caminar va a ser muy relajado, casi dos horas descendiendo por las suaves praderas de Chilón, con nubes sólo amenazantes hasta llegar a un camino, luego pista, que nos dejará en la borda d’Abau donde esperaba el autobús que nos trasladó al camping de Zuriza donde amablemente nos atendieron y comimos.

Los navegadores arrojaron los siguientes datos: diez kilómetros de recorrido en un tiempo neto de caminar de casi cuatro horas para salvar un desnivel positivo de casi novecientos metros y negativo de mil cien. El próximo domingo día cinco de junio la travesía de TAA se inicia en el refugio de Lizara para por el Valle de los Sarrios y el ibón de Estanés  terminar en el aparcamiento francés de Sansanet.

Ezcaurre