LA GRANDEZA DE LOS PEQUEÑOS
Realmente la medida no es segura, en algunos mapas indican 2.475, nuestro GPS decía 2.477, pero otros afirman 2.482. En un ejercicio de sana soberbia nos vamos a quedar con la de más altura. Pero como altura también resulta modesta para una montaña rodeada de otras cumbres más prominentes y además son pocos los metros que le faltan e impiden colocarse entre las grandes. Jurídicamente es a partir de 2.500 metros de altura cuando estamos hablando de « alta montaña ». ¿El nombre ? también es confuso, pico de Lo Ibón, en aragonés, pico del Ibón, pero la más aceptada es el pico de Olibón. Con ésta introducción plantearse una ascensión a este pico resulta cuando menos poco sugerente. Pero atentos, la majestuosidad no se puede medir, ser grande es cuestión de talla, ser grandioso es sentimiento. Y eso es lo que tiene este pequeño y modesto gran gigante, su porte y elegancia de formas lo convierten en una de las montañas más bonitas de nuestro Pirineo.
La primera salida pirenaica de este año de la sección Picoapico de Peña Guara comenzaba por este especial pico, pero si la cima es espectacular la aproximación y descenso lo son en igual medida. Veinte éramos las personas que salíamos desde Candanchú por un precioso bosque de hayas en la senda que de seguir llevaría hasta el ibón de Estanés. Al salir del bosque, la impresionante pared que culmina en la cima de la Ruabe del Bozo está cortada por un río llamado Gave de Aspe formando un desfiladero, el Paso de Aspe. Sólo a un cabezarrota se le puede haber ocurrido meternos en él. El sendero es poco fácil y menos evidente mientras gana altura a media ladera entre empinadísimas praderas y canchaleras. Es vertiginoso cuando transita por una estrechísima faja colgada verticalmente a más de 50 metros del torrente y que nos deja en un paso difícil de escalada, para terminar con una trepada que será proporcionalmente delicada al estado húmedo de la roca. El rincón del Paso de Aspe es a partes iguales, espectacular, salvaje, inhóspito, único e impresionante. Y la panorámica que se nos presenta al salir al valle que está justo a continuación es grandiosa. Las nevadas caras nortes de los picos de la Llana de la Garganta y Llana del Bozo nos tienen boquiabiertos, situación que aprovechamos para comer y beber un poco. Remontamos el valle abriendo huella por la nieve hasta encontrarnos el sendero GR11, que asciende por una vira sobre un enorme y marcado estrato de roca y nos llevará hasta el Puerto de Aísa. Desde aquí vemos ya la pirámide del pico Olibón. Descendemos un poco mientras nos aproximamos a la base para arremeter la subida hasta su cima. La visión que se ofrece es sensacional, quinientos metros de desnivel casi verticales nos separan del fondo del Valle de los Sarrios al norte. El día está limpio la contemplación del entorno es perfecta. Pausa, risas, fotos y a descender por la cresta que continuamos hasta el pico Ruabe de Bernera, desde allí las vistas sobre el pico de Olibón son incomparables. Seguimos por la cresta, afilada a tramos con dos pasos athléticos y vertiginosos hasta el punto en el que descendemos de ella para seguir bajando por lapiaces y canchaleras hacia el refugio de Mistresa en cuyas proximidades tomaremos la senda que nos conducirá al confort y descanso del refugio de Lizara dónde nos espera el autobús.
No ha sido una ruta excesivamente larga 13 kilómetros, no hemos acumulado mucho desnivel 1.300 mts, pero la intensidad emocional en varios momentos unidos a la continuidad maravillosamente paisajística de principio a fin. Hacen de esta salida de la Picoapico una de las memorables. Prueba de ello ha sido el pertinaz bombardeo de espectaculares fotos que hemos sufrido desde ese día.
Marcos Bielsa Ordás