Travesía 335 – Túnel Cotefablo – Otal – Ainielle – Oliván

Larga travesía por sendas y caminos del Sobrepuerto 

Desde la boca este del túnel de Cotefablo a Oliván pasando por Otal y Ainielle

 

El Sobrepuerto es una pequeña zona del Pirineo oscense, situada entre los ríos Gállego y Ara, entre la Tierra de Biescas y los valles de Broto y  Fiscal. En el aparcamiento que hay a la salida del túnel, la que mira hacia Linás de Broto, nos dejaron los autobuses y sesenta senderistas a las nueve y veinte iniciábamos el sendero que de allí parte para pasar por encima de la boca del túnel y con abundantes lazadas, primero entre aliagas, bojes y otros arbustos y luego atravesando un pinar nos va a llevar hasta el collado de Cotefablo, doscientos cincuenta metros más arriba. La subida es corta pero bastante dura por ello cuando llegamos a los prados que hay en lo alto se hacía necesario un descanso que por otra parte demandaba la espectacular panorámica que  se divisa hacia el norte. Desde la zona de Telera hasta Monte Perdido se recortaban enmarcados en un horizonte azul las siluetas nevadas de Sabocos, Tendeñera, y Otal, luego los paredones que conforman la entrada del valle de Ordesa y más a la derecha la serie de tres miles que se inicia en el Taillón y acaba en la Punta de las Olas.

Teniendo a nuestra derecha el valle de Yésero y a la izquierda el de Linás, ¡ qué maravilla de paisajes!,  se camina por el cordal en dirección sur para acometer la subida hasta el collado de Otal. La ruta es cómoda, aunque siempre hay algún repecho a superar. Un grupo, bastante numeroso, alargó el paso con la idea de coronar el Pelopín, uno de esos picos populares pues no presenta dificultades conseguirlo y proporciona unas buenas vistas. Con el pueblo de Otal muy por debajo nuestro, en una herbosa ladera, con un sol que calentaba sin ser molesto, nos dispusimos a almorzar esperando a los compañeros que habían llegado al pico y contemplando otra estupenda panorámica, ahora hacia el sur, mientras se recordaban travesías efectuadas últimamente por los picos que teníamos en el horizonte Guara, Gabardiella, Oturia y a la derecha el Erata.

El descenso a Otal exige máxima atención. La senda está muy vestida y los muchos senderos que hacen las vacas te llevan, a poco que te descuides, a los antiguos campos de cultivo todos ellos pequeños y aterrazados por lo que te encuentras que debes ir siguiendo los muros de piedras, en muchos casos de más de metro y medio de alto, hasta encontrar como bajar a la siguiente terraza y así sucesivamente para entrar en el pueblo por la derruida iglesia, que se encuentra camuflada entre zarzas y arbustos, aunque hay aprobada una subvención para rehacer su techumbre y consolidar los muros y la torre.

Tras contemplar fotografías del pueblo de hace tres décadas y compararlas con lo actual retomamos la travesía ahora siguiendo marcas amarillas y blancas que nos llevan a cruzar el barranco de Otal y por una bonita senda, que en función de su orientación nos pasea entre pinos, cajicos, hayas o bojes, ir rodeando las laderas este y sur del pico Erata durante casi dos horas hasta llegar al collado de Ainielle que separa las cuencas de los ríos Gállego y Ara.

Un camino descendente nos dejará en el pueblo de Ainielle a las tres de la tarde. Hora de comer por muchas y abundantes razones, y atendiendo a ellas, cómodamente en un prado entre la  fuente y el barranco, tiramos de bocadillo o fiambrera acompañándolos con tragos de  botas múltiples y variados contenidos.

El pueblo de Ainielle es emblemático desde que a finales de la década de los ochenta Julio Llamazares, en su magnífica novela La lluvia amarilla, narrara  los recuerdos, pensamientos, ilusiones  y pesares del último habitante del pueblo, Andrés de Casa, en su última noche de vida. Hoy como él sospechaba que ocurriría todo ha vuelto a la naturaleza y así las paredes de lo que fueron casas y bordas se encuentran invadidas y enterradas entre zarzas y arbustos y ha quedado dibujado un lugar entre montañas  para el sueño, la paz y el descanso. En el Museo de Artes Populares del Serrablo hay un espacio expositivo dedicado a este pueblo: el Rincón de Ainielle

El camino que sale del pueblo tras cruzar el barranco nos va a llevar, atravesando algún pinar y varios robledales, al valle de Oliván, eso sí, tras un fuerte descenso pero con buen piso y abundantes lazadas. Una vez en la pista la iremos siguiendo obviando las bifurcaciones que salen hacia Berbusa, a la derecha y Susín, a la izquierda, hasta llegar a cruzar el barranco por el puente de Oliván y llegar al pueblo donde, junto a su bonita iglesia, nos esperaban los autobuses. Eran las seis de la tarde.

Los datos que nos aportaron los navegadores de montaña son los siguientes: distancia recorrida  24 kilómetros; tiempo total 8:40 horas; tiempo neto caminando 6:45 horas: desnivel acumulado de subida 840 m y de bajada 1.320 m.

El próximo domingo día 11 Rutas por la Provincia tiene programada su salida a unos de los miradores más famosos y espectaculares  del Pirineo, el pico Pacino, entre los pueblos de Sallent y Lanuza y el día 18 Turismo por el Alto Aragón realizará la travesía por los pueblos del valle de Gistaín saliendo de Plan para terminar en Salinas de Bielsa.

Otal - Olivan marcada [1600x1200]