Travesía 155 – Sansanet – Ibón de Estanés

01 cruzando el barranco de Aspe [800x600] 03 avanzando por la nieve [800x600] 04 por la orilla del helado Estanés [800x600] 02 dura rampa [800x600]

 Con mucha más nieve de la prevista

 

Partiendo del aparcamiento francés de Sansanet llegamos al ibón de Estanés

 

            Para acceder al ibón de Estanés disponemos los senderistas de cuatro itinerarios, el que parte de Lizara por el valle de Aragües del Puerto y el valle de los Sarrios, por el valle de Hecho y Aguas Tuertas, por Candanchú cruzando la Garganta del Aspe, y el más sencillo, el que sale de Francia por el bosque de Sansanet para luego entrar en España y unirse al que viene de Candanchú.

Para acceder al amplio aparcamiento francés debemos cruzar el túnel internacional de Canfranc y, a muy poco de salir al otro lado, desviarnos a la derecha por la carretera que sube al puerto de Somport. Unos tres kilómetros más arriba, a la derecha, observaremos una pista que lleva a una explanada que a partir de ahora seguro que está bastante ocupada tanto por coches franceses como españoles.

Cuando los sesenta y ocho senderista contemplábamos desde el alto de Monrepós la amplísima visión del Pirineo que nos proporciona este mirador no había ni una sola nube en el horizonte. Con una perspectiva así del  tiempo y con los hermosos  parajes  que sabíamos íbamos a visitar el disfrute estaba asegurado. Pero ya llegando a Canfranc, por la ladera de la Raca aparecían una nubes inconfundibles que presagiaban lo que a la salida del túnel confirmamos, en Francia una densa niebla, un poco alta, nos privaba de ver los picos que nos circundaban. Aunque alguno, que había consultado la meteorología francesa, animaba diciendo que al mediodía desaparecerían las nubes.

La andadura se inicia cruzando por un puente de hierro el barranco de Aspe y continua por una senda que siempre en suave ascenso y entre esbeltas hayas nos llevará en casi media hora a una pista por la que continuaremos ascendiendo. Poco después encontramos una explanada donde una bifurcación nos señala a la derecha el camino para acceder al valle de Espelunguere, que pasa por delante de la cabaña que podemos ver unos metros más abajo, nosotros tomaremos la dirección que indica Estanés y seguiremos subiendo por una senda que describe amplias lazadas hasta salir fuera del bosque y dejar ante nosotros la impresionante vista del Aspe y su garganta, en aquellos momentos semicubierta por la niebla. Cuando ante nosotros, en dirección oeste,  se abre un extenso valle encontramos en el suelo las marcas rojas y blancas de la senda GR-11 que viene de Candanchú y apreciamos que todo él está cubierto de nieve. Intuíamos que encontraríamos nieve pero no en tanta cantidad.

A partir de este momento el caminar se va a hacer un poco más penoso y nos va a exigir mayor esfuerzo ya que la nieve, que estaba blanda, dificulta la estabilidad  y hay que tener la habilidad de caminar pisando sobre las huellas que han dejado los que van por delante. Así con una fila muy estirada y pasito a pasito llegamos al collado que da vista al ibón de Estanés que no era más que una mancha blanca y completamente llana pues estaba todo helado y como además las cumbres de los picos se perdían entre la niebla la panorámica no era la que esperábamos los que conocíamos el lugar.

El tiempo que transcurrió hasta que todos fueron llegando al collado nos permitió comprobar que, además de las caras de satisfacción de muchos de los senderistas por haber recorrido tanto tramo nevado y alcanzado el objetivo, una suave brisa se iba llevando las nubes y los picos que circundan el ibón se iban dejando ver para poco después dejarnos un cielo azul maravilloso y un entorno incomparable. Tras las fotos y más fotos los unos prefirieron descansar en los pocos trozos de hierba no cubiertos por la nieve, el resto fue bordeando el ibón por la derecha para aproximarse a su orilla, donde en algunos sitios se podía ver el agua, y para acceder a la zona por la cual desagua, de forma artificial,  el ibón y lleva sus aguas a una central hidroeléctrica francesa. Es curioso que este ibón pertenece al término municipal de Ansó por un privilegio concedido por Jaime I el Conquistador por el que adjudicó al municipio una larga línea fronteriza con Francia con derecho exclusivo  de todos los pastos y la contraprestación de que debían de defenderlo y actuar de jueces en los casos de litigios. En este punto se puede disfrutar de un paisaje muy singular, hacia el norte el valle francés de Espelunguere al que da vértigo asomarse pues se adivinan los enorme acantilados que hay a nuestro pies. Una estrecha y aérea senda parte de allí y permite bajar al valle que podemos recorrer hasta su final en la localidad de Les Forges d’Abel. Hacia el sur el ibón helado y la nevada Sierra de Secús con sus altivos picos que se acercan a los dos mil quinientos metros.

Eran casi la una de la tarde y había que regresar y de nuevo a esforzarse por guardar el equilibrio pues la nieve se había puesto más blanda y al bajar las posibilidades de resbalar aumentan.

Desandando el camino llegábamos un poco antes de las dos y media al aparcamiento tras unas cuatro horas y media de caminar y salvar casi quinientos metros de desnivel.

La próxima travesía para el 9 de junio nos llevará por el valle de Benasque partiendo de la Besurta para por los ibones de Billamuerta llegar al Forau de Aiguallut y continuar hasta el ibón de Toro.  Si bien el desnivel a salvar no llega a los trescientos metros y el tiempo de caminar se acercará a las cinco horas para hacerlo con tranquilidad se ha decidido comer en el campo a base de bocadillo o fiambrera rompiendo por una vez con la tradición del restaurante..

 

Ibón de Estanés marcada

Mapa de la Travesía