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Ruta nº84 – Colores de otoño desde Hoz de Jaca al puente de Santa Elena

BAJO EL ALIENTO DE BÉATRICE

Hacía muchos días que no teníamos un pronóstico metereológico tan adverso. Pese a ello, entre los 18 participantes en esta última salida de Pequeguara, había varios con ganas de pasar frío y mojarse después de tanto calor. Y eso se notó en las caras de felicidad que algunos teníamos mientras veíamos desde el vertiginoso mirador de Hoz de Jaca, el colorido paisaje en el que nos íbamos a introducir.

Ligera lluvia y fuerte viento de sur nos recibieron al bajar del bus que despertaron nuestro apetito y tuvimos que solucionarlo con un arranque nutritivo en la plazoleta del Puente Vicén.

Comenzamos a caminar por la carretera unos metros hasta que a nuestra izquierda un cartel nos indica el camino. Y el camino es una preciosa senda, que los de Hoz llaman « el sendero del monte »  es descendente y nos sumerge en un otoñal bosque de hayas, abedules, acebos, avellanos y demás especies vegetales. Al poco rato y al ritmo de diferentes canciones en diversos idiomas llegamos a un cruce de caminos. ¿Por dónde seguir? A la derecha es bajada y se va por la orilla del río Gállego hasta nuestro destino en el puente de Santa Elena, es decir, meternos en el fondo del valle donde los fuertes vientos nos vendrán encañonados de frente. O, por la izquierda que hay remontar un poco y continuar en media ladera para luego bajar hasta el río casi en el final del camino antes del puente, pero protegidos del viento por la muralla de la Peña de Hoz.

Este enorme dilema que se plantea recibe una unánime solución por parte de los peques, decisión práctica e inteligente alejada de las sesudas elucubraciones técnicas y metereológicas de los pataslargas. ¡¡No lo véis, por el camino de arriba el cartel marca 200 mts menos de distancia!!  Da gusto ir con gente entendida, camino de la izquierda entonces. Camino que se transforma en senda, senda que desaparece bajo una alfombra de hojas rojas, marrones y amarillas. Sendero puramente otoñal para todos los sentidos. Llegamos a un desvío que indica el mirador de La Sarra, al que subimos, es un espolón rocoso que domina el valle y es la cota más alta de nuestra excursión. Descendemos por donde hemos subido el fuerte desnivel hasta el desvío y optamos por comer allí. La borrasca Béatrice acumula tantas nubes sobre nosotros que hay momentos de una oscuridad más propia del final del atardecer, pero es mediodía, no llueve pero el viento agita con fuerza las copas de los árboles sobre nosotros, estamos en una suave depresión del terreno donde tranquilamente atacamos nuestros bocatas protegidos del vendaval. Alguna ramita arrancada cae sobre nosotros cuando a cien metros de distancia y en la zona más castigada, un enorme árbol ya seco es arrancado y cae con gran estruendo. Está lejos y no nos ha cortado el hambre.

La senda desciende ahora, salva los trescientos metros de desnivel que nos quedan. El manto de hojas oculta el sendero que continúa atravesando un ambiente otoñal magnífico. Béatrice se ha cansado de soplar y eso nos hace pensar en que ahora nos enviará lluvia. Estamos casi al nivel del río, la pendiente senda llega a un camino en llano, llueve y nos mojamos. ¿Qué es ese agujero? ¿Una madriguera? Sí, madriguera de hormigón, vestigios de otros tiempos, remedos hispánicos de la Línea Maginot francesa, son algunos de los antiguos búnkeres de Línea P, hoy son P de pequeguara pues se convierten en territorio ideal de juegos y aventuras.

Ni la lluvia ni el viento, ni los ocho kilómetros recorridos, ni los 300 metros de desnivel en subida ni los 550 en bajada que separan Hoz de Jaca del puente se Santa Elena, han hecho mella en el ánimo de los peques. Pero aún no se ha acabado el día, visitamos la Feria de Biescas para ver bichos, comprar quesos y lo más importante como no, jugar en los columpios.

Marcos Bielsa Ordás