Caminamos con mucha nieve por el Valle de los Sarrios
Cruzamos desde el valle de Aragüés del Puerto a Sansanet en el valle francés del Aspe
¡Ya tocaba!, por fin las buenas previsiones meteorológicas se cumplieron y el pasado domingo los cincuenta y tres senderistas disfrutamos de una excelente travesía. Tras unos cuantos kilómetros recorridos junto al Aragón Subordán en el valle de Hecho, un desvío a la derecha nos introduce, por la orilla del río Osia, hacia Jasa y luego Aragüés del Puerto por una buena carretera; a partir del pueblo será más estrecha pero siempre asfaltada hasta dejarnos a las puertas del Refugio de Lizara.
El emplazamiento del refugio, a 1540 metros de altitud, destacando sobre un verde promontorio y con la mole nevada del macizo del Bisaurín remarcada en un cielo azul de fondo, resulta de auténtica postal. De allí partimos a las diez de la mañana.
De los tres itinerarios que parten del refugio el que sigue dirección noroeste cruza el collado del Foratón y nos llevaría al valle de Hecho; el que parte hacia el sur por el collado del Bozo nos introduciría en el valle de Aísa pero nosotros tomamos el que en dirección norte, siguiendo el río Osia, nos adentra entre los macizos del Bisaurín y Bernera. Los primeros prados que cruzamos destilaban primavera: flores de todos los colores, eso sí, con predominio de los amarillos calderones pero con abundantes miosotis – nomeolvides -, gencianas y variados tipos de orquídeas. Tras el almuerzo la senda va ganando altura entre enormes paredones de roca caliza y casi siempre junto al tumultuoso y rumoroso barranco que nos ofrece abundantes saltos de agua y rápidos.
Un singular refugio forestal es el indicador de que la mayor parte del desnivel está superado y enseguida queda ante nuestros ojos el circo de Plana Mistresa. Es un amplísimo espacio llano que en tiempos debió ser un ibón que quedó colmatado por los acarreos procedentes del macizo del Bisaurín y de la Sierra de Secús que la rodean. Como varios compañeros se habían adelantado con Sergio, cruzar el barranco no supuso problemas ya que habían preparado unas seguras pasaderas aportando piedras planas de los alrededores.
Ascender hacia el este por la suave ladera, salteada por algunas lenguas de nieve, nos aproxima al collado de Bernera o de Olibon donde comienza el majestuoso Valle de los Sarrios. El pequeño ibón que hay al pie de los farallones rocosos estaba completamente helado y todo el valle cubierto de nieve.
Este singular valle es único ya que su orientación de sur a norte y los enormes paredones rocosos que lo conforman permiten que las nubes penetren en él con facilidad por lo que su pluviometría es altísima lo que se traduce en que siempre disponga de verdes pastos, a pesar de no llegar a los dos mil metros de altura, y que en estas fechas su manto de nieve, en el tramo final, superara el metro de altura. Aun por las laderas más pronunciadas se caminaba con facilidad pues la nieve primavera no resbalaba y los tacones se clavaban con facilidad. Eran las dos de la tarde cuando llegábamos a su final.
El valle desagua por una estrecha garganta y la senda salva el pronunciado desnivel alejándose del cauce y descendiendo por terreno pedregoso realizando multitud de lazadas por lo que sólo exigía cuidado en algún tramo húmedo o con nieve.
Un cuarto de hora después y tras coronar un pequeño collado queda ante nosotros la vasta extensión del ibón de Estanés encajonado entre zonas rocosas o verdes pastos que crecen sobre tierra rojiza que resalta todavía más el magnífico panorama. A partir de ahora aparecen en la senda las marcas blancas y rojas que nos anuncian que hemos entrado en la GR-11 que cruza nuestra provincia de este a oeste y más concretamente en el trayecto que une Candanchú con la selva de Oza.
El ibón se rodea por el sur y para acoplarse a los accidente del terreno la senda alterna repechos y descensos cortos pero que exigen caminar con atención por estar trazada sobre rocas calizas y sabido es que éstas son poco de fiar. El entorno del ibón, límite fronterizo con Francia hacia donde desagua una tubería que nutre a una central hidroeléctrica francesa, es uno de los conjuntos paisajístico más recomendables de nuestro Pirineo y además con muy fácil acceso desde Sansanet. Le hicimos los honores comiendo en su orilla.
Tras salir de la cubeta la senda desciende con suavidad entre pastizales y tierra rojiza hasta encontrar una bifurcación. Si tomamos la dirección de la derecha caminaremos por suelo español hasta Candanchú, seguir rectos nos lleva por suelo francés a internarnos en el gran hayedo de Sansanet que acaba en un amplio aparcamiento junto a la carretera que sube al puerto de Somport. Allí llegábamos al autobús a las cinco de la tarde.
Los navegadores de montaña señalaban que habíamos recorrido poco más de catorce km., superado un desnivel de 750 m. en un tiempo neto caminando de casi cinco horas.
La travesía de TAA del diecinueve de junio está programada saliendo del monasterio de Guayente en Sahún, llegar a la Ribereta y regresar a Eriste. El recorrido por la Aigüeta la Val nos mostrará unos paisajes alpinos de extraordinaria belleza.