Nº7 – Gruta Helada de Lecherín

14 de febrero 2021 

Excursión a la gruta helada de Lecherines.

Nadie hubiera dicho que después de semejante temporal de nieve y hielo tendríamos un febrero atípico por su climatología, es decir, que sería mucho más cálido de lo normal.

Nosotros ya habíamos previsto que con semejante calor para estas fechas había que cambiar la excursión que teníamos prevista en el programa por el riesgo de no encontrar suficiente hielo para ver la magnífica gruta en su esplendor porque cada vez los inviernos parecen más cortos.

Así pues, una vez ataviados con el material necesario, partiríamos desde Huesca, desde la estación de autobuses, los 21 montañeros que en esta ocasión nos habíamos convocado.

Una vez en el pueblo de Canfranc nos deposita el autobús para comenzar el ascenso a dicha gruta. La mañana es fresca, pero no hace el frío que corresponde a esta época del año.  Así que, después de desprendernos de las raquetas que nos habíamos llevado por si acaso hubiese nieve desde abajo, comenzamos el ascenso.

La subida es suave al principio y por un bosque de pinos que nos lo hace mucho más agradable, hasta llegar al refugio forestal de Gabardito, a más de 1500 m de altura.  Hemos llevado buen ritmo, superando los 500 metros de desnivel en una hora más o menos. Una vez en este refugio nos tomamos un apetitoso desayuno, algunos con un buen bocadillo, otros con fruta, etcétera. Aquí la nieve ya hace acto de presencia, una nieve con un espesor considerable y una dureza que nos parece casi helada.

Poco después, tras pasar el barranco que hay más adelante del refugio y por el que baja abundante caudal de agua, nos internamos en otra zona de bosque, aquí ya sin huella de ningún tipo, pues no ha subido nadie, -desde luego se nota el tema este del confinamiento-. Esta vez nos encontramos el terreno virgen, sin una huella humana, excepto la de algún sarrio qué en algunas ocasiones nos marca el camino.  Aquí el terreno está difícil de seguir y sería muy fácil perderse en el bosque, pues no hay trazas ni de senda, excepto alguna marca que se ve en algún árbol.  Ello hace que que este servidor que ejerce de guía hoy se tenga que esmerar bastante para encontrar el camino.

Aun así, poco después salimos del bosque y encontramos la mallata de Gabardito la cual tenemos que atravesar para llegar al corredor que baja desde la misma gruta de Lecherines.

La nieve en esa zona para atravesarla está bastante dura, lo suficiente para no hundirnos.  Desde aquí ya todo es nieve.

Después de atravesarla, cuando llegamos al pie del corredor, nos colocamos los crampones, casco y piolet por seguridad, pues la inclinación del corredor en algunas de sus partes puede alcanzar hasta un 60%. Aquí la nieve todavía está más dura, casi hielo. Comenzamos el ascenso por la dura pala de nieve helada respetando todo el rato un pequeño hueco entre los miembros del grupo por si nos sorprende alguna caída del que llevamos delante.  Ahora se plasma realmente en la mirada de los montañeros la emoción que representa y el esfuerzo que supone superar una pala de semejante inclinación y también la satisfacción, una vez conseguido cada escalón del corredor.

Al final llegamos a la boca de la gruta helada de Lecherines bajo la sorpresa de los componentes del grupo ante semejante belleza plasmada en forma de hielo y nieve.

Aquí mientras algunos de mis compañeros hacen un breve descanso, esperando a los que faltan, me dedico a equipar la entrada en forma de una huella para descender a la caverna helada.  Una vez comprobada y hecha la huella segura vuelvo a subir fuera de la gruta.

Comienza el descenso de los demás compañeros ante el asombro de las columnas de hielo que adornan su interior. Una vez allí nos dedicamos a recorrer sus enormes salas, dejando a la derecha lo que sería la continuación hacia otra sima.

Ya en el exterior de la gruta y con la satisfacción de haber hecho las suficientes fotos, nos comemos los bocadillos, pues pasamos ya el mediodía.

Este grupo promete, la armonía que se palpa en el ambiente me hace pensar que se está creando un vínculo muy profundo entre todos los compañeros de este nuevo grupo que se llama Travesías Pirenaicas.

Ya durante el regreso, en una pala inclinada, algunos compañeros entrenan auto detención con piolet en nieve para adquirir destreza y seguridad ante una posible caída y luego continuamos el camino para realizar el mismo itinerario de subida, con una cara de satisfacción por el logro conseguido hoy y con la vista puesta en la próxima excursión