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Ruta nº70 – Hoz de Jaca

Donde viven los duendes 

El tío abuelo de Carlos contaba que «de mozo festejaba a una moceta de Oz de Chaca » y que todas las tardes subía desde Panticosa «por o camino de Frazacoz descalzo y sin calzones pa non emporcase », también le contó a nuestro amigo Carlos que «varias nueis me siguieron pantasmas y ombres menutos ». Y es que Diablillos ó diapllerons, hadas ó encantarias, duendes ó nemos, gigantes u omes grandizos, han vivido siempre  en estos bosques, algunos hasta se han hecho famosos como el gigante Silván de Tella,  el diablo Pedrón que tuvo que emigrar desde Escartín a Sabiñánigo ó Tricolotraco Engalzagatos, un gorrorroi que sigue haciendo de las suyas en el valle de Bielsa.  Muchos bosques de nuestra provincia nos inspiran sueños de cuentos con hadas y duendes.

La montaña escasa de nieve sigue esperando el agua que despierte a la primavera y llene todo de colorido y esplendor. Y por nuestra parte para colaborar en el despertar, llevamos el jolgorio de la Pequeguara a las calles de Hoz de Jaca este domingo pasado. Los 24 peques y 26 pataslargas a los que se sumaron tres montañeros de la sección Pico a pico, Carlos, Buba y Ricardo, comenzábamos la excursión que nos iba a llevar hasta el Pueyo de Jaca. Tras un corto trecho por la pista de los ibones, nos desviamos por una senda evidente que al poco rato dejó de serlo, y así, sorteando una fuerte subida  llegamos a la cima de la Cochata de Sanchuan. Cima modesta pero excelente mirador del valle, una pausa nutritiva y a bajar de allí, y si la subida tenía miga la bajada más. Un destrepe de unos 4 metros equipado con una cuerda que resultó muy divertido pero muy corto para los peques y un pelín largo para algún pataslargas. Por la senda de Salletas volvemos a la pista para unos metros después tomar el desvío de la senda de Sestas. El musgo se va adueñando de todo, desde los muros de piedra seca que bordean el camino hasta los troncos de árboles y arbustos. Una parada nutritiva más y nos adentramos en la magia del bosque de Frazacoz, el camino se estrecha, la vegetación se espesa y eleva, los árboles y arbustos con hojas retoñas aún dejan pasar la luz del sol, y el musgo, verde brillante de humedad , trepa hasta 3 ó 4 metros ó incluso más por los troncos de buchos, hayas, pinos, abedules y acebos. Lugar mágico y ensoñador que nos envuelve mientras la senda  cruza arroyos, serpentea, subidas y bajadas suaves hasta que un collado marca el descenso hacia Panticosa. Pero nosotros queremos ir al Pueyo y sometemos a referendum la elección de uno de los dos posibles caminos. El resultado es unánime  y la senda «normal » es descartada por la que tiene un «paso delicado con una sirga ». En la pradera que hay justo después del espectacular puente de las Palizas nos reagrupamos mientras los rezagados son recibidos al grito de «caracoles » y « lenti lentejas ». La senda, igualmente mágica mantiene el río Caldarés a nuestra izquierda y el paso de sirga es superado sin mayor problema. Un tramo más de bosque y llegamos al espléndido mirador de « O Castiecho » donde damos buena cuenta de bocatas y fiambreras. Ya sólo queda bajar hasta el Pueyo de Jaca donde terrazas de bar y columpios hacen las delicias de todos.

Si alguien tuviera intereses sobre los datos técnicos, deberá repetir esta bonita excursión. Lamento no tener datos fidedignos, ya que si hacemos caso a las aplicaciones  GPS de los pataslargas éstas indican 9 kilómetros de recorrido. Pero suben hasta 12 si nos fijamos en los relojes marcapasos que algúnos peques llevan.  Claro está que los pataslargas comen sentados y ni corren todo el día ni juegan en los columpios. Será eso.

Texto y fotos.

Marcos Bielsa Ordás