Travesía 201 – Casa Estebañón – Tozal Verdolo – Cueva Polvorosas – Puente Formiga

Paseo de este a oeste por la ladera sur de Guara  

 

Tras rodear el embalse de Calcón y subir al tozal Verdolo recorrimos el último tramo del Formiga   

 

El pasado domingo catorce de enero, bien pertrechados por lo que pudiera venir, subíamos al autobús cincuenta senderistas para dirigirnos hacia la localidad de Aguas.

En la rotonda de Calcón tomamos la pista que se dirige a San Cosme para iniciar la senda que parte de Casa Estebañón y que atravesando, en suave descenso, un pinar de repoblación nos lleva a la cola del pantano de Calcón donde confluye con la pista que desde la Tejería se dirige a la ermita de Arraro.

El cielo encapotado amenazaba lluvia aunque la temperatura era aceptable. Siguiendo la pista durante varios centenares de metros llama la atención a nuestra izquierda el respiradero del túnel que transvasa agua del río Formiga al pantano y que nos servirá como indicador  de que deberemos dejar la pista para tomar  una senda a la derecha que de manera suave asciende, en ocasiones con algún repecho un tanto resbaladizo, a través de un pinar hasta dejarnos debajo de los enormes paredones de conglomerados sobre los que se sustenta el tozal del Verdolo. En la ascensión por la ladera el paisaje es incomparable. Por debajo se intuye el profundo tajo que entre las paredes rocosas ha labrado el Formiga para conformar su famoso Cañón, enfrente las abruptas laderas nevadas del Tozal de Guara del que no pudimos ver la cumbre por estar cubierta de nubes.

Rodeado el farallón rocoso se accede al pico sin ninguna dificultad. Ahora lo que llama poderosamente la atención es contemplar bajo nuestros pies el vaso del embalse de Calcón, con poca agua como corresponde a la estación, y los acantilados que lo rodean. En tan singular crestón almorzamos a resguardo del suave vientecillo que provenía del norte.

Volviendo al collado, por el que hemos accedido al pico, se llega  a un camino que se dirige al sur por entre matorrales, aliagas, chinebros, bojes y sabinas que pone ante nuestros ojos las tierras llanas del Somontano. El camino se hace pista y muy a lo lejos se ven Santa Cilia, Panzano, Bastarás y Aguas. Siempre en continuo descenso y tomando en los desvíos el de la izquierda  se pasa por un colmenar y una paridera semiderruida hasta llegar a un gran campo yelmo, el primero y único. Dejamos la pista para atravesarlo, siguiendo la misma dirección que traemos, dirigiéndonos a los matorrales, coscojas y endrinos, que conforman la linde del campo donde deberemos buscar el indicador de una senda que los atraviesa y comienza un pronunciado descenso hasta el Cañón del Formiga.

Para acceder al puente que lo cruza se debe pasar un escarpe rocoso que para mayor seguridad dispone de una sirga con numerosos anclajes que evitan el peligro y le dan emoción al trayecto. Pasada la palanca se accede a una senda y deberemos tomar la dirección de la izquierda para llegar al desmedido cobijo natural que constituye la cueva de las Polvorosas, que con su rústica cabaña y las cascadas y rápidos del profundo Formiga constituyen un paraje portentoso.

En menos de una hora siguiendo la cómoda senda que desciende paralela al rio llegamos al aparcamiento situado junto a la carretera donde nos esperaba el autobús para ir a comer al camping de Panzano.

La travesía de 11,5 km. la hicimos en un tiempo neto de tres y horas y media, cuatro y media desde que dejamos el bus, y salvamos un desnivel ascendente de 300 m. y descendente de 525 m.

El próximo domingo día 21, Turismo por el Alto Aragón conmemorará, con todos los honores,  su travesía número 400 con un recorrido por Bárcabo, Lecina y Betorz para terminar comiendo en Colungo

 

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