Esta vez nos libramos por los pelos
Larga y bonita travesía por los valles franceses de Ayous y Chemin de la Mature
Otra vez tocó madrugar y a las seis y media de la mañana partíamos veintisiete senderistas para en la estación de esquí de Astún iniciar una larga travesía que terminaría en Pont de Cebers muy cerca de la aldea francesa de Etsaut.
A las ocho comenzábamos las suaves pero constantes rampas que hay que superar para llegar al ibón del Escalar. El cielo estaba encapotado pero no parecía que fuera a llover en breve. Las aguas del ibón, rodeado de verdes praderas donde pastaban varias decenas de caballos, habían cambiado su clásico color azulado de otras ocasiones por un tono grisáceo que le restaba un poco de belleza al paisaje. Sólo quince minutos más de ascensión y alcanzamos el collado del Monje desde donde se divisa una bella panorámica que tiene como centro las siempre espectaculares agujas del Midi d’Ossau.
Hacia Francia, cosa rara, el cielo era más esperanzador. Se veían abundantes claros y decidimos bajar al valle francés y almorzar en cuanto recibiéramos los primeros rayos de sol, como así ocurrió media hora más tarde. Un zorro que a la carrera nos rodeo, los agudos gritos de las marmotas y una manada de sarrios que pastaban con tranquilidad a no mucha distancia, nos mantuvieron entretenidos mientras aligerábamos de peso las mochilas y les dábamos unos tientos a las botas.
Para cambiar de valle debemos proseguir por una bien trazada senda, las francesas en este aspecto son modélicas, hasta alcanzar le lac Bersau que está enmarcado por los picos de Hourquette y Casterau que confieren al lugar un gran encanto, más si cabe por estar «adornado» por un rebaño de ovejas y carneros que había que esquivar pues algunos se negaron a cedernos la senda a pesar de que cada uno llevábamos dos amenazantes palos.
Durante la siguiente media hora vamos a recorrer en descenso una zona lacustre pues al primer ibón, el más grande, suceden varios de menor tamaño hasta llegar al refugio y lacs de Ayous. En el viejo y algo descuidado refugio nos encontramos con numerosos senderistas, también nos hemos cruzado y nos cruzaremos a muchos durante todo el trayecto, lo que refuerza el dicho de que el principal deporte francés es el senderismo. El refugio situado en un resalte rocoso por encima del amplio ibón es un magnífico mirador sobre el Midi y a sus orillas pudimos ver a numerosos grupos, algunos incluso bañándose y nos quedó la duda de si los gritos que daban eran de placer o para paliar la impresión de las frías aguas.
Tras otro breve descanso debemos ascender al cercano collado de Ayous, que se adivina a nuestra izquierda. Eran las doce cuando superábamos este último desnivel de la jornada con un sol esplendoroso, aunque algunos oscuros nubarrones nos hacían pensar en las cada vez más exactas y precisas predicciones meteorológicas que daban para las cinco de la tarde una alta probabilidad de tormentas por la zona. La visión hacia el oeste estaba presidida por la inconfundible silueta del Castillo de Acher y toda la cadena montañosa que se extiende hasta el pico de Anie.
A partir de este collado nos queda una larguísima pero tendida bajada, más de 1.500 m hasta el final de la travesía en Pont de Cebers, pero al hacerla en una distancia de 12 km., por senda amplia, bien marcada, muy transitada, de pendiente muy suave y a ritmo tranquilo pues no se hizo muy duro el camino. Pronto encontramos una bifurcación que nos indica la proximidad del refugio de Larry pero nosotros lo obviamos y nos dirigimos directos hacia el fondo del estrecho y verde valle que tras casi dos hora de marcha nos lleva al refugio de Ayous y poco después nos introducirá en un extraordinario y profundo bosque que ira alternando frondosos hayedos, con avellanos, acebos, bojes y en las zonas más clareadas helechos que nos llegaban a los hombros.
Pasadas varias granjas buscamos un claro para comer antes de comenzar a recorrer otra maravilla del recorrido: el Chemin de la Mature (Camino de la Arboladura). La Armada Francesa a mediados del siglo XVII consideró esta zona ideal para proveerse de abetos para construir mástiles, hayas para el tablaje de los barcos y la dura madera de boj para las poleas. Para poderlos bajar fue preciso salvar la foz de Sescoué por lo que se construyó en 1772 un camino en tramos excavado en la roca, en otros sostenido por muros de piedra seca o por tronco fijados con pernos para permitir que reatas de bueyes pudieran transportar los troncos de más de treinta metros de largos hasta el río Aspe para luego por medio de navatas llevarlos hasta los astilleros. Hay que recorrer este camino para hacerse idea de la colosal magnitud de la obra. Al otro lado de la profunda garganta está el Fuerte du Portalet desde donde se dirigió la obra.
A las cinco menos cuarto de la tarde llegaban al autobús los primeros senderistas, los siguientes lo hicimos a la carrera pues la tromba de agua que comenzó a caer fue impresionante pero afortunadamente la contemplamos desde dentro del autobús.
Los datos de la travesía aportados por los navegadores de montaña nos dieron una distancia recorrida de algo más de 23 km., un desnivel de subida de 755m. y de 1733 m. de bajada con un tiempo neto de caminar de casi 7 horas
La próxima salida, el día 5 de octubre, es una travesía circular por el valle de Canfranc ascendiendo a la Fuente Elvira. Un hermoso recorrido a través de las sendas y obras de protección que hubo que construir para preservar la estación de Canfranc tanto de los aludes de nieve como de piedras a base de muros de contención y repoblación forestal.