Nº 13 – Albero Alto

Estamos en una primavera no habitual, fría y en la que ha llovido bastante lo cual esta favoreciendo a las plantas por lo que nuestro paseo de tener su tema principal en la geomorfología derivó desde sus primeros pasos a la botánica. Si en el planteamiento entraba la posibilidad de ver alguna orquídea, pudimos ver tres especies de orquídea de abeja y en especial la tal vez más singular, la orquídea de espejo( mas información en: territorioinquieto.blogspot.com), de hecho había que caminar en algunas zonas con cuidado para no pisarlas de lo abundantes que eran. En el lado opuesto el albardín con su sencillas flores también estaba en plena floración y otra gramínea silvestre que pasa desapercibida y que solo nos fijamos en ellas cuando maduran sus espigas que se usan para la elaboración de ramos secos, los pelos de bruja.

A la vuelta por el barranco de San Gil pudimos ver una antigua costumbre para la obtención de leña, la poda de los álamos blancos que crecían sobre el suelo húmedo, los árboles resultantes denominados trasmochos a pesar de su aspecto decaído son un importante habitat para multitud de animales, desde mamíferos y aves que encuentran un lugar para esconderse y nidificar, como la gran variedad invertebrados y hongos  que viven del reciclado de la madera, devolviendo los nutrientes de la misma la suelo donde puede ser utilizados de nuevo.

Pero lo que más asombro a los asistentes tanto al principio como al final de paseo fue el aprovechamiento del agua en Albero Alto, primero con el pozo fuente, para mi, y al recordar las expresiones y comentarios de los asistentes uno de los más impresionantes (queda feo decir el más)de la zona, con sus dos tramos de escalinata, decir escaleras se queda corto, que permiten acceder al pozo, principal abastecimiento de agua de la población. Gracias a las indicaciones de Juan Mendoza, vecino de Albero, pudimos ver otras dos construcciones que si no las habríamos pasado de largo, el cubo del Palomar, un lagar de vino excavado y forrado de roca arenisca,  y el Jaiz, una pequeña alberca de forma ortogonal que recogía el agua que escurría sobre la “bancada de piedra de arena” en la que se había excavado, y donde nos comento que su madre, como otras mujeres del pueblo, iban lavar la ropa. En fin, un paseo sorprendente, sencillo y cerca de casa.