23 septiembre de 2018
Con mucho calor por el ibón de Acherito
Mientras un grupo coronaba un par de picos el otro descansaba a la orilla del encantador ibón disfrutando del paisaje
Pasado el concurrido camping de la Selva de Oza el autobús nos trasladó a 53 senderistas a Guarrinza donde a las nueve y veinte del pasado domingo comenzamos nuestro dominical recorrido de senderismo.
Con un luminoso cielo azul que enmarcaba el macizo de Peña Forca bajamos del bus junto al puente de la Mina (1.230 m.). Cruzamos el Aragón Subordán y un corral de ganado que deja a nuestra izquierda el barranco de Acherito para proseguir por una nítida senda a nuestra derecha que va ganando altura junto al torrente que baja de los picos Laristé y Laraille. La senda cruza el barranco y prosigue salvando ahora algunos acusados repechos que nos llevaron, en casi tres cuartos de hora, a una bifurcación que a la izquierda nos marca el camino hacia el ibón. De frente el barranco de las Foyas prosigue hacia el puerto de Palo. Allí almorzamos, en principio a la sombra pero luego el sol empezó a hacer de las suyas.
A partir de este punto la senda es más cómoda de caminar y se van abriendo hacia el oeste unas inmejorables panorámicas de los macizos que separan los valles de Hecho y Ansó. Se continúa a media ladera bajo los derrubios calizos de los paredones del mallo Christian y poco a poco irán emergiendo los picos más emblemáticos de la zona: el altivo Chipeta, el puntiagudo mallo Acherito y el singular púlpito de Petrechema, hasta alcanzar una zona más llana con praderas herbosas y zonas encharcadas que nos revelan la cercanía del ibón de Acherito presidido por su espectacular roquedo (1.875 m.).
El ibón más occidental de la cordillera reposa en una cubeta de origen glaciar, rodeado de verdes praderas, con abundante agua y muy buenas vistas a los macizos de los Gorreta y Gamueta. Tal y como estaba programado se formaron tres grupos. El más numeroso ascendió al este por la loma herbosa que se extiende por la base del mallo las Foyas hasta alcanzar por terreno pedregoso el collado que lo separa de la punta D’a Raya (pico Laraille), desde aquí se alcanza con comodidad los pocos metros de desnivel que hay hasta el pico (2.146 m). A partir del mallo las Foyas se puede recorrer toda la cresta superando algunos pequeños pasos de escalada fácil para poder contemplar una panorámica mucho más amplia y salir a la senda que baja del puerto de Palo.
Unos cuantos compañeros decidieron quedarse a tomar el sol, que ya calentaba de lo lindo aunque algunas rachas de viento lo mitigasen, a orillas del ibón y el resto acometió la pendiente ladera herbosa hasta alcanzar la muga fronteriza para contemplar al fondo toda la amplitud del valle francés de Lescún y las calcáreas Agujas de Ansabere.
Comimos a la orilla del ibón y nos tomamos un buen descanso para a las dos y media iniciar el descenso con toda tranquilidad haciendo dos paradas para beber agua, la mayoría hicimos corto y la agotamos, ya que el calor sobre todo bajando por el barranco era enorme. A las cuatro y cuarto podíamos refrescarnos en las aguas del Subordán. Nuestros compañeros llegaban media hora más tarde contentos y satisfechos de lo logrado.
Los que recorrieron la cresta superaron algo más de mil doscientos metros de desnivel en un tiempo neto de seis horas largas mientras que los que subimos a la cresta fronteriza no llegamos a los 900 m y casi cinco horas de caminar.
El domingo siete de octubre T.A.A. tiene preparada una travesía por el Parque Nacional de Aigüestortes.