Primera de esquí de travesía de la temporada al Arroyeras
Lola Mas
El barranco de Culibillas se oculta estratégicamente de la civilización de la estación de Formigal en su zona de Anayet, detrás de la punta de la Garganta, en un valle que alcanzado por el sol ofrece un acceso amable a un entorno de montaña magnífico, el de los lagos de Anayet, presidido por el pico rocoso sobre la planicie de lagos, helados en esta época del año, y rodeado de montañas accesibles con esquís, que constituyen recorridos clásicos, más o menos exigentes según se suba a uno de ellos o se encadenen varios por sus hermosas aristas.
El Arroyeras es uno de esos clásicos muy adecuado para una jornada de tipo promocional, que en menos de tres horas hemos alcanzado un numeroso grupo de la sección de Esquí de Montaña de Peña Guara, en el que se ha visto que había ganas de reunirse a recorrer con esquís las montañas del Pirineo, porque a pesar de alguna inoportuna baja ha reunido a 29 esquiadores. La mañana, al salir del parking de Anayet, era fría, a la sombra heladora que ha mantenido una base de nieve dura, pero el sol ya asomaba penetrando en el barranco y en poco rato alejándonos de la estación de esquí nos hemos adentrado en el valle por el que discurre un GR muy transitado en verano camino de los lagos.
Evitando resbalar al arroyo que aún asoma en bastantes ocasiones por el fondo del barranco, nos reunimos para quitar ropa al sol, donde el valle se abre amplio, cerrándose al fondo en un escalón que da paso al llano de los lagos. No obstante, Pedro se ha desviado hacia la ruta que estaba dibujada en el mapa del itinerario, muy acertada para el acceso a este pico, por las canales o tubos de Arroyeras orientados al Norte, y aunque el ambiente se vuelve más frío y las pendientes parecían desde abajo algo fuertes, en realidad con unas zetas muy bien trazadas, muy amplias para evitar vueltas “marías”, se ha ascendido sin peligro y sin dificultad. Una capa de nieve superficial evitaba tener que calzar cuchillas ya que la base está muy endurecida. Atrás hemos dejado aún al sol las laderas purgadas de nieve en estos días de altas temperaturas con restos de avalanchas más o menos grandes en ambas vertientes. Al bajar evitaremos transitar sobre ellas. Una última ladera después de un rellano, con unas cuantas zetas más y pasado un último y corto tramo más helado nos situamos todo el grupo en el collado que precede a la cumbre cien metros por debajo, donde el viento azota y aparecen nubarrones oscuros que han cubierto rápidamente todas las cumbres del entorno, que al fondo preside el Midi d’Ossau, y más cerca el pico Anayet. Para estos metros muy venteados ponemos crampones dejando los esquís en el collado. Poco a poco todo el grupo hemos alcanzado la cumbre de 2.557 metros. Descendemos, calzamos esquís y tras una primera ladera de nieve costrosa y enganchona que ha rebozado a alguno, más incómoda, se ha descendido mucho mejor por la nieve endurecida con una ligera capa superficial salvando un par de escalones por donde hemos subido, para situarnos, ya sin la fuerte ventisca, enfilando el barranco por el que se desciende pasando de una vertiente a la otra, cruzando el río por uno de los pocos pasos posibles, para trazar las últimas laderas bastante altas, con un poco de tensión en las piernas para no tropezar en alguno de los bolos rodantes de hielo que se han descolgado de la parte superior.
El último tramo discurre amablemente unos pocos metros por la misma estación descansando las piernas hasta finalizar junto al aparcamiento de Anayet donde nos hacemos, aquí sin vientos que lo impidan, una foto de todo el grupo, que se sumará a las tomas de vídeo que ha ido cogiendo Pedro entre la ventisca.
Pronto, la semana que viene, esperamos la siguiente travesía, que las meteos sean amables, ya que ha comenzado la temporada y hay que disfrutar del Pirineo nevado en toda su extensión y en la mejor compañía como ha sido la de esta jornada.