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Ruta nº52 – Portiacha – Alquezar

Una ruta por la prehistoria.

La excursión del domingo recorrió las pinturas rupestres y cuevas del río Vero

Domingo 24 de Febrero

Nueva excursión de Peque Guara en familia. El pasado domingo, un grupo de casi cuarenta personas entre niños y adultos, partimos de Huesca hasta las proximidades de Lecina, concretamente al parking de la portiacha, punto de partida de la excursión. Ruta familiar desde el mirador del Vero, a la villa medieval de Alquézar, con paradas en los abrigos prehistóricos, de Mallata, Arpan y el Trucho. Destacando el cruce del río Vero por el puente medieval de Villacantal, antes de tomar la senda de subida que nos conduce a la villa medieval de Alquezar.

Llegamos al parking de la Portiacha, con un sol radiante y temperatura más que agradable, para las fechas que estamos, el viaje a sido largo, y con bastantes curvas,  así que lo mejor para templar el cuerpo  lo primero que hacemos es almorzar, coger fuerzas para la excursión que nos espera. Comenzamos visitando en este mismo lugar el bonito mirador sobre el Río vero. Desde aquí podemos ver el barranco de Basender, el barranco de la Choca, quizás algún buitre…Desde aquí nos dirigimos hacia las pinturas de Mallata, unos quince minutos ascendiendo por una pista ancha y muy marcada, que nos lleva a un cruce donde los guías de las pinturas rupestres tienen su punto de encuentro. Aquí nos desviamos para ver los abrigos y las pinturas (merece la pena aunque solo desde sea desde fuera) regresamos al punto informativo y continuar recto,  (al fondo se ve una marca verde clara/oscura sobre una piedra).

Siguiendo por este camino, llegaremos a las ruinas de la iglesia de San Caprasio, donde está el desvío que tomaremos, este nos baja hacia un nuevo valle, la roca cambia a conglomerado, aunque asoman tramo de caliza.
Podemos, igual que en Mallata, visitar los abrigos de Arpan, donde contemplaremos otras pinturas rupestres, estas de arte levantino, entre las que destaca ,muy mucho, un detallado ciervo. Retomamos de nuevo el camino en claro descenso dirigiéndonos a la fuente y  Cueva del Trucho, en esta nos vemos ninguna pintura, desde la verja solamente  una incipiente excavación tapada con plásticos. Pero podemos pensar e imaginarnos la vida del hombre hace 18.000 años en este lugar. Aquí, enfrente de esta cueva, podemos encontrar una fuente, aunque depende dela temporada puede no tener mucha agua. Un pequeño descanso antes de una buena subida, hasta un collado donde pasaremos a otro barranco, el Lumos, ya todo de conglomerado.

Podemos elegir ir hacia abajo, hacia el barranco (aunque si es época de lluvias nos podemos mojar los pies), o seguir hacia la derecha, por la parte superior, Los dos caminos llevan al mismo lugar, al puente de Villacantal, otra de las joyas de este camino. Elegimos la segunda opción, no sin antes dar cuenta de la comida, disfrutando del entorno y temperatura primaveral. Antes de llegar al puente habremos pasado por el cruce que sube a Asque, justo en el fondo del barranco, zona a tener en cuenta ya que se trata de una zona, fácilmente inundable en época de lluvias.

Por fin llegamos al puente de villacantal, sobre el rio vero, parada obligatoria donde los críos disfrutaron de lo lindo jugando con las piedras e incluso botaron un pequeño barco, el cual igual continua navegando sin rumbo. Alquezar queda cerca ya, pero la subida al collado de San Lucas, en principio impone, pero estos pequeños no le tienen miedo a nada, la mayoría en cabeza del grupo cara arriba y en poco más de media hora, nos plantamos en el collado de San Lucas.  Desde aquí, nos queda una buena bajada hasta Alquézar.

Un poco ajustados de tiempo si vamos, lo que no impidió que al paso por la plaza de Alquezar, nadie se resistiera a tomar un refrigerio, el calor y esfuerzo realizado lo merecía, así que preferimos llegar un poco más tarde a cambio de un buen refresco, una buena charrada y helados para los críos, que nos lo hemos ganado después de recorrer más de ocho kilómetros, y rondando los quinientos metros de desnivel. Una jornada espectacular en todos los sentidos, que nos deja un buen recuerdo en convivencia con la familia de Peque Guara disfrutando de la naturaleza.

Antonio Beired.

 

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