En esta ocasión nos trasladamos a la estación de Esquí de Astún, con la intención de realizar la cresta que va desde el Belonseiche a los Monjes. Cuando nos vamos acercando a Candanchú ya nos damos cuenta de que la visibilidad va a ser un problema porque la nieve y la niebla juntas hacen que sea prácticamente imposible orientarse, a veces no se ven ni tus propios pies.
Aun así una vez que nos reunimos y analizamos los problemas por la niebla nos ponemos en marcha, cambiando el sentido de la ruta para empezar por el final, con el propósito de orientarnos un poco mejor.
Comenzamos poco después de los hoteles de Astún por una fuerte rampa que luego se suaviza, siempre con el barranco que baja del ibón de Escalar a nuestra izquierda. Llega un punto donde el barranco se estrecha y tomamos la decisión de seguir sin bordearlo y subir por el barranco mismo hasta el ibón de Escalar.
Una vez en el ibón y sin ninguna referencia por la niebla, excepto el GPS, continuamos, después de las instrucciones precisas, que son: separarnos por grupos de tres en zig zag por encima del ibón helado para no sobrecargar con nuestro peso el hielo, eso siempre sin perder de vista a nadie del grupo y en silencio para escuchar algún posible crujido del hielo.
Una vez pasado el ibón intuimos una amplia canal de nieve que nos deja tras subirla en el collado de los monjes entre Francia y España. Desde este punto, a la derecha, se intuye una larga arista que nos deja poco después en el pico que hace de hombro al Pico de los Monjes (2347m) y aquí nos colocamos los arneses porque aquí empieza la parte técnica del día, sobre todo sin visibilidad.
Comenzamos a colocar una cuerda a modo de línea de vida para asegurar al grupo, y haciendo ensambles con tres cuerdas, hasta un total de 90 m, y así hasta la cima en dos cambios de cuerdas, recuperando el material en cada cambio.
Una vez en la cima, nos felicitamos por un trabajo bien realizado, porque, aunque el pico no es difícil en condiciones normales, con esta visibilidad se hace bastante más peligroso. Pasamos un buen rato en la cima y comemos un poco.
Poco después se ve un poco de cielo y nos permite ver la cresta que queríamos hacer hoy, así que nos ponemos en marcha a intentar hacerla por lo menos hasta el pico Escalar (2337m). Bajamos por nuestros pasos. Está vez podemos ver mejor el tramo ascendido así que lo bajamos sin asegurar y nos vamos directos a la cresta.
Poco después, en la cresta, con unos resaltes de gran belleza y patio, nos plantamos en el pico Escalar. Nos felicitamos de nuevo y decidimos seguir por la cresta hasta el collado de Audas, por donde descendemos por una empinada canal de nieve que nos vuelve a dejar en el ibón de Escalar.
Desde ahí, ya relajados, hasta el autobús, que nos espera en la misma estación de Astún.
El resumen de la jornada es algo que siempre viene a la cabeza en más de una ocasión; y es que los montañeros somos los «conquistadores de lo inútil». Y sí que es posible que sea verdad, pues no conquistamos nada, pero en nuestro caso preferimos decir que somos conquistadores de sueños, que, con cada respiración de nuestro pecho, con cada latir apresurado de nuestro corazón, anhelamos llegar a esa cima, a esa meta que está arriba… en lo más alto de la montaña.
Sergio Vivas.