↑ Volver a Peque Guara – 2018

Ruta nº46 – Acampada en Vadiello

23-24/06/2018

ACAMPADA EN VADIELLO

El curso ha terminado, nuestros hijos ya están de vacaciones y llega la esperada acampada que todos los años en el mes de junio hacemos en el refugio de Peña Guara en Vadiello. Son dos días en los que no vamos a andar mucho (los calores de estas fechas no lo permitirían), son dos días de convivencia, de juegos, de relax, de agua y como siempre de alguna actividad diferente.

En esta ocasión somos cuarenta los que entre el sábado y domingo nos hemos juntado para disfrutar con nuestros hijos y amigos, echamos de menos a muchos que por diferentes motivos no han podido venir. Tras reunirnos el sábado a las doce y media,  unos cuantos vamos al refugio para comer y empezar a montar las tiendas de campaña, que para alguno incluso será la primera vez que duerma en una. A lo largo de la tarde va llegando el resto, mientras los niños juegan en la zona.

Cuando el calor empieza a apretar, nos dirigimos hacia la chopera que hay junto al barranco de Isarre y remontando un poco el río llegamos a una pequeña poza en la que el chapuzón de agua fresca ayuda a sofocar los rigores del calor. Después del chapuzón, mientras los pequeños juegan, merendamos un poco para después volver al refugio, cambiarnos y entre todos vamos preparando la sabrosa cena. Llegada la media noche, se acusa el cansancio del día y nos vamos a dormir.

El domingo nos sorprende con unas pocas nubes que agradecemos, pero que pronto se irán, la luz y calor del día hace que sobre las ocho la mayoría se vaya despertando poco a poco, aunque alguno tiene un sueño profundo y hay que despertarlo. Sin prisa nos lavamos, desayunamos y nos preparamos para la actividad de la mañana.

En esta ocasión cogemos los coches para luego caminando un poco ir a descubrir la cercana Cueva de los Murciélagos, en una zona difícilmente accesible, apenas hay camino y este está invadido por la vegetación que intenta lacerar nuestras piernas. Es esta una cavidad sorprendente, ya que se desarrolla en un terreno de conglomerado y es poco habitual encontrar cuevas grandes en este tipo de terreno. Cuando llegamos a la entrada alguno consigue ver volar algún murciélago que da nombre a la cavidad, aunque luego no llegaremos a ver ninguno colgado del techo, ahora no es época de hibernación y es más difícil verlos. La entrada en pendiente descendente en una zona arenosa hay que hacerla con cuidado. Todos estamos ya advertidos, no tenemos que gritar, hay que desplazarse con cuidado, sin romper nada y por supuesto sin tocar las estalactitas y estalagmitas y otras formaciones que contemplamos en el interior, no hay que dejar huella de nuestro paso por el lugar. En algunas zonas observamos como el techo en algún momento llegó a caer, vemos una zona de gours, que son pequeños represamientos que el agua carbonatada ha creado a lo largo de cientos o miles de años. Son muchos los espeleotemas que contemplamos, es una cueva viva, se ve brillar en el techo las gotas de agua que en ocasiones al iluminar con nuestros frontales dan la sensación de contemplar un cielo estrellado en plata.

Esta cueva ha sido una sorpresa, todos hemos disfrutado contemplando como el agua crea bellas formaciones y para lo que no tiene la prisa a la que estamos acostumbrados, son miles de años los que han sido necesarios para su creación y que con admiración hemos podido ver en esta ocasión.

Cuando salimos de la cueva, de nuevo una pequeña marcha y volvemos al refugio, nos ponemos los bañadores y como el día anterior de nuevo tomamos un refrescante baño. A la vuelta del chapuzón y más frescos ya, nos sorprende que la comida está casi lista, una sabrosa paella que comemos con ganas y de la que no dejamos ni restos.

Tras la sobremesa entre todos nos disponemos a recoger y limpiar el refugio, con todos los que hemos estado, no han faltado manos y se termina pronto. Como siempre, un dulce premio y antes de despedirnos nos hacemos la foto de grupo que nos servirá de recuerdo de este fin de semana de acampada de la familia de Peque Guara.

El adiós sólo es hasta septiembre, cuando retomaremos de nuevo el programa de excursiones tras el parón veraniego. Otro fin de semana de acampada cuyo recuerdo perdurará: buen tiempo, convivencia familiar, contacto con la naturaleza y la sonrisa de los niños cuando los ves disfrutar, no tiene precio.

Javier Lázaro

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