Travesía 361 – San Juan de Toledo – Torrelisa

TRAVESIA   361  —  15 noviembre 2015

San Juan de Toledo – Monasterio de San Victorián – ermita de la Espelunga – Torrelisa

Recorrimos un tramo del Camino de Santiago en el Sobrarbe 
De San Juan de Toledo a Torrelisa pasando  por San Victorián y La Espelunga 

El pasado domingo, con la niebla como protagonista, salimos de Huesca, a las siete de la mañana, cincuenta y cinco senderistas para dar nuestro paseo dominical por la zona del Sobrarbe. Poco antes de llegar a Ainsa, en la cola del pantano de Mediano, volvimos a comprobar la hermosa silueta  de Peña Montañesa y parte del cordal de sierra Ferrera. La niebla se había quedado atrás y ante nosotros se presentaba un buen día de senderismo.

Saliendo de Ainsa en dirección a Campo un indicador a la izquierda nos señala el pueblo de Atiart. Allí hicimos nuestra primera parada para admirar las casas que están construyendo, alguna ya acabada, todas en piedra, con gusto y grandeza sobre todo en las magníficas y variadas chimeneas. Toda una agradable sorpresa que merece la pena ir a ver.

Unos kilómetros más adelante bajamos de los autobuses para acercarnos a la iglesia de San Juan de Toledo, declarada Bien de Interés Cultural, que constituye un magnífico edificio de estilo románico lombardo e incluye en su interior una curiosa cabecera en forma de trébol y su altar mayor, bóvedas, arcos y paredes están decorados con pinturas murales. Gracias a la amabilidad del amigo Regino pudimos contemplarlas.

En la primera casa del pueblo un indicador, “defendido” por una agresiva oca,  nos señala que vamos a recorrer la PR-HU 139 con marcas amarillas y blancas que pertenecen al  Camino de Santiago en el Sobrarbe. La primera media hora se transita por un amplio camino para luego internarse en una senda, todo el recorrido está perfectamente balizado, que seguirá la ladera cercana a los farallones rocosos de sierra Ferrera y que dará lugar a una vegetación muy variada: de pinos y bojes en las zonas más umbrías; de cajicos, aliagas y carrascas en las zonas soleadas y de grandes lajas de piedra en los lugares donde las barranqueras se han llevado la tierra vegetal.

Con pequeños repechos de subida o bajada, con mínimos tramos pedregosos, el cómodo sendero nos permite ir contemplando a nuestra izquierda un amplísimo paisaje de campos de cultivo  que bordean la carretera que sube hacia el puerto de Foradada del Toscar, que dejamos a nuestra espalda.  En pleno carrascal y en la base del roquedo encontramos una curiosa cueva la Espluga d’O Foraton. Un amigo, natural de Torrelisa,  nos explicó que por espluga se entiende en la zona un refugio natural donde puede guarecerse de las tormentas el ganado y los pastores. Por los alrededores, entre pequeñas sabinas,  enebros (chinebros) y carrascas, buscando la sombra, nos pusimos a almorzar pasadas las once.

El sendero se aleja de las paredes rocosas y entra por terreno llano apareciendo algunos campos de cultivo, y otros que lo fueron, por lo que pronto aparece ante nosotros la esbelta torre del Monasterio de San Victorián. Aquí el grupo se dividió en dos, unos se quedaron para realizar una visita programada al templo y el resto tomo la senda que de allí parte en dirección a la ermita de la Espelunga.

San Victorián, centro espiritual del Sobrarbe durante un milenio, es un conjunto monástico que ha perdido varias  de sus construcciones. Se conservan sobre todo las relativas al siglo XVI aunque existen no obstante algunos elementos medievales.

La estrecha senda que parte hacia la ermita transcurre al principio por una ladera de margas que en algunos puntos se ha consolidado colocando tablones pues la lluvia y el viento degradan el suelo con facilidad. Tras pasar la pequeña ermita de San Antón penetra por un carrascal  y asciende con suavidad para cruzar una torrentera por la que discurría un llamativo chorro de agua. A partir de aquí en varias lazadas gana altura y los últimos tramos, todavía más empinados, están labrados en la roca. La ermita de La Espelunga, impresionante paraje bajo los farallones de la Sierra Ferrera, aparece colgada sobre el precipicio bajo una vertical pared caliza desde donde se puede divisar una espectacular panorámica del Valle de La Fueva y alrededores.

A las dos de la tarde estábamos de vuelta en San Victorián y tomamos la carretera que baja al pueblo de Oncins. Al pasar por la última casa un cartel a la derecha nos indica el desvío para llegar a  Torrelisa. La senda en continuo y suave descenso, entre muros de piedra seca,  atraviesa un carrascal y termina en el antiguo lavadero del pueblo que ha sido restaurado. Hay que destacar las dos espléndidas panorámicas que tiene el pueblo: la una hacia Peña Montañesa y la otra hacia las Tres Sorores que recibían a esa hora los últimos rayos de sol que acentuaban aún más su belleza. Bellísimas.

Ya sabíamos que nos esperaban en el pueblo, que habían hecho fuego y que podíamos contar con abundante brasa para preparar la comida pero el recibimiento sobrepasó todo lo imaginable. El alcalde, Jesús Buetas, y algunos vecinos habían colocado bancos y mesas, tenían preparado un local por si hacía frío y finalmente nos obsequiaron con música, melocotón con vino y café. Gracias Sr. Alcalde y vecinos de Torrelisa, ni olvidaremos el pueblo ni el magnífico ambiente con que nos obsequiaron.

A lo largo del magnífico día recorrimos dieciséis kilómetros en un tiempo de cuatro horas y media y salvando un desnivel aproximado de seiscientos cincuenta metros.

Para el próximo día 29 nos han preparado un recorrido por Anzánigo, Centenero, subida al pico Malacastro para terminar en Santa María de la Peña.

 

 

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