Travesía 326 – Belsué – Cienfuens – Dolmen – Salto de Roldán

TURISMO  POR  EL  ALTO  ARAGÓN

Travesía 326  —  1 de diciembre de 2013  —  Intermodal  8:00 horas  

Belsue - Salto de Roldán

Belsué – Pantano de Cienfuens – Dolmen – Salto de Roldán 

Novedoso itinerario al Salto de Roldán

Desde Belsué por el pantano de Cienfuens terminamos en un «extraordinario y sublime comedor»

El pasado domingo con algunos grados bajo cero nos dejaron los autobuses a cuarenta y nueve senderista en el pueblo de Belsué. Poco tiempo perdimos en acomodarnos las mochila y empezar a caminar buscando los rayos solares que todavía no remontaban la sierra de Gabardiella pero sabiendo que no tardaríamos mucho en recibirlos.

La senda nace frente al pueblo bajo la tablilla que indica las direcciones a Lúsera y Nocito por un terreno  de pobre vegetación hasta que alcanza un pequeño collado que ya nos permite ver bastante más abajo la pardina de Ascaso. Uno de los edificios está en ruinas, el otro aún se mantiene y deja entrever por su situación y amplitud la importancia que tuvo hace años, en los últimos fue colonia juvenil. Su emplazamiento domina el cauce del río Flumen que discurre por aquí sobre un lecho de lajas de piedra lo que ha formado cubetas que mantienen unas bellísimas pozas de verdeazuladas aguas. Recorrer el cauce de este río en verano es toda una gozada.

En otras ocasiones cruzarlo, para continuar la senda y acceder al derruido pueblo de Santa María de Belsué, exigía vadearlo descalzo y hacer equilibrios para no caerse pero hace un año colocaron una pasarela y ahora es una delicia hacerlo, sobre todo al pensar las peripecias e incomodidades que hubiéramos tenido el domingo pues el cauce estaba parcialmente helado.

A las diez en un carasol, un poco antes de encontrarnos con las pista que sube a Lúsera, nos detuvimos a almorzar con una excelente temperatura y una atmósfera diáfana.Todo apuntaba a un magnífico día para caminar. Por el coqueto puente        que salva el barranco de Lúsera, bordeando las faldas de Gabardiella, nos dirigimos hacia la presa del vacío pantano de Belsué. Este camino entre pinos se hizo con rapidez pues una constante de toda la caminata fue que todo la buena temperatura de las solanas se convertía en frío en las umbrías.

Cruzada la presa de Belsué debemos continuar por la orilla derecha del Flumen por un camino, antaño ocupado por raíles por donde las vagonetas llevaban el material para la construcción de la presa de Cienfuens a la que se llega tras pasar varios túneles. No obstante lo más espectacular de este tramos es que discurre bajo las fenomenales paredes, tanto por su verticalidad como por su dorado colorido,  de Cienfuens o de Ártica Losa por las que podíamos observar a dos cordadas de cuatro escaladores en plena ascensión. Sobre la vertical de las casas del pantano y por encima del camino se advierte una oquedad que es donde se sitúa una de las entradas a la cueva del Toro y hasta ella  accedieron algunos compañeros. Tras el reagrupamiento en la explanada de la presa, eran ya las doce de la mañana y se podía caminar en manga corta, emprendimos la senda, muy cuidada y recién limpiada,  que en cómodos ascensos por un tupido carrascal nos va a llevar hasta los antiguos campos y corrales del Gargantal donde pastaban una veintena de vacas. Como mostrará mi sorpresa por encontrar ganado vacuno en estas fecha y en este lugar me dijeron que las hierbas medio secas que crecían bajos los bojes constituyen un apreciado alimento para estos animales y como prueba me hicieron ver lo gordos y lustrosos que se encontraban los animales.

Hacia el norte parte un camino que lleva a la pista que desde el Salto de Roldán llega hasta el refugio de Peña Guara en la ladera del pantano de Belsué pero continuando hacia el sur,  en poco más de diez minutos se llega al collado de la Piatra ocupado desde la Prehistoría por el singular dolmen de Belsué o de la Piatra. Un buen rato de descanso, muchas fotos y a seguir el indicador que nos señala hora y media de camino hasta el Salto de Roldán, aunque su silueta, y la de la ermita de San Miguel,  que alguno bautiza como nuestro comedor,  se recortan en el horizonte.

Caminamos por una zona deforestada  poblada de bojes y enebros por lo que parece una pista de las que hicieron los petroleros cuando buscaron, con poco éxito, petróleo por esta zona y vamos en dirección a la barranquera que desciende de las faldas del Tiacuto. Al llegar a ellas, pues son dos y por ambas baja agua, pasamos a la vertiente norte y nos introducimos en un soberbio pinar tanto por lo frondoso como por el porte de los pinos. La senda  atraviesa la umbría  y nos presenta las primeras dificultades de las jornada pues los repechos aunque cortos son exigentes pero aplicando la filosofía del senderista, paso corto y continuo, vamos a acceder primero a una pista que desciende hacia el Flumen y enseguida a la pista que va hacia Belsué. Un poco más y nos posicionamos en el mirador del Salto de Roldán y del Picón, que nos ofrece una silueta radicalmente opuesta a la que vemos desde Huesca. Un mirador con bancos y perfectamente ubicado a tan sólo un kilómetro del aparcamiento que hay en el collado de San Miguel. Hay que ir a visitarlo.

En este collado nos esperaban los autobuses y se hicieron dos grupos unos prefirieron comer al pie del Mallo y otro grupo decidió subir al «vistoso comedor del piso superior». Para acceder a lo alto del monolito se sigue una senda ascendente que nos lleva a la primera pared que se salva subiendo por una decena  de grapas ancladas en la pared, luego una escalera sólidamente empotrada nos permite alcanzar otra media docena de grapas que nos colocan en el llano de la derruida ermita y disfrutar de la mejor visión de la Tierra Plana que se extiende interminable hacia el sur, hacia el este la impresionante peña de Amán y el Picón, hacia el oeste hasta la silueta del Moncayo y hacia el norte el profundo barranco que ha excavado el Flumen antes de colarse entre los dos Mallos. Con un ligero vientecillo, sentados en el conglomerado y con los pies colgando hacia no sé donde dimos cuenta de las fiambreras y bocadillos y estudiamos los datos que arrojaban los navegadores de montaña:  recorrido de 18’5 km.; tiempo total 7:30 horas, de ellas 5:10 h andando; salvando 760 m de desnivel de subida y 785 de descenso.

El próximo domingo día 15 saldremos del pueblo de Panticosa y pasando por Hoz de Jaca llegaremos a la ermita de Santa Elena para terminar comiendo en Búbal.