Jornada senderista por el entorno del rio Vero
Recorrido circular partiendo de Alquezar y regresar tras pasar por Asque y Colungo
El pasado domingo día 26 recorrimos la primera etapa del Camino Natural del Somontano de Barbastro, itinerario perfectamente balizado y acondicionado, que enlaza algunos de los parajes más espectaculares de la Sierra de Guara.
A las ocho de la mañana cuarenta y ocho senderistas salíamos de Huesca para dirigirnos a Alquezar que cubría con un manto de nieve sus reconocidos monumentos artístico y paisajes naturales.
Por encima del amplio aparcamiento para autobuses parte una pista que en constante, aunque suave subida, nos llevó a la ermita de San Gregorio. Otro buen mirador sobre el pueblo. Tras pasar un muladar en el que se alimenta a los buitres de la zona descendimos al barranco por el que una senda bien trazada, con algunas escaleras de hierro y un singular puentecito, nos sube por un corto pero fuerte repecho a las Balsas de Basacol.
En lo que fueron balsas para abastecimiento de los huertos y vecinos de Alquezar (hoy curiosamente se emplean para el sistema de extinción de incendios) se ha construido con la llamativa piedra rojiza de la zona un bonito centro de recreo presidido por una edificación con cuatro arcos orientados a los puntos cardinales inspirada en los famosos esconjuraderos en los que se pretendía alejar las nefastas tormentas de granizo veraniegas.
Tras almorzar de pie en tan pintoresco lugar porque los bancos y mesas estaban cubiertos de nieve descendimos un centenar de metros a tomar una senda que sale a la izquierda y por la que en un larguísimo descenso terminaríamos a orillas del Vero. La senda en sus pocos tramos llanos estaba toda encharcada consecuencia de que la nieve se fundía con rapidez y no evacuaba el agua. Por el contrario en los tramos de fuerte descenso corría y bajábamos chapoteando por un pequeño reguerito. Pasado el desvío que sube de Alquezar y viendo ya los colosales paredones del Cañón del Vero muy al fondo hubo que extremar la prudencia pues ahora era un reguero de agua y las piedras o el barro se pusieron algo resbaladizos.
La senda termina en el llamativo puente medieval de Villacantal cuya planta está en ángulo y su tablero es plano y bastante ancho. El entorno, con el rio encajonado entre imponentes murallones calizos, la exuberante vegetación y las badinas de agua, es un rincón de gran belleza y constituye el fin del trayecto deportivo de uno de los descensos de barrancos más fáciles, pero al mismo tiempo espectacular, que se inicia en el pueblo de Lecina.
El indicador hacia Aspe nos obliga a salir por el barranco del Trucho para lo cual primero hubo que salvar, a base de pinchazos y arañazos, una maraña de zarzales, ramas y enredaderas que se habían desprendido del paredón bajo el cual discurre la senda y que la obstruían. A continuación cruzar por tres veces el barranco, que bajaba con una apreciable cantidad de agua, lo que dio a la excursión un toque de incertidumbre, un cierto grado de emoción y ocasionales chapoteos.
A la izquierda un indicador señala Lecina pero nosotros tomamos el camino de la derecha que asciende con una fortísima pendiente hasta dejarnos en un altiplano que presenta una estupenda panorámica de los conglomerados que conforman el barranco y los covachos que adornan sus paredes. La pista jalonada de sabinas, chinebros, coscojas, carrascas y romero florecido cruza a la otra vertiente y es ahora una amplísima vista del Somontano barbastrense la que nos acompañará hasta entrar en el pueblo de Asque. A destacar en este tramo un bonito casetón de pastores construido en piedra seca y de forma circular.
Tras el reagrupamiento hemos de continuar ahora siguiendo las marcas rojas y blancas de la GR-1.1 que desciende a cruzar el profundo y estrecho barranco del Fornocal por uno de los puentes más llamativos de la zona, el ingenioso Puente del Diablo que se alza aprovechando las paredes del barranco. Admirándolo uno trata de imaginar las enormes y peligrosas dificultades que debió exigir su construcción. Media hora después entrábamos por las calles de Colungo. Tras una rápida visita volvimos a Asque para comer en un prado frente a la iglesia. Eran casi las tres de la tarde.
Salimos del pueblo entre campos de olivos y almendros para tomar la bifurcación que indica Alquezar por el puente de Fuendebaños. Tras casi una hora de marcha dejamos el amplio camino, según nos indican las marcas rojas y blancas, para empezar a bajar por terreno pedregoso hasta llegar a los paredones calizos que encajonan al Vero. Para superarlos la senda cuenta con tramos protegidos por una sirga, en otras ocasiones se han tallado rústicos escalones, por lo que el descenso en ningún momento presenta dificultades.
El rio se cruza por el esbelto puente de Fuendebaños al que sus tres arcadas le confieren una elegante silueta. Justo al lado del molino comienza una fuerte subida que nos dejará en Alquezar junto a la iglesia de San Miguel. Eran casi las cinco de la tarde.
Los poco más de 19 km salvando un ascenso acumulado de 800 m. lo realizamos en 5:10 horas, algo más de siete horas y media desde que saliamos del autobús.
Para el domingo día 2 de abril la travesía programada parte de Agüero para terminar en Murillo de Gállego rodeando Peña Ruaba y ascendiendo a Punta Común