3 y 4 de julio
El pico de La Munia un tresmil rocoso y crestero.
Lola Mas
Pasadas las lluvias se consiguió ascender a la cresta de La Munia de 3.134 m.
La rocosa cresta del pico de La Munia es un observatorio privilegiado del Pirineo, de cerca el impresionante circo de Troumouse de paredes escarpadas, verticales, con el que enlaza por la Pequeña Munia y el escalón del Sierra Morena, después el Heid, el Gervats, y mirando a los horizontes, el más destacado al Oeste del macizo de Monte Perdido, con el Cilindro, el Perdido y el Soum, el pico de las Olas, visible el collado de Añisclo, el gran paso al macizo de las Tres Marías, con la Suca que quisimos ascender. Cuando traspasamos el collado de la Munia asoma el Vignemale por el Oeste. Más cerca el circo de Barrosa con el paso del Puerto Viejo, donde estuvimos. De nuevo a lo lejos el Pic Long, el Estaragne, hasta el Midi de Bigorre. Y para alcanzar esta cresta mirador hay que penetrar en el macizo donde se produce la sensación de montaña alejada ya que hay que transitar por una larga pista por el valle de Chisagües para llegar al lugar de Pietramula, en un tránsito difícil.
Por fin nos reunimos los diecinueve participantes en Bielsa en torno a la máquina expendedora de los tickets de acceso y circulación por esa pista que desde Chisagües se adentra hasta Pietramula, previa colecta de monedas entre los participantes, que se precisan. Antes de los difíciles kilómetros finales de mala e inclinada pista acampamos en el llano con una agradable cena montañera, esperando que se cumplan las mejores previsiones meteorológicas que anuncian lluvias para la tarde-noche del sábado y mejoría para el domingo. Alojados en las tiendas y furgonetas, comienza una sucesión de jarreos de lluvia que dura toda la noche, con más litros por metro cuadrado de los previstos. Por la mañana hay que esperar a que el tiempo se aclare, pero continúa muy nublado y brumoso. Se piensa en un plan “B” de bajar al sur donde quizá no llueva, pero nos vemos animados por uno de los colaboradores de esta actividad, a confiar en las previsiones, ya que los modelos meteorológicos coinciden en la mejoría. Con casi dos horas de retraso sobre lo previsto partimos entre nieblas y brumas y ligera lluvia por los pastos de altura del barranco de Pietramula, donde hay que desviarse hacia el barranco de las Puertas. A medida que ascendemos y alcanzamos el collado de las Puertas el sol ya está de nuestra parte y va deshilachando las nubes. Traspasamos el desvío al Robiñera para continuar a la cuenca de los lagos de Lalarri o de la Munia donde ya vemos en toda su extensión la cresta de la Munia y el collado al que hay que dirigirse para iniciarla.
El terreno se inclina del todo en el paisaje metamórfico de rocas desgajadas que preceden al collado, aunque se puede descansar la vista mirando a Peña Blanca donde ha asomado la roca caliza y pone la nota de contraste en el paisaje. Pisamos algunos neveros pero no hacen falta crampones. Allí se acaba el ascender y empieza el trepar, recorrer crestas, una de las actividades más gratificantes del montañismo de altura pirenaico.
El paso del Gato, punto clave de dificultad en el ascenso llega después de ir traspasando por un lado o por otro los perfiles de la cresta buscando siempre el mejor paso, hay algunos mojones pero hay que saber dirigirse, por el norte, por el filo, por el sur, para no romper el equilibrio inestable de los bloques que conforman la cresta.
En una brecha se elevan las placas de conformación más granítica fisuradas en unos treinta metros, equipadas con una cuerda y una cadena de apoyo. Superamos este paso del Gato por las fisuras que asemejan a arañazos de gato y van apareciendo altos que parecen la cumbre, aún está más allá, un último escalón y por fin llega la cumbre principal de La Munia de 3.134 metros. Fotografías de cumbre y en círculo, de todos los macizos que circundan del Pirineo Central al Occidental.
De regreso destrepamos la cresta, rapelamos el paso del Gato, para hacerlo más seguro al grupo, y tomamos un desvío hacia los neveros de la cuenca del Robiñera, descendiendo largas pedreras inclinadas que nos devuelven a los lagos, al collado de las Puertas y los prados alpinos del barranco de Pietramula hasta el aparcamiento del Cubillar.
No esperábamos recorrer toda la cresta y llegar a la cima de la Munia con la noche lluviosa y la mañana llena de brumas, así que hay que celebrar la confianza en el acierto de los meteorólogos y el empeño de ir adelante con el primer plan, así que desandamos en vehículos de buena tracción la pista hasta recoger los que estaban aparcados más abajo, para celebrarlo en dos buenas mesas en Parzán.