Domingo 21 de Mayo
Recorrido por la Ribagorza oriental
Desde Santorens a Buira para terminar bajando a Pont de Suert
El pasado domingo día veintiuno comenzábamos nuestro recorrido en el pueblo de Santorens cincuenta y tres senderistas bajo un cielo semicubierto pero con buena temperatura para caminar. Hacia mucho tiempo que no visitábamos esta zona oriental de nuestra provincia y nos encantó el recorrido, todo por sendas o caminos de buen piso, siguiendo las abundantes marcas amarillas y blancas y con postes indicativos en todas las bifurcaciones.
Para llegar a Santorens debemos tomar en Benabarre la carretera que sube a Viella y tras pasar la presa del pantano de Escales, según se va bordeando el pantano, un indicador a la izquierda nos señala la ruta a seguir. Tras un recorrido corto pero sinuoso y que salva un apreciable desnivel veremos la torre de la parroquial del pueblo que está dedicada a San Orencio.
Un poste informativo nos invita, tras atravesar el pueblo, a tomar la dirección hacia Pallerol y Betesa, que pensamos puede ser una buena travesía para otro año porque la que tomamos fue la que indica, antes de entrar en el pueblo, hacia las ermitas de Iscles y Torm.
Pronto se deja la pista para tomar una amplia senda que sube con suavidad entre muretes de piedra, pasa por la Font de las Pruneras y accede, en menos de una hora, a un collado donde se encuentra la restaurada ermita de San Pere de Iscles que consta de una única nave con bóveda de medio cañón sustentada por gruesos muros de piedra bien trabajada y asentada junto una formación rocosa muy llamativa por lo puntiagudo de su cima.
Tras almorzar iniciamos el descenso por la otra vertiente, ahora con vistas al sinuoso pantano de Escales, en dirección a unos paredones de conglomerados que cierran la profunda vaguada. En el camino pasamos por el desvío a la Torre de Buira pero lo obviamos para proseguir por una estrecha senda que sube y baja adaptándose a la base de los conglomerados por lo que en algún trecho tiene pasos delicados y que nos introducirá en un recóndito vallecito, con robles llamativos por su tamaño, donde está la ermita de Nuestra Señora de Torm a la que acudían de romería los pueblos del entorno. En estado ruinoso aunque dentro hay andamios lo que hace pensar que pueda estar en fase de consolidación.
Tras la visita debemos volver al desvío a Torre de Buira para retomar el camino de herradura por el que descendíamos y que ahora atravesará continuos bosques de robles con sus hojas recién nacidas y por ello de ese color verde claro tan sugestivo. Los gruesos muros de piedra seca que lo delimitan, en muchos tramos caídos, servían además para sostener los numerosos campos aterrazados que hay por toda la zona. En el collado de Barabero nos tomamos un respiro, íbamos bien de tiempo, había que beber pues el calor apretaba un poco y la panorámica era excelente.
Unos cuarenta minutos de cómodo caminar nos separan de Torre de Buira donde al aproximarnos llaman muchísimo la atención tres casas recuperadas con esmero y buen gusto. Además goza de un espléndido mirador hacia el valle del Noguera Ribagorzana, embalse de Escales y Pirineo. Por senda, veinte minutos después, entrábamos en Buira y en el espacio de los antiguos lavaderos, hoy acondicionados como merenderos, comimos.
A las tres y media iniciábamos el descenso hacia Pont de Suert por una vestida senda que sale del mismo pueblo. Se prosigue, ahora con fuerte pendiente, por una trocha que acorta las lazadas que hace la carretera y que nos dejará en las primeras casas del pueblo leridano.
El recorrido de casi dieciséis kilómetros con un desnivel acumulado de subida de 560 m. lo realizamos en un tiempo neto de cinco horas, siete desde que dejamos el autobús.
La travesía número 390 de T.A.A. será el domingo cuatro de junio por el valle de Gistaín para subir al ibón del Sein.