Travesía 153 – Rutas por la provincia

Entre pantanos: Calcón y Vadiello

La salida 153 pasó por las ermitas de Fabana y San Cosme y Damián salvando torrentes de agua

P. A.

Pasados los días lluviosos de la semana, había necesidad de dar una vuelta al aire libre y estirar las piernas. Así, a las 8´30 de la mañana nos reunimos 70 senderistas en la Estación Intermodal para acercarnos a la zona oriental de la comarca Hoya de Huesca, en las laderas de la sierra de Guara.

En media hora los autobuses guiados por José y Rosana se detienen en la rotonda donde se encuentran las llamadas casas de los ingenieros, lugar desde el que se dirigió la construcción del pantano de Guara que recoge las aguas del río Calcón. La mañana aparece buena y soleada, con agradable temperatura tras los fuertes aguaceros de la noche anterior.

Comenzamos nuestra andadura a las 9´30 por la pista que se dirige a San Cosme y San Damián; en apenas 20 minutos llegamos a la denominada Casa Estebañón. De ese lugar, bordeando el pinar por la derecha, sale una senda que entre coscojas, tomillos y aliagas alcanza un pequeño collado que nos ofrece una bonita vista hacia la Hoya de Huesca y hacia la sierra de Guara. Pronto nos damos cuenta que la lluvia caída horas antes iba a condicionar la marcha.

La cuidada senda desciende con suavidad entre bojes, pinares y robles hasta llegar a la cola del pantano de Calcón, va contorneándolo y termina en una pista que tomaremos hacia la derecha; a menos de cien metros un cartel presenta al caminante las posibles alternativas: siguiendo recto hacia la Virgen de Arraro y Santa Cilia de Panzano, hacia el norte Nocito y la ermita de Fabana; poco antes, el primer paso dificultoso aparece ante el grupo; un fuerte caudal hace que alguno tenga que cambiar de calcetines después de cruzarlo. Este punto es inicio de uno de los itinerarios más frecuentados para acceder al Tozal de Guara.

Llevamos una hora andando y en este cruce buscamos sitio para rel almuerzo de cara a lo que resta de caminata. Perdemos media hora y ya con fuerzas renovadas y el cielo cubriéndose de nubes reemprendemos la marcha. El camino, entre un bosque de pinos, asciende con suavidad paralelo al río Calcón; atravesamos el cauce dos veces con nuevos problemas para salvarlos ya que el caudal de agua no tiene nada que ver con el que nos encontramos hace unos días en el reconocimiento. El equipo de “salvamento” poco puede hacer para impedir más de una mojadura. Deberemos ir fijándonos para ver otro camino que gira a nuestra izquierda y que nos llevará, tras cruzar nuevamente el crecido arroyo, a la ermita de Fabana ya que si siguiéramos rectos nos introduciríamos en las gargantas del Calcón, ruta que nos llevaría al pico de Guara o por el collado de Petreñales a Nocito.

 

De la ermita de Fabana dice Antonio García Omedes en su magnífica página sobre el románico que “es una iglesia del siglo XII, pequeñita (12×6 m al exterior), de una sola nave y torre a los pies, con bonitos ventanales geminados. Adosada a poniente y al norte, una edificación moderna aporta simetría y aspecto «civil» al conjunto. Este templo es bello, su entorno es magnífico y su estado de conservación, aun siendo preocupante, es a día de hoy, aceptable. Debería de ser desescombrado, consolidado y rehabilitado para que perdure”. Hoy día vemos limpio el entorno pero es pena que no se pueda llevar a cabo una profunda restauración. Quizá con el final de la crisis, amigo Antonio…

Pasamos unos minutos para visitarla con cuidado y hacer una foto del grupo. Continuamos por la senda embarrada hasta cruzar un pequeño barranco, el último del día, que ocasiona nuevos problemas a los senderistas. Otra vez debemos agudizar la observación ya que es necesario tomar una estrecha y bonita senda que parte a la derecha abandonando la que transitamos que nos llevaría hacia la Tejería. Por pedregoso ascenso alcanzamos el alto de la Carrasca, divisoria de vertientes entre los ríos Calcón y Guatizalema. Aquí encontramos, además de hermosas vistas de la Sierra de Guara y la tierra baja, el camino que va a San Cosme, cuyos edificios contemplamos desde la altura. Son más de las 12 de la mañana y vamos retrasados; el paso de los sucesivos barrancos nos ha hecho perder demasiado tiempo.

Por la pista que viene de Casa Estebañón, comienzo de la excursión, iniciamos el descenso; aparece un cartel a la derecha que indica el desvío al Huevo de san Cosme; continuamos hasta llegar al Santuario, pasando por las distintas capillas a lo largo del camino. Pasamos por la renovada construcción de san Cosme y Damián, al abrigo del impresionante roquedo, pero no podemos detenernos en esta ocasión por el desfase horario.

Por una húmeda senda bajamos al barranco y ascendemos hasta llegar a un plano con un cartel explicativo de la zona y en cuyo centro hay un esconjuradero conocido como Cruz Blanca o Cuatro Vientos. Allí encontramos la pista que en media hora nos pondrá a la vista los altivos mallos de Ligüerri y el majestuoso Borón, que se distinguen reflejados en las aguas del pantano de Vadiello. Cruzamos la presa y tras pasar los túneles llegamos a los autobuses.

Son las 2 de la tarde. Una llamada al restaurante Montearagón para que Angel y su equipo vayan preparando los platos que estamos deseando degustar. Nos sorprenden con un menú que recordaremos largo tiempo. Una larga sobremesa, ya que estamos a las afueras de Huesca. A la Intermodal, fin de la excursión, llegamos a las 5´30 de la tarde.

Solo queda recordar que para la próxima salida, el día 14 de abril, “Rutas” ha preparado un itinerario que partirá de la localidad de Palo para llegar a Ligüerri, pasando por el espectacular congosto del Entremón. Hasta entonces.

 

 

 

 

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