Travesía 364 – Bolea – Sta. Quiteria – San Cristóbal – Pozos Nieve – La Trinidad – Bolea

Comenzamos la temporada por la sierra Caballera 
Circular desde Bolea por las ermitas de Santa Quiteria, San Cristóbal y la Trinidad

 

El pasado domingo a las ocho y veinte un bellísimo amanecer en el que dominaban  el horizonte los tonos anaranjados y  rosáceos nos recibió a  cuarenta senderistas en Bolea. Iniciábamos la temporada anual de senderismo el grupo de Turismo por el Alto Aragón en un día claro, sin viento, pisando charquitos helados pero estrenando las ropas y complementos que nos habían dejado los Reyes.

Debemos tomar el camino que pasa junto a las piscinas en dirección norte y que, entre cuidados campos de labor de cerezos y almendros, en una hora aproximadamente,  nos llevará hasta la ermita de Santa Quiteria. El alargado edificio, rodeado de carrascas,  integra la ermita, la casa del ermitaño, un comedor, la despensa y el hogar y a ella se acude de romería y está perfectamente acondicionada para celebrar “costilladas”  o meriendas.

Un indicador nos señala el camino que continua hacia Aniés o tomar el de la derecha, mucho menos transitado, que se dirige hacia San Cristóbal. Va ganando altura con suavidad dejando a la izquierda la barranquera que canaliza el nacimiento del río Sotón cuyas laderas al principio están muy distantes. Pronto pasa a ser senda que va esquivando las aliagas y coscojas, que en algunos casos casi la cierran, en clara dirección norte hacia los farallones rocosos que tenemos enfrente y que terminan por encajonar la senda y hacerla morir en el estrecho cauce rocoso del Sotón.

El lugar es un paraje rocoso sublime, agreste y solitario que impresiona. Unos murallones de conglomerados fuertemente erosionados por el agua y el viento que han excavados agujeros, covachas y grietas que fueron aprovechados para construir con muros de mampostería el eremitorio y sus dependencias. Cruzado el barranco se asciende, como se puede, por una zona de escorrentías calcáreas con abundante vegetación que nos llevan a unos burdos escalones, sin pretil de protección y con una altura considerable sobre el rio, que nos permiten introducirnos en la iglesia, con un ruinoso altar y restos de pintura mural, la sacristía y las celdas excavadas en la roca.

La salida del embudo exige un considerable esfuerzo y se agradecen enormemente los troncos de bojes y carrascas que proporcionan unos buenos agarres para impulsarse y progresar por la durísima  y resbaladiza pendiente. Superado el desnivel, la senda salva el muro de conglomerados  realizando abundantes lazadas, buscando la rala vegetación para mayor seguridad,  hasta alcanzar terreno más llano y terminar en la pista que viene de la ermita de la
Virgen de la Peña de Aniés.

Tomamos la dirección de la derecha y durante una larga hora vamos a caminar por la pista con una magnífica y amplia visión hacia los verdes campos de cereales de la comarca de la Sotonera, cuyo pantano brilla al fondo, y con la silueta del nevado Moncayo a lo lejos. La anchura  y comodidad del camino facilita la formación de grupos y en animadas charlas fuimos atravesando los pinares que presentan un aspecto más que lamentable, lastimoso.

Una horrible plaga de procesionaria del pino ha asolado la zona, como muchas otras en toda nuestra  provincia,  y la inmensa mayoría de los pinos  muestran los efectos devastadores de las orugas porque o bien carecen de hojas (acídulas) o están secas.

Aunque los pinos son capaces de sobrevivir a la defoliación que les provocan las voraces orugas quedan muy debilitados para resistir  periodos muy fríos  o secos. Se impone tomar medidas por la Administración Autonómica  para evitar lo que podría ser una tragedia provincial.

Caminando por la pista se llega al coqueto Pozo de Nieve de Bolea, donde estuvimos un buen rato antes de iniciar el largo descenso por la agradable senda que entre pinares nos llevará hasta la ermita de la Trinidad remodelada hace poco tiempo A partir de ella y  entre tierras de cultivo, dignos de destacar dos o tres campos de olivos milenarios muy bien cuidados, llegaremos  al casco urbano de Bolea donde en la popular Casa Rufino comimos como Dios manda: con las piernas debajo de la mesa.

Los navegadores de montaña indicaban que habíamos empleado casi cinco horas en la travesía salvando un desnivel de 710 m en un recorrido de 18 km.

Para el próximo domingo día veinticuatro Rutas por la Provincia ha preparado un paseo por el Pico del Águila con comida en el Club de Golf y la sección de Paseando por la Naturaleza por la zona del Pico Mediodía y  San Julián de Banzo,  el día treinta y uno, para estudiar la flora y geología de la zona.

 

MAPA TAA 364