Domingo 16 de abril
Balsas de Basacol y Abrigos de Quizans
Un domingo más el grupo de Peque Guara subimos al autobús para dirigirnos a Alquézar, población de sobra conocida, pero que siempre tiene algún rincón todavía por descubrir
Sin demorarnos mucho, la mañana es fresca y no queremos coger frío, nos ponemos a caminar, bordeando la población nos dirigimos al camino señalizado hacia San Lucas y Ruta de Chimiachas y Balsas de Basacol. Desde que salimos de Alquézar el camino es ascendente, aunque de forma suave, hasta que llegamos al Collado de San Lucas, desde aquí contemplamos ya el Cañón del Vero y el camino que baja al Puente de Villacantal y en el horizonte el Pirineo, con el macizo de Cotiella en primer plano, ya escaso de nieve.
Los pequeños encabezando la marcha son los que van marcando el ritmo de la excursión, aunque vamos haciendo paradas para reagrupar el grupo que nos desplazamos por el camino, de momento no hay muestras de cansancio, únicamente ya algunas voces dicen que tienen hambre.
En menos de una hora desde que salimos de Alquézar llegamos a las Balsas de Basacol, que de origen árabe, eran los aljibes que antiguamente abastecían de agua a la villa y las huertas de Alquézar. Aquí hacemos la primera parada obligada, el bello entorno acondicionado como zona recreativa y las vistas que podemos contemplar desde aquí invitan a pararse, así como para observar el avance de las rapaces que sobrevuelan la zona, aunque a los niños lo que les gusta es ver y jugar con los peces que hay en el agua de las balsas, todo ello mientras damos cuenta del almuerzo que sacamos de las mochilas.
Nos hacemos la foto de grupo de recuerdo y de nuevo nos ponemos en marcha por la pista señalizada hacia los abrigos de Quizáns, que pronto se convierte en fácil camino, aunque sin dejar de subir. Vamos contemplando varias cabañas pastoriles y las paradas que hacemos para visitarlas nos ayudan a descansar y reagruparnos; los pequeños se entretienen mirando y buscando fósiles, los famosos dineretes y en menos de una hora desde que hemos salido de las balsas, llegamos a los abrigos de Quizans.
Después de contemplar las pinturas rupestres, principalmente el ciervo esquemático, que la imaginación de algunos reinterpretan como otros animales, iniciamos el camino de vuelta, primero hasta las balsas por el mismo camino que hemos venido y sin llegar a ellas, tomamos el desvío por una pista que nos llevará cómodamente hasta la población de San Pelegrín, el día va mejorando y las nubes desaparecen y el sol primaveral que ya empieza a calentarnos nos invita a quitarnos ropa de abrigo. Antes de llegar, nos desviamos a la fuente, espacio acondicionado para el descanso y que nosotros aprovechamos para comer tranquilamente, menos los niños, que sin muestras de cansancio cuesta que lo hagan sentados sin parar de jugar.
Ya desde aquí en unos minutos llegamos a la pequeña población de San Pelegrín, casas con arcos antiguos y una bonita iglesia, que nos hacen darnos cuenta de la antigüedad de este pueblo. Continuamos por el camino y llegamos a la Ermita de San Gregorio, desde dónde tenemos un magnífico mirador sobre la Sierra de Guara, Pirineo y por supuesto Alquézar.
Ya no queda casi nada, bajamos por un camino que rápidamente nos lleva de nuevo a Alquézar, hasta el lugar dónde nos espera el autobús, aunque antes de subir al mismo los pequeños reclaman el prometido y merecido dulce premio al que ya están acostumbrados al final de la excursión.
La excursión de hoy han sido poco más de diez kilómetros y los pequeños no han dado muestras de cansancio, aunque el viaje de vuelta ha sido casi en silencio, adultos y niños descansando de la jornada de convivencia en la naturaleza con la familia de Peque Guara.
Javier Lázaro